que le habia dado el marinero.
Ella escucho con atencion, con el entrecejo fruncido debido a la concentracion.
– Supongo que ahora estaras planeando viajar a Francia -dijo cuando el hubo terminado.
– Asi es. De hecho, si me disculpas, debo pedirle a Kingsbury que haga mi maleta.
– ?Partiras pronto?
– De inmediato. El viaje a Dover me llevara al menos cinco horas. Quiero embarcar en el buque que zarpara con la marea alta de la manana.
Se quedo quieto, incapaz de apartar la vista de ella, consciente de que no podria marcharse sin antes decirle algo.
– Elizabeth. -Tosio para aclararse la garganta-. Te estoy muy agradecido por ayudarme a encontrar a Gaspard. Siempre estare en deuda contigo. Gracias.
– De nada. -Elizabeth contemplo su hermoso y adusto rostro, y el corazon se le rompio en mil pedazos. Dios, cuanto lo amaba-. Yo… haria cualquier cosa por ti.
Estas palabras se le escaparon casi sin darse cuenta, pero se encogio al ver que el atisbo de expresion carinosa en el semblante de Austin cedia el paso a la frialdad.
– ?Cualquier cosa? -El solto una carcajada desprovista de humor-. Si no fuera una mentira tan descarada, tal vez me resultaria divertido.
Se acerco a la puerta y la abrio. Vacilo, intentando decidir si anadir algo mas, pero al cabo de unos segundos salio al pasillo y cerro la puerta tras si.
Elizabeth respiro profundamente y se llevo las manos al estomago, que tenia revuelto. Estaba claro que su marido pensaba que ya no tenia mas asuntos que tratar con ella.
Alzo la barbilla con determinacion.
Estaba claro que su marido no sabia toda la verdad.
Austin salio a grandes zancadas de la casa, felicitandose en su fuero interno por marcharse tan deprisa. Habia garabateado unas notas a su madre y a Miles, informandoles de que unos asuntos reclamaban su atencion en Francia. Le remordia la conciencia por el modo en que habia dejado a Elizabeth, pero no tenia eleccion. Si se hubiese quedado en el estudio con ella un segundo mas, habria dicho o hecho algo de lo que se habria arrepentido, como postrarse de rodillas y suplicarle que lo amara.
Solto un grunido de impaciencia y se obligo a desechar esos pensamientos. Tenia que concentrarse en el asunto que traia entre manos: viajar a Francia, encontrar a Gaspard y, con un poco de suerte, tambien a William. Tenia que dejar de pensar en Elizabeth.
El criado le abrio la portezuela del carruaje. Austin puso un pie dentro y se quedo helado.
Elizabeth, ataviada con su traje de viaje azul verdoso, estaba sentada dentro del coche.
– ?Que demonios haces aqui? -pregunto el.
Ella enarco las cejas.
– Estaba esperandote.
– Si quieres hablar conmigo tendras que esperar a que vuelva. Tengo que irme ahora mismo.
– Lo se. Y cuanto antes te acomodes en el asiento, antes nos pondremos en marcha.
– ?«Nos»? -Una risotada de incredulidad escapo de sus labios-. «Nosotros» no vamos a ninguna parte.
Ella lo miro con gesto desafiante.
– Lamento discrepar. «Nosotros» vamos a Francia.
La ira se adueno de el. Con un gesto seco de la cabeza despidio al criado. Despues se inclino hacia el interior del carruaje y dijo con una voz tensa pero controlada:
– El unico sitio al que tu vas a ir es a la casa. Ahora mismo.
– ?De verdad crees que es lo mas conveniente?
– Si.
Ella asintio con la cabeza, pensativa.
– Me parece una terrible perdida de tiempo. Piensalo: si me obligas a salir del coche te retrasaras mas aun descargando mi equipaje. Y entonces yo tendre que agenciarme otro medio de transporte para ir a Dover.
Austin apreto los labios hasta que quedaron reducidos a una linea muy fina.
– No haras nada por el estilo.
La determinacion relampagueo en los ojos de Elizabeth.
– Claro que lo hare.
– Y un cuerno. Te lo prohibo.
– Ire de todas maneras.
– Elizabeth -dijo Austin, conteniendo a duras penas una palabrota-, tu no vas…
– ?Como esta tu frances?
Austin se quedo desconcertado.
– ?Mi frances?
– Segun Caroline, entiendes el idioma, pero no lo hablas de forma inteligible.
Aunque mentalmente dedico a su hermana un par de lindezas, no podia negar que esas palabras eran ciertas. Su frances era lamentable.
– Y ahora me diras que tu lo hablas con fluidez, ?no? -comento con sarcasmo.
Ella le dirigio una sonrisa radiante.
– ?Y quien te enseno?
– Mi madre, que, aunque era inglesa, estudio el idioma como todas las damitas de Inglaterra. -Su sonrisa se desvanecio, y una expresion a la vez implorante y decidida asomo a sus ojos-. Por favor, entiendelo. No puedo dejar que te marches solo. Prometi ayudarte y eso es lo que hare. Si rehusas llevarme contigo, me vere obligada a viajar a Calais por mi cuenta.
Por el angulo de su barbilla y la determinacion de su mirada, Austin concluyo que ella cumpliria su amenaza a menos que el la atara a una silla. Y aunque lo hiciese, no le cabia la menor duda de que Robert, Miles, Caroline o incluso su propia madre la desatarian. Maldicion, seguro que la familia entera la acompanaria a Francia.
Consciente de su derrota, aunque no le gustaba un pelo, subio al carruaje. Sin esperar al criado, cerro de un portazo y le indico al cochero que se pusiera en camino.
22
Era imposible hacer caso omiso de esa maldita mujer.
No habria podido dejar de fijarse en ella aunque estuviesen en una gigantesca sala de baile, pero en la estrechez del carruaje lo perturbaba aun mas.
Todos sus sentidos estaban pendientes de ella. Cada vez que respiraba, el suave aroma a lilas inundaba su olfato.
Desesperado, cerro los ojos con la esperanza de poder dormir, pero fue en vano.
En cambio, imagenes de ella se arremolinaban en su mente. Imagenes que nada en el mundo podria borrar.
?Que necesitaria para erradicarla de su cerebro, de su corazon, de su alma?
Abrio ligeramente un ojo. Ella estaba sentada frente a el, leyendo un libro con aire tranquilo, cosa que le dolio. Saltaba a la vista que el era el unico que estaba sufriendo.
Cerro el parpado y reprimio un grunido.
Por todos los diablos del infierno, estaba resuelto a sufrir en silencio.
Aunque muriese en el intento.
El viaje en coche la habia dejado baldada.
Elizabeth bajo del carruaje en Dover y estiro los musculos entumecidos. Habia soportado una tortura atroz. Cinco horas fingiendo leer un libro cuyo titulo ni siquiera recordaba. Y Austin sentado enfrente, durmiendo todo el