se despellejo las palmas de las manos al caer sobre el sendero pedregoso. Sintio tal escozor que le asomaron lagrimas a los ojos, pero sin esperar un segundo se puso en pie y continuo la marcha.
Agotada y sin aliento, avisto por fin la casita, a lo lejos. Se le puso la carne de gallina. Dejando a un lado su temor, siguio adelante ocultandose tras los arboles y en las sombras que proyectaba la luz del crepusculo, y centro todos sus pensamientos y energias en ayudar a Austin.
«?Donde estas? -se pregunto-. Dios santo, ?donde estas?»
Y entonces oyo gritar a una mujer.
Austin oyo gritar a una mujer.
Con el corazon latiendole con fuerza, se acerco sigilosamente a la cabana ruinosa hasta ponerse en cuclillas justo delante de una ventana. Una voz profunda y apagada, obviamente masculina, llego a sus oidos. Se irguio con cuidado y echo un vistazo sobre el alfeizar.
Observo horrorizado como el hombre que iba buscando levantaba la mano y golpeaba en la cara a una nina. El chillido de una mujer resono en la cabana. La nina se retorcio haciendose un ovillo en el suelo. El cabello le tapaba el rostro, de modo que Austin no alcanzo a ver si estaba herida o no. Gaspard aparto a la nina con el pie como si fuera basura y se acerco a la mujer.
Austin vio que estaba atada a una silla. Tenia la cara cubierta de moratones y el negro cabello enmaranado. Forcejeaba y sollozaba intentando soltarse.
– ?Hijo de perra! -grito Austin-. ?No le pongas la mano encima!
Gaspard se giro hacia la ventana y Austin se agacho rapidamente. Con la espalda contra la pared, se esforzo por respirar regularmente, controlar su rabia y concentrarse. Debia sacar a la mujer y a la nina de esa casa; No tenia intencion de matar a Gaspard, al menos no sin antes interrogado, pero debia detenerlo. Saco la pistola del bolsillo y se aseguro de que estuviese lista para disparar. «Un tiro -se dijo-. Tengo un solo tiro para detener a este desgraciado. No puedo fallar.»
Tendria mas oportunidades de alcanzado si le disparaba a traves de la ventana. Por el momento nadie lo habia visto, y tenia a Gaspard a tiro. Decidido, se puso de pie y miro por la ventana. Gaspard estaba tapandole la boca a la mujer con un trapo. Austin sostuvo la pistola con pulso firme, esperando a que el cabron se apartara de ella.
En ese momento, la puerta principal se abrio de golpe. Gaspard se volvio bruscamente.
A Austin le temblaron las piernas, y su corazon dejo de latir por unos instantes.
Elizabeth estaba en el umbral.
Elizabeth miro a la mujer atada y a la nina acurrucada junto a la vieja mesa de madera. La mujer aun estaba viva, pero la nina… Elizabeth se quedo sin aliento. No alcanzaba a verle la cara, pero percibio el suave movimiento de sus hombros. Respiraba.
Se debatio entre el terror y el alivio. No habia llegado demasiado tarde. Seguian con vida.
Pero ?durante cuanto tiempo?
– ?Quien demonios es usted? -le pregunto Gaspard en un frances gutural, y cruzo la habitacion en dos zancadas furiosas.
Cerro de un portazo, echo el cerrojo y la agarro por los brazos. Sus dedos se le clavaron en la carne y ella no pudo evitar soltar un gemido de dolor.
Lo miro a los ojos y un escalofrio le recorrio la espalda. Su expresion era terriblemente amenazadora. Intento llevarse las manos al bolsillo para extraer el saquito de hierbas, pero el la apreto con tanta fuerza que Elizabeth creyo que se le romperian los huesos de los brazos. Austin estaba cerca, en algun lugar. Tenia que ganar tiempo para evitar que ese demente matara a la mujer y a la nina. Y a ella.
– Contesteme -gruno el. La zarandeo tan violentamente que le castanetearon los dientes y la bolsa de medicamentos se le cayo de la mano-. ?Quien es usted?
Elizabeth trago saliva y se esforzo por aparentar tranquilidad. Tenia que ganar tiempo como fuera. Al menos la atencion de Gaspard estaba puesta en ella y no en la mujer y la nina.
«Date prisa, Austin», penso.
– Me llamo Elizabeth.
Los ojos de Gaspard quedaron reducidos a rendijas.
– ?Que hace aqui?
– Yo…
Su voz se extinguio mientras una serie de imagenes desfilaba por su mente. Dirigio la vista a la mujer atada, que le imploraba ayuda con la mirada. Se volvio de nuevo hacia Gaspard.
– Es tu hermana -le dijo en tono acusador.
El solto una risotada desagradable.
– ?Y a usted que le importa? -Le solto un brazo y se llevo la mano a la espalda. Cuando la volvio a mostrar, empunaba una pistola. Aparto a Elizabeth de un empujon y ella estuvo a punto de caer al suelo-. Arrimese a la pared -le ordeno el.
Ella se enderezo y retrocedio despacio, con los ojos clavados en el arma. Dios santo, estaba demasiado lejos de el para arrojarle las hierbas.
– Mi hermana estaba a punto de sufrir una muerte prematura, Elizabeth. Su inoportuna aparicion acaba de condenarla a usted a correr la misma suerte.
Le apunto al corazon con la pistola.
Al otro lado de la ventana, Austin luchaba contra el panico que empezaba a apoderarse de el. Elizabeth se encontraba justo delante de la ventana, vuelta de espaldas. Gaspard estaba a unos cuatro metros de ella, apuntandola con la pistola. A menos que Elizabeth se apartara, Austin no tenia la menor oportunidad de alcanzar al hombre con un disparo sin herirla. Habia visto al frances echar el cerrojo a la puerta, y esa era la unica ventana.
Ella tenia que moverse. Austin tenia que conseguir que se apartara, pero ?como?
24
Elizabeth tenia que distraer a Gaspard. Y tenia que haced o rapidamente.
– Lo se todo sobre William -dijo, aliviada de que su voz sonase tranquila.
Gaspard se quedo totalmente inmovil.
– ?Quien?
– William. El ingles al que compraste armas el ano pasado.
La mujer emitio un quejido amortiguado por la mordaza. Gaspard la fulmino con la mirada.
– Silencio,
Ella arqueo las cejas.
– Claro que lo sabes. Os vieron en el muelle. -Sacudio la cabeza y chasqueo la lengua-. Actuaste como un vil aficionado. Fue un trabajo de contrabando muy poco profesional.
Sus palabras le helaron la sangre a Elizabeth.
– Tu sabes donde esta.
– ?Donde esta William?