escueta: «Si tuvieras una vision, o cuando sepas si estas encinta, comunicamelo de inmediato».
Sin embargo, durante esas tres semanas no habia tenido una sola vision… No habia sentido mas que una gran pesadumbre. Y todavia no sabia si estaba encinta. Cada noche se acostaba en su cama, sola, llena de ansiedad, con las manos sobre el vientre, intentando percibir si una criatura estaba creciendo en su interior, pero no veia mas que oscuridad, una negrura inexorable.
Habian sido las tres semanas mas largas y mas solitarias de su vida.
Por otro lado, la alternativa de habitar bajo el mismo techo que Austin, viendole todos los dias, intentando ocultar su sufrimiento y sosteniendo la mentira que habia inventado, le habria resultado imposible. Se encontraba mucho mejor donde estaba.
Aun asi, la angustia que la acompanaba a todas partes no daba senales de remitir. Trataba de mantenerse ocupada, distraer su mente para no torturarse preguntandose que estaria haciendo el. O con quien estaria haciendolo.
Sin embargo, por mas flores que cortara, por mas agua de lilas que destilara, por mas horas que pasara leyendo o vagando por los jardines, nada mitigaba el dolor que atenazaba su corazon. Intentaba consolarse recordandose que sus actos habian ahorrado a Austin el tormento de perder a una hija y el infortunio de un matrimonio casto, pero nada podia borrar la afliccion que la embargaba cada vez que visualizaba el rostro de su marido.
Una imagen de Austin le vino a la mente helandole la sangre. Recordo como la habia fulminado con la mirada durante los ultimos momentos que estuvieron juntos, con una expresion de odio implacable.
Los ojos se le arrasaron en lagrimas y se las enjugo impacientemente con las manos enguantadas. Se habia prometido que no lloraria ese dia. ?Cuanto tardaria en ser capaz de pasar un dia entero sin llorar? Estuvo a punto de soltar una carcajada. Dios santo, ?cuanto tardaria en ser capaz de pasar al menos una hora sin llorar?
– Ahi estas. -Oyo la voz de Robert a su espalda-. Carolina casi te habia dado por perdida.
El desanimo se apodero de ella, y rapidamente se seco los ojos. Adopto la expresion mas alegre que le fue posible, se volvio y le sonrio a su cunado, que se acercaba por el sendero.
Al vede la cara, Robert casi se detuvo en seco. Maldicion, Elizabeth habia estado llorando otra vez. A pesar de su sonrisa, sus ojos enrojecidos delataban las noches en vela que habia pasado y su profunda tristeza.
Robert sintio un arrebato de rabia. ?Que diablos ocurria con su hermano? ?Es que Austin no se daba cuenta de lo abatida que estaba? No, por supuesto que no; el se hallaba en Londres. Hacia tres semanas le habia pedido a Robert que acompanase a Elizabeth, Caroline y su madre a Wesley Manor con instrucciones de no regresar a Bradford Hall hasta que se resolviese el caso de la muerte del alguacil.
Pero Robert sabia que algo marchaba muy mal entre su hermano y Elizabeth. Habia visitado a Austin el dia anterior y, por el rato que pasaron juntos, dedujo que este se encontraba tan abatido como Elizabeth, o incluso mas. Jamas habia visto a Austin de peor humor.
En cuanto a Elizabeth, nunca habia visto a una persona tan alicaida y desconsolada como ella. Le parecia una bella flor que alguien se hubiese olvidado de regar y que empezaba a languidecer y marchitarse. Bueno, pues estaba harto de eso. Lo que mantenia a Austin y a Elizabeth separados, fuera lo que fuese, debia terminar.
Fingiendo no fijarse en sus ojos llorosos, hizo una reverencia formal y exagerada.
– Estas preciosa, Elizabeth. -Sin darle oportunidad de contestar, la tomo del brazo y echo a andar por el sendero-. Debemos darnos prisa, el coche de viajeros sale dentro de… -hizo un calculo rapido de lo que tardarian Caroline y su madre en hacer las maletas- dos horas. -Sabia que las dos se pondrian freneticas cuando se lo dijese, pero las situaciones desesperadas requerian medidas desesperadas-. No esta bien que pospongamos la diversion.
– ?Coche de viajeros? ?Diversion? ?De que estas hablando?
– Pues de nuestra excursion a Londres. ?Es que Caroline no te ha dicho nada? -La miro con disimulo y advirtio que palidecia.
– No. Yo… no tengo ganas de ir a Londres.
– Tonterias. Claro que tienes ganas. Pasar demasiados dias a solas en el campo resulta agobiante. Iremos al teatro, saldremos de tiendas, visitaremos museos…
– Robert. -Se detuvo y se solto de su brazo.
– ?Si?
– Aunque agradezco la invitacion, me temo que no puedo acompanaros. Espero que lo paseis bien.
Robert se pregunto si ella era consciente de lo desconsoladora que resultaba su tristeza. Y adivino la razon de su negativa a ir a Londres: el zoquete de su hermano. Suspiro y sacudio la cabeza.
– Es una pena que no quieras venir. La casa enorme y vacia de la ciudad no sera lo mismo sin ti.
– ?Vacia? -pregunto ella con el entrecejo fruncido.
– Claro, porque Austin se ha ido a su finca de Surrey para la…, esto…, la inspeccion anual de las cosechas. Seguro que te ha hablado de ello.
?La inspeccion anual de las cosechas? Robert estuvo a punto de poner los ojos en blanco al pensar en la absurda excusa que acababa de inventar.
– Me temo que olvido mencionado.
Sacudiendo la cabeza, Robert emitio un resoplido de disgusto.
– Tipico de mi hermano mayor. Siempre olvida estas cosas.
– ?Cuanto tiempo estara en Surrey?
– Oh, al menos quince dias -mintio Robert con cara de palo-. Lo pasaremos de maravilla. Ademas, Caroline pondra el grito en el cielo si no vienes. Te necesita desesperadamente como acompanante para ir de compras, pues los gustos de nuestra madre son demasiado sobrios. Ademas, me ahorraras la deprimente perspectiva de no tener a nadie con quien conversar excepto mi madre y mi hermana. -Hizo una mueca de fingido espanto-. ?Lo ves? Sencillamente tienes que venir.
De inmediato noto que ella estaba considerando seriamente su propuesta y se sintio aliviado al ver en sus labios algo que parecia una sonrisa autentica. Un esbozo de sonrisa, pero autentica de todos modos.
– De acuerdo. Quizas un viaje a Londres suponga un agradable cambio de aires. Gracias, Robert.
– Es un placer.
– Supongo que lo mejor sera que vaya a hacer las maletas.
– Es una idea excelente. Ve a prepararte, yo vendre enseguida.
La observo alejarse y aguardo a que se perdiese de vista en el laberinto. Cuando estuvo seguro de que no podia verlo, salto por encima de un seto de una manera muy impropia de un lord, cosa que le habria provocado un desmayo a su madre, y echo a correr a toda prisa hacia la entrada lateral de la casa.
Debia informar a Caroline y a su madre de su inminente viaje a Londres.
?Estaba embarazada?
Austin, sentado en su estudio, contemplando el fuego de la chimenea con su cuarta copa de brandy en la mano, intentaba en vano ahuyentar de su mente la pregunta que lo atormentaba desde hacia tres semanas. Miles se encontraba de pie junto a la repisa de la chimenea, contandole algo sobre los ultimos cotilleos que habia oido en White's, pero Austin no lo escuchaba. Despues de varias copas mas, sin duda dejaria de oir la voz de su amigo por completo. Tal vez dejaria tambien de sentir.
Habia pasado esas tres semanas siguiendo el rastro de dos soldados que habian servido en el ejercito con William pero, tal como habian declarado hacia un ano, los dos le dijeron que lo habian visto, como a tantos otros ese dia, caer en la batalla. Tambien habia esperado recibir mas instrucciones por parte del chantajista, pero no le llegaron. ?Por que el hombre no habia intentado cobrarle las cinco mil libras que le exigia? Si Elizabeth estuviese alli, tal vez podria…
Desecho el pensamiento, pero era demasiado tarde. Ella estaba grabada a fuego en su mente y, por mas que intentaba no hacerse esa pregunta, la incertidumbre lo reconcomia por dentro: ?estaria embarazada? Aguardaba la respuesta con ansia y tambien con miedo. Si lo estaba, tendria un hijo suyo…, un hijo destinado a morir antes de tener la oportunidad de disfrutar de la vida. Si Elizabeth no estaba encinta, su matrimonio habria acabado. Una risa amarga broto de su garganta. Maldicion, pasara lo que pasase, su matrimonio habia llegado a su fin.
Apuro el contenido de la copa, se levanto y se acerco a las licoreras de cristal posadas en la mesita junto a las ventanas que daban a la calle. Se sirvio un brandy doble y descorrio la cortina.