– ?Has venido aqui a servirme el cafe?

– Quiero que esquies conmigo.

Le miro a la cara y la alivio ver que el la observaba como si nada hubiera pasado.

– Te dije que no sabia esquiar.

– Lo se. Te ensenare.

– No tengo traje de esqui.

– Puedes alquilar lo que necesites.

Ella estaba a punto de discutir que no necesitaba nada porque no queria esquiar cuando el anadio.

– Yo pagare por todo.

– No. No lo haras.

– Bien, no lo hare -dijo y miro su reloj de plata-. La tienda de alquiler abrio hace cinco minutos.

– ?Llamaste?

– Por supuesto. ?Cuanto tardaras en estar preparada?

Brina considero sus opciones. Podia dejar que Thomas la ensenara a esquiar o se podia quedar en el hotel esperando encontrar a alguien con quien hablar durante las proximas cuatro o cinco horas.

– Treinta minutos.

Thomas echo un breve vistazo a Brina. Se fijo en la bata de seda y en el pelo mojado, en su impecable piel y en las unas de los pies pintadas de rosa.

– ?Puedes hacer que sean veinte? La tienda de alquiler se queda pronto sin las tallas pequenas -dijo mientras pasaba a su lado y agarraba el picaporte de la puerta-. Te esperare en el vestibulo -dijo, y salio de la habitacion hacia el pasillo seguido del aroma del champu de Brina que dejaba una suave fragancia de coco y kiwi en el aire.

Thomas se dirigio hacia el final del pasillo y entro en su habitacion. La pared del fondo consistia basicamente en ventanas que daban a las pistas de esqui que habia debajo y las cortinas estaban apartadas para dejar que la luz del dia llenara la habitacion. La luz incidia en las copas de cristal que habia en el bar, disparando prismas multicolores sobre la gruesa moqueta beige.

Sus esquis estaban apoyados contra la chimenea de piedra. El traje de Hugo Boss que habia usado la noche anterior colgaba del brazo de un sofa y la servilleta con el numero de telefono de Holly se habia caido de sus pantalones y estaba sobre la mesita de cafe de caoba.

A pesar de lo que le habia dicho a Brina, no habia considerado la invitacion de Holly. Bueno, quiza la llego a considerar, pero no mas de un par de minutos. Holly Buchanan eran tan hermosa como siempre, pero no se mentia a si mismo pensando que solo era su personalidad lo que a ella le habia gustado. Y francamente, a el le gustaba ser el que iniciara la persecucion.

Entro en el dormitorio y cogio del armario sus botas negras de esqui y metio los pies dentro. La mujer a la que queria perseguir en estos momentos estaba justo al final del pasillo. La noche anterior, cuando ella se le habia acercado y le pregunto si queria bailar con el, no estaba tan seguro de hacer un viaje por el recuerdo con Brina MacConnell.

Y entonces tomo a Brina en sus brazos y cuanto mas la sostenia, mas seguro estaba que estaba manejando mal la situacion con Brina, asi que decidio descubrir por que le habia fascinado y consumido durante su adolescencia. Mientras crecian, ella no habia sido guapa, no hasta los primeros anos de instituto y no como ahora.

Thomas termino de ponerse las botas y se levanto.

Iba a permanecer en el pueblo hasta la tarde siguiente y no tenia realmente planes, asi que se debia a si mismo averiguarlo antes de irse. Una parte de el pensaba que ella tambien se lo debia por todas las veces que se tuvo que sujetar las manos cuando lo que realmente queria era hacer que recorrieran todo su cuerpo. Queria saborear sus labios y su cuello, queria poner la boca sobre sus pechos y que sus manos descendieran por sus piernas.

Si era completamente honesto, tenia que admitir que una parte de su plan poco tenia que ver con la nina de su pasado y todo con la mujer que habia abierto la puerta llevando el pelo envuelto en una toalla, las mejillas sonrosadas por la ducha y los pezones marcandose en la bata de seda. Se sentia atraido por la mujer que enrojecio cuando metio el dinero en sus pantalones de esqui y encontro mas de lo que buscaba, al contrario que Holly que metio su numero de telefono en su bolsillo mientras le contaba exactamente lo que queria.

Recordar la cara de Brina en el momento exacto en que se dio cuenta de donde habia metido la mano hizo que los labios de Thomas se curvaran en una sonrisa. Cogio los bastones de esqui del rincon donde los dejo el dia anterior. Si ella no era cuidadosa, la proxima vez que lo tocara, no seria un accidente.

El ultimo dia del ano 2000 fue espectacular. El sol brillaba en un cielo casi despejado y la temperatura rondaba los treinta grados. Un tiempo perfecto para esquiar.

– ?Estas seguro de que no me voy a caer?

– Si, y si lo haces yo te cogere.

Incluso aunque Thomas sabia lo que estaba haciendo, Brina todavia estaba un poco insegura. Seguro, el le habia ayudado a alquilar la ropa y el equipo adecuado, el largo bueno de bastones y esquis, pero ella no estaba tan segura sobre el telesilla.

La cola se movio un poco y Brina planto los bastones en el suelo y se dio un poco de impulso. Solo habian dado unas cuantas lecciones antes de ponerse en la cola.

– ?No deberiamos intentar primero la «colina de los conejitos»?

– La colina de los conejitos es para miedicas.

En estos momentos ella podria vivir con eso.

– Con este traje es donde encajo -dijo refiriendose a su traje de una pieza que se cerraba por la parte de delantera y se cenia en la cintura. Era de un color azul claro y tenia el nombre Patagonia cosido en su pecho izquierdo.

– Estas mona -dijo Thomas tratando de parecer sincero, pero su sonrisa era demasiado divertida. En contraste con Brina, Thomas no parecia un lerdo. Vestido completamente de negro parecia uno de esos esquiadores de los anuncios de Ray-Ban.

– Bueno, no dejo de pensar en la ultima vez que esquie y no puedo parar de pensar en que me voy a caer y romperme una pierna otra vez, solo que esta vez cuando los chicos de la patrulla de esqui vengan a por mi, llevare puesto un traje de conejito. -Se rasco la nariz con la mano enguantada-. Pienso en lo mucho que eso apesta.

Thomas la observo a traves de sus oscuras gafas de sol que le hacian imposible verle los ojos.

– Entonces no pienses en ello.

Ella fruncio el ceno.

– Gracias, ojala pudiera.

Se movieron un poco mas en la cola y ella volvio a repasar las instrucciones que Thomas le habia dado sobre como montarse en la silla.

Mirar hacia atras, coger la barra que esta en la parte de afuera de la silla con la mano, y sentarse cuando la silla te de en los muslos.

Facil.

Para su sorpresa y calma, y con la ayuda de Thomas sentarse en el elevador fue mas facil de lo que penso. Permanecer en el, era mas dificil. Sus botas y los esquis pesaban tanto que la tiraban hacia abajo. El resbaladizo traje tampoco ayudaba. Le entro el panico y se sujeto a la silla.

– Me estoy resbalando.

Thomas alzo los brazos por encima de sus cabezas y bajo la barra de seguridad. Brina apoyo los esquis en la barra que habia en la parte de abajo y se relajo mientras la silla los elevaba cada vez mas arriba, por encima de las copas de los arboles cubiertos de nieve. La gente que habia debajo parecian hormigas de colores y solo el ruido del cable del telesilla llenaba el aire que rozaba sus mejillas.

– ?Que tipo de detective privado eres? -pregunto Thomas rompiendo el silencio.

Ella le miro, su pelo oscuro y traje negro contrastaban con el azul del cielo, sus mejillas se estaban volviendo rosas y los rayos del sol se reflejaban en sus gafas. Concentro sus pupilas y bajo la mirada hacia sus labios.

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