Alzo la cabeza y la miro a los ojos. Tenia tantas cosas que decirle, que queria que supiese, pero la emocion le impedia emitir sonido alguno.

El coche se detuvo con una sacudida. Austin se obligo a apartar la mirada de ella y vio que habian llegado a su casa. Sin una palabra, la ayudo a apearse y pago al cochero.

Sujetandola firmemente del brazo abrio la puerta de roble. El vestibulo estaba vacio, pues Carters se habia retirado hacia varias horas. Sin siquiera detenerse a quitarse el abrigo, la condujo escaleras arriba y a continuacion a sus aposentos. Una vez dentro, cerro la puerta con llave.

Sentia una necesidad intensa, como nunca antes la habia experimentado. Tenia que tocarla, abrazarla. Piel con piel. Corazon con corazon. Una afirmacion de la vida, despues de haber pasado tanto tiempo sintiendose muerto por dentro.

Anhelaba expresarle sus sentimientos, pero no sabia de que modo, ya que esa clase de palabras estaba fuera de su alcance. Necesitaba sentirla pegada a el, alrededor de el, debajo de el. Mostrarle de otra manera lo que las palabras no alcanzaban a expresar.

Sin despegar la vista de su rostro, empezo a desvestirse. Dejo caer descuidadamente el abrigo y despues la chaqueta. El fular, el chaleco y la camisa se anadieron al monton de ropa en el suelo. Con el torso desnudo, se acerco a ella, incapaz de esperar un instante mas para sentir sus manos sobre su cuerpo.

Ella hizo ademan de quitarse el abrigo, pero el le sujeto las manos y se encargo el mismo de hacerlo. Capa a capa fue desvistiendola, y despues acabo de despojarse de las ultimas prendas que le quedaban, hasta que por fin estuvieron ambos frente a frente, desnudos.

Nunca en la vida se habia sentido tan necesitado, tan vulnerable.

Alargo los brazos y tomo la cara de ella entre sus manos, rozandole las mejillas con los pulgares. Tenia tantas cosas que decirle, tantas cosas que contarle, pero le faltaba la voz.

– Elizabeth -susurro en tono bajo.

Fue la unica palabra que consiguio pronunciar. Pero le mostraria lo que no lograba decirle. La estrecho entre sus brazos y poso los labios sobre los de ella, lleno de una ternura que contrastaba con la fiebre que ardia en su interior.

Ella susurro su nombre y lo rodeo con los brazos.

Y el dique estallo.

Austin la apreto contra su cuerpo, poseido por la necesidad de tocarla por todas partes al mismo tiempo. Sus labios se fundieron con los de Elizabeth en un beso cada vez mas ardiente y apasionado. Su lengua exploraba el suave interior de su boca, entrando y saliendo una y otra vez.

Pero no le bastaba con besarla. Se aparto ligeramente y estudio su rostro. El corazon, que ya le latia a un ritmo frenetico, se acelero todavia mas al ver la pasion y el deseo que brillaban en sus ojos.

– Elizabeth, Dios mio, no se que es lo que me haces… -gimio con voz ronca e irregular.

Se puso de rodillas y aplico la boca a la nivea piel de su vientre.

– Tan suave… -murmuro, deslizando los labios por su abdomen-, tan hermosa…

Le introdujo la lengua en el ombligo antes de proseguir su recorrido hacia abajo. Le lamio y beso una de sus largas piernas de arriba abajo y luego subio por la otra, mientras deslizaba los dedos por la parte posterior de sus muslos y pantorrillas.

Cuando llego a la base de las nalgas, alzo la cabeza.

– Mirame, Elizabeth.

Ella abrio los ojos y bajo la vista hacia el, mostrandole sus iris dorados encendidos de pasion.

– Abre las piernas para mi -le ordeno el en tono dominante con la boca pegada a la tersa piel de su vientre.

Cuando ella obedecio, el le deslizo una mano por el cuerpo, desde el cuello hasta los rizos de color rojo oscuro que cubrian su feminidad, y luego la acaricio entre los muslos. Ella apreto los parpados, y un largo gemido se formo en su garganta.

– Eres tan hermosa… Y estas tan humeda…, tan caliente -gimio el, hundiendo sus labios en su ombligo.

Despues comenzo a descender, cada vez mas, hasta que su lengua la acaricio del mismo modo en que la habian acariciado sus dedos. Ella le aferro los hombros y jadeo.

Sosteniendole las nalgas con las manos, la venero con los labios y la lengua, aspirando su almizcle femenino, su delicada esencia, amandola hasta que ella se desbordo junto a el y, hundiendole los dedos en los hombros, profirio un grito mientras el extasis le recorria todo el cuerpo. Cuando los espasmos remitieron, el la levanto en brazos, la llevo a su lecho y la deposito cuidadosamente sobre el cubrecama. Se coloco entre sus muslos y contemplo su bello rostro, sonrojado de pasion.

– Mirame.

Elizabeth abrio los ojos y el la penetro con una acometida larga y energica, incrustandose en su humedo calor. Ella solto un gemido gutural, deslizando las manos por la espalda de Austin. Sin dejar de moverse muy despacio en su interior, el observo toda la gama de emociones que desfilaron por su expresivo rostro, mientras sus embestidas se volvian mas largas, vigorosas y rapidas. Ella respondio moviendo las caderas al mismo ritmo que el, hasta que Austin noto que el placer se apoderaba de su mujer una vez mas.

En el instante en que ella lo apreto en su interior, el perdio todo asomo de control. Todo su mundo quedo reducido al punto en que su cuerpo se unia al de Elizabeth. Nada le importaba excepto ella. Estar dentro de ella. Tenerla alrededor de el. La acometio una y otra vez, incapaz de detenerse, ciego de pasion. Con una ultima embestida, se derramo dentro de ella y, por un momento interminable, susurro su nombre una y otra vez, como una oracion.

Cuando la tierra se enderezo, el se desplomo y rodo hasta quedar de costado, arrastrando a Elizabeth consigo. Queria acariciarle la espalda, pero no podia moverse. Ni siquiera podia cerrar los punos. A decir verdad, apenas podia respirar. Nunca habia hecho el amor de un modo tan intenso, y un calor interior, mas maravilloso que cualquier sensacion que hubiese tenido nunca, se extendio por todo su cuerpo.

La amaba.

Por Dios, la amaba.

La amaba tanto que le dolia.

Se quedo inmovil. Pero ?y si ella no correspondia a sus sentimientos? ?Y si…?

Desecho esta idea sin contemplaciones. Elizabeth sencillamente tenia que amarlo, y no habia que darle mas vueltas. Y si no lo amaba ahora el encontraria el modo de conseguir que acabase amandolo. Tanto como el la amaba a ella.

Las palabras que nunca le habia dicho a nadie pugnaron por salir. Tenia que decirselas. Tenia que hacerlo. Se pregunto si ella ya lo sabria. ?Le habria leido el pensamiento y captado sus sentimientos? Quiza, pero en todo caso no se lo habia comentado. De todos modos, aunque hubiese adivinado lo que sentia por ella, Elizabeth merecia oir esas palabras.

Volvio la cabeza y le rozo la sien con los labios. Despues se echo hacia atras, decidido a mirarla a los ojos al tiempo que le decia que la amaba.

Con el corazon desbocado, abrio la boca para hablar, y acto seguido la cerro.

Su esposa, su robusta esposa, siempre llena de energia, se habia quedado dormida.

– ?Elizabeth?

Por toda respuesta, ella solto un suave ronquido.

Vaya, maldita sea.

Enseguida se sintio muy avergonzado. Que egoista de su parte, atender a sus propias necesidades cuando ella habia pasado un dia agotador. Por todos los diablos, se habia desmayado en sus brazos hacia una hora. Si queria ganarse el amor de una mujer tenia que mandar al infierno su egoismo. No podria comprar a su Elizabeth con baratijas, titulos ni joyas. Pero podia ganarsela con carino. Y amor.

Amor. Su boca se torcio en una sonrisa.

Por fin habia encontrado un nombre para el «efecto Elizabeth».

Procurando no despertarla, tiro del cubrecama para taparse los dos y la acurruco comodamente junto a si. Despues de escuchar su respiracion regular durante varios minutos, le dio un beso en la frente.

– Te quiero -susurro-. Te quiero.

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