Una sonrisa siniestra le torcio los labios.
– Lo bastante cerca para oirla gritar. Quiero que se pregunte que estoy haciendole a esta
La mujer solto otro quejido y Gaspard se volvio bruscamente hacia ella.
– ?Callate!
Varias escenas se arremolinaron en la mente de Elizabeth, sucediendose con tanta rapidez que apenas pudo asimiladas. William. Atado y amordazado. Pugnando por soltarse. Dios santo, tenia que seguir tirandole de la lengua a Gaspard. Una imagen aparecio ante sus ojos.
– Claudine… es la esposa de William.
El rostro carnoso de Gaspard enrojecio de repente.
– No es mas que una
Elizabeth miro a Claudine, a quien las lagrimas le resbalaban por las mejillas.
– William estaba herido -dijo Elizabeth-. Ella lo cuido mientras se recuperaba, y se enamoraron.
– El amor. -Gaspard escupio de nuevo en el suelo; luego echo una mirada cargada de odio a su hermana y, dirigiendose a ella, prosiguio-: Has olvidado lo que nos hicieron a nosotros, lo que le hicieron a nuestra familia. Los cabrones ingleses nos lo robaron todo. Y ese hijo de perra mato a Julien. -Su voz se elevo practicamente hasta convertirse en un grito-. Nuestro hermano murio en la batalla en la que resulto herido tu cerdo ingles. Nos traicionaste a todos al salvado y casarte con el. ?Cuantas de las vidas de nuestros compatriotas sacrificaste para tener a ese desgraciado entre las piernas?
Sus labios se torcieron en una sonrisa sardonica mientras miraba de arriba abajo a la mujer atada.
– Al enterarme de lo que habias hecho -continuo-, de que nos habias traicionado, sali en su busca. Pero cuando di con el, me hizo creer que, gracias a ti, simpatizaba con nuestra causa. Como un idiota, le di la oportunidad de demostrado. -Achico los ojos-. Me vendio armas inglesas. Probe media docena de ellas y comprobe que estaban en buen estado. ?No podia esperar a matar cerdos ingleses con sus propias pistolas! Pero me habia mentido. Solo las armas colocadas encima funcionaban. Cuando mis hombres utilizaron las demas fueron masacrados. Por tu culpa. ?Tu culpa!
Se volvio de nuevo hacia Elizabeth, con un brillo de demencia en los ojos.
– El regimiento del maldito William mato a Julien. Despues el tal William deshonro a mi hermana y la convirtio en una traidora. -Su voz se torno inexpresiva-. Ella tiene las manos manchadas con la sangre de mis compatriotas. La sangre de mi hermano. Y me encargare de que pague por ello. Es mi deber.
Bajo la vista hacia la pistola que empunaba, y Elizabeth intuyo de inmediato que estaba a punto de llegar su hora. Desesperada por distraerlo, abrio la boca para hablar, pero se interrumpio al percibir un sonido en su cabeza.
Un sonido apremiante. Palabras.
Con el entrecejo fruncido, intento concentrarse. De pronto, la voz de Austin resono en su cerebro. «Apartate de la ventana.»
Era como si el se encontrase a su lado y le hubiese hablado en voz alta.
«Apartate de la ventana. Apartate de la ventana.»
Dio un pequeno paso a un lado y Gaspard clavo la mirada en ella.
– No te muevas o disparo.
Dios santo, ?que iba a hacer ella ahora? Claramente Austin estaba a su espalda, ante la ventana, y necesitaba que ella se apartara para tener a Gaspard a tiro. Pero si se movia, este la mataria. Obviamente planeaba matarla de todas maneras, pero ella no queria impulsarlo a realizar la tarea antes de lo previsto.
Solo podia hacer una cosa.
Justo cuando se le ocurria esa posibilidad, la voz de Austin retumbo en su cerebro.
«?Tirate al suelo!»
Elizabeth se dejo caer como una piedra.
El vidrio se hizo anicos tras ella, y el estampido ensordecedor de una pistola atrono el aire.
Austin echo un vistazo a traves de la ventana rota. Gaspard estaba de rodillas, con el rostro contraido de dolor, apretandose el estomago con las manos. La sangre de color rojo brillante le manaba entre los dedos, empapandole la camisa. Su pistola se encontraba en el suelo, detras de el.
Elizabeth. ?Estaba herida? En cuanto le paso por la cabeza esta espantosa posibilidad, ella se puso en pie de un salto y se acerco a el. Su paso era vacilante, pero estaba bien.
Estaba bien.
El alivio que sintio Austin casi convirtio sus rodillas en gelatina.
– Abre la puerta -le ordeno en voz baja.
Ella hizo lo que le pedia de inmediato. El entro en la casa y, protegiendo a Elizabeth con su cuerpo, recogio la pistola de Gaspard. Acto seguido se volvio hacia ella.
– ?Estas herida?
La joven lo observo con inquietud de arriba abajo.
– No. ?Y tu? ?Te encuentras bien?
En realidad, no. Habia estado a punto de perder todo lo que le importaba. Pero no era el momento de hablar de eso.
– Estoy bien -respondio. Aparto la vista del rostro livido de su mujer y la poso en Gaspard, que luchaba por levantarse-. Quedate detras de mi -le susurro a Elizabeth.
Con la pistola de Gaspard, apunto a este en el pecho.
– No te muevas -le ordeno.
Una ojeada le basto para comprobar que la herida que el frances tenia en el estomago era mortal. Sin embargo, Gaspard logro ponerse en pie y se apoyo con todo su peso en la mesa. Contemplo a Austin un momento y luego solto una carcajada jadeante.
– Por fin nos conocemos,
Conteniendo la ira que hervia en su interior, Austin empuno con mas firmeza la pistola.
– Tantos muertos -convino con fria serenidad-, y tu seras el siguiente.
Los ojos de Gaspard relampaguearon con malevolencia.
– Tal vez. Pero al menos se que habre librado al mundo del cabron de tu hermano.
– Te he oido a traves de la ventana. Has dicho que esta vivo.
– Pero no lo estara cuando lo encuentres…, si es que lo encuentras.
– Lo encontrare en cuanto acabe contigo. ?Por que mataste a mi alguacil?
La sangre chorreaba entre los dedos de Gaspard, que hizo una mueca de dolor.
– Otro cerdo ingles. Iba por ahi haciendo preguntas sobre mi. Cuando quiso reunirse contigo supe que habia averiguado algo. Lo segui. No podia correr el riesgo de que te revelara lo que habia descubierto, especialmente si se trataba de mi escondite o del hecho de que yo estaba enviandote cartas. Lo habria estropeado todo. -Respiro trabajosamente-. Pero el cerdo se nego a decirme nada, asi que le pegue un tiro en la cabeza.
Detras de el, Elizabeth solto una exclamacion de horror.
– ?Por que tardaste un ano en empezar a hacerme chantaje? -pregunto Austin.
– Fui herido en Waterloo, debido a las armas defectuosas que nos proporciono tu hermano. Tarde meses en restablecerme. No supe hasta hace poco que el marido de la
Una imagen de William acudio a la mente de Austin, como si lo hubiese visto la noche anterior. Conversaba apresuradamente con Gaspard, embarcando cajas llenas de armas en un buque. No estaba traicionando a su pais, sino arriesgando la vida en pro de la causa inglesa, entregandole a ese demente armas defectuosas. Apreto con fuerza la culata de la pistola.