tiempo.

Con gusto habria conciliado el sueno ella tambien, pero apenas podia estarse quieta, asi que cerrar los ojos resultaba impensable. Paso todo el viaje mirando el libro, mientras su corazon intentaba desesperadamente convencer a su mente de que aceptara la oferta que Austin le habia hecho hacia unas semanas: llevar adelante su vida conyugal buscando la manera de que ella no quedase embarazada.

Pero por mas que su corazon se lo rogaba, su mente se negaba a escuchado. «Bastaria con un pequeno descuido -y no seria raro que yo cometiese un descuido cuando Austin me tomara entre sus brazos- para que me quedara encinta. Y se muy bien cual seria el destino de la criatura», penso.

Un escalofrio bajo por su espalda. Por mucho que le doliese su decision, no podia exponer a Austin al sufrimiento que le causaria la muerte de su hija.

Austin se quedo mirando al posadero.

– Perdone, ?como dice?

– Solo queda una habitacion, excelencia -repitio el anciano.

Austin tuvo que contener el impulso de golpear las paredes con los punos. Maldicion, ?que otra cosa podia salir mal? Pero se apresuro a desechar ese pensamiento. Mas valia no hacerse esa pregunta.

Y no tenia sentido desahogar sus frustraciones en el posadero. No era culpa suya que el hostal estuviese completo. Despues de indicad e al criado que llevase el equipaje a la habitacion disponible, el y Elizabeth siguieron al posadero escaleras arriba.

La habitacion era pequena pero alegre, y practicamente todo el espacio estaba ocupado por una cama de aspecto confortable con un cobertor primorosamente bordado.

– Hay agua fresca en la jarra, excelencia -senalo el hospedero-. ?Necesitareis alguna cosa mas?

Austin desvio su atencion de la cama y de la miriada de pensamientos que le inspiraba.

– Nada mas, gracias.

El posadero se marcho y cerro la puerta a su espalda. Austin observo a Elizabeth, que jugueteaba con los lazos de su sombrero. Ella lo miro y esbozo una sonrisa vacilante.

– Esto resulta… un tanto violento -dijo.

El se le acerco, sin despegar los ojos de ella.

– ?Violento? ?Por que? Somos marido y mujer.

Las mejillas de Elizabeth se tineron de carmesi.

– No puedo acostarme en la misma cama que tu.

– Ya lo has dicho antes. Pero, por desgracia, solo hay una cama, y nosotros somos dos.

– Dormire en el suelo -dijo ella, intentando parecer segura de si misma, pero el ligero temblor de su voz delataba su nerviosismo.

Bien. No estaba tan serena como queria aparentar. El acababa de pasar cinco horas angustiosas, de modo que la idea de que quizas ella tambien estuviese angustiada lo animaba considerablemente.

Avanzo otro paso hacia ella. Los ojos de Elizabeth reflejaron cierta sorpresa, pero consiguio mantenerse firme. Un paso mas, y el detecto su respiracion bastante agitada. Dos zancadas mas lo colocaron justo enfrente de ella. Sus ojos color ambar parpadearon con evidente aprension, y el, muy a su pesar, tuvo que admirar en su fuero interno la gran valentia que demostraba al no retroceder ante el. Pero deseaba hacerle perder la calma, maldita sea. Del mismo modo que ella le habia hecho perder la suya.

– No es necesario que duermas en el suelo, Elizabeth -susurro, bajando la vista hacia su boca.

– Me temo que si.

– ?Lo dices porque no confias en mi y crees que intentare seducirte?

– Confio en ti -musito ella-. En quien no confio es en mi misma.

El dolor en su voz hizo que el la mirase con mas intensidad. Escruto su rostro, el brillo de vulnerabilidad en sus ojos, el deseo que oscurecia sus iris dorados, y se le corto la respiracion. Intuia que ella intentaba ocultarlo desesperadamente, pero su mirada la delataba: le deseaba. Irradiaba deseo, como el sol irradia calor; una senal para el.

Austin levanto la mano para tocarla, pero los dedos se le crisparon y resistio el fuerte impulso. Los ojos de Elizabeth le decian que podia seducirla, pero el no soportaria la afliccion de dejarla marchar de nuevo, de oirle decir de nuevo que planeaba abandonarlo. Aunque la deseaba con toda su alma, su traicion todavia le dolia demasiado.

Le dio la espalda, se acerco a la ventana y se llevo las manos a la cara. Se le ocurrio que las visiones de Elizabeth eran una espada de doble filo. Por un lado, lo habian ayudado a seguir el rastro de Gaspard, quien a su vez, con un poco de suerte, lo conduciria hasta William.

Pero las premoniciones de Elizabeth le habian arrebatado su matrimonio, su esposa, la esperanza en un futuro feliz. La posibilidad de tener hijos. No le habian dejado mas que rabia, dolor, resentimiento y una pena tan profunda que no sabia si algun dia se recuperaria.

La oyo cruzar la habitacion y se volvio. Se quedo petrificado al ver que ella se encontraba a un palmo de el. Elizabeth se sobresalto tambien al tomar conciencia de su subita cercania. Austin no tenia mas que alargar la mano para tocarla…, dar un paso al frente para estrechada entre sus brazos. El cerebro le ordeno que se alejara, pero sus pies permanecieron inmoviles, como si alguien le hubiese clavado los zapatos al suelo.

Austin veia con claridad cada una de las pecas doradas de su nariz, las pestanas negras como el carbon que le rodeaban los bellos ojos…, ojos que no queria mirar, pues ya lo habian enganado demasiadas veces. Bajo la mirada hacia su boca y de inmediato le vino a la memoria la sensacion de sus suaves labios contra los suyos, entreabiertos para recibir su lengua. Se sintio lleno de deseo y apreto los punos, obligandolos a quedarse quietos a sus costados. Maldicion, tenia que salir de esa habitacion.

– Duerme tu en la cama -dijo, rodeandola para dirigirse a la puerta-, yo bajare a tomar una copa. Ya encontrare algun otro sitio donde dormir.

Ella se estremecio y luego lo miro fijamente.

– No es necesario que me restriegues por las narices tus… planes nocturnos.

El se detuvo, con una mano en el pomo de la puerta.

– ?Como dices?

– Naturalmente, no espero que practiques la abstinencia durante el resto de nuestro matrimonio, pero agradeceria algo de discrecion por tu parte.

Una emocion que Austin no acerto a distinguir centelleaba en los ojos de ella. Austin se inclino haciendo una reverencia exagerada.

– Entiendo. Tu generosidad al mostrarte dispuesta a compartirme me abruma y, si se presenta la ocasion, procurare ser discreto. Sin embargo, mi plan nocturno para hoy consiste en dormir en ese sillon. -Senalo con la cabeza una butaca que habia en un rincon-. Pero primero quiero un brandy.

O dos. Tampoco queria descartar la posibilidad de tomarse tres.

Salio de la habitacion, cerro la puerta tras si y respiro profundamente.

Maldicion, sospechaba que probablemente le haria falta una botella entera.

El buque atraco en Calais al atardecer, y Austin y Elizabeth fueron los primeros en desembarcar. El se dispuso a conseguir un medio de transporte que los llevase a Marck, y de inmediato descubrio lo valiosa que era Elizabeth como companera de viaje. Ella entablo una conversacion en frances impecable con el dueno de los establos, y diez minutos despues tenian a su disposicion una elegante calesa tirada por dos caballos zainos. Solo Dios sabia que habrian obtenido si el hubiera tenido que encargarse de buscar un medio de transporte.

Agradecido e irritado a la vez, Austin se acomodo en el asiento de piel. Antes de que pudiese extender el brazo para ayudar a Elizabeth, el dueno de las cuadras la aupo a su asiento. Austin noto el brillo de admiracion en los ojos del hombre y lo fulmino con la mirada. Maldita sea, tenia que aprender a decir en frances «Deja de mirar a mi esposa, desgraciado». Imperterrito, el hombre se limito a sonreir y se alejo tranquilamente.

Austin tomo las riendas, puso la calesa en movimiento y centro su pensamiento en la mision que tenia por delante. Tardarian aproximadamente una hora en llegar a Marck. Si todo iba bien, encontraria a Gaspard y al fin obtendria las respuestas a las preguntas que lo atormentaban, sobre las cartas de chantaje e incluso tal vez sobre el paradero de William.

El carruaje sufrio una sacudida a causa de un bache, y el hombro de Austin choco con el de Elizabeth. Al

Вы читаете Una Boda Imprevista
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

1

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату