– Personas desaparecidas en su mayoria. -Le respondio-. A veces investigo fraudes de seguros.

Su boca formo la palabra «?Como?»

– ?Investigar fraudes? Bien, vamos a ver, una compania aseguradora asentada en el Este, necesita que algunos trabajos se realicen en Portland. Ellos llaman a mi oficina y me contratan para que investigue los danos de la poliza. Por ejemplo, el ano pasado una mujer se cayo en el lugar de trabajo y supuestamente se dano la espalda y quedo confinada a una silla de ruedas. Ella pidio el dinero del seguro pero nadie la vio caerse y no habia camaras de seguridad. La compania de seguros me contrato para que la siguiera durante tres semanas.

– ?Eso no es peligroso?

– Aburrido generalmente. Pero al final la fotografie conduciendo coches de choque con sus hijos en Seaside.

– Siempre fuiste una cosita muy tenaz -sonrio, dejando ver el contraste de los blancos dientes con los broceados labios-. Pense que querias ser enfermera.

Mirarle a la boca la revolvia el estomago, y se pregunto como seria besarle. Inclinarse y presionar sus frios labios contra los suyos, besarle hasta que la temperatura cambiara y sus bocas se volvieran calientes y humedas. Aparto la mirada y la dirigio a las copas de los arboles.

– Y tu ibas a ser medico.

El se rio un poco y atrajo su atencion hacia su boca nuevamente.

– Solias darme «polvos curativos» que hacias aplastando Smarties.

– Y tu solias darme inyecciones en el culo.

– Pero nunca te bajaste demasiado los pantalones. Todo lo que puede ver era la parte de arriba de su trasero.

– ?Era por eso por lo que siempre querias ponerme inyecciones? ?Querias ver mi culo?

– Oh si.

– Estabamos en el colegio.

El se encogio de hombros.

– No tengo hermanas y despues de que se te bajaran las braguitas del bikini una vez, tenia curiosidad.

– Eras un pequeno pervertido.

Una nube tapo el sol y detras de los cristales de sus gafas ella vio su mirada, traspasandola como si pudiera ver a traves de su traje azul de esqui.

– No tienes ni idea -dijo y ella sintio algo caliente y liquido revolviendose en su tripa. Thomas Mack habia querido ver su trasero. No era el pequeno e inofensivo amigo que ella siempre penso. No el chico inocente que la ayudo a construir un fuerte en un arbol no muy lejos de la carretera de servicio que habia cerca de su casa.

La silla descendia segun se aproximaban a la cima y Thomas elevo la barra de seguridad.

– ?Recuerdas lo que te conte para bajarte de la silla?

Ella se paso los bastones a la mano que estaba en la parte de dentro de la silla.

– Lo mas importante es hacer una cuna como practicamos antes.

Ella asintio y sus esquis se deslizaron por la nieve segun se ponia de pie. La silla la empujo hacia delante y por unos instantes penso «lo estoy haciendo bien».

Entonces la rampa se curvo hacia la izquierda. Brina continuo hacia adelante y fue cogiendo velocidad.

– ?Indica con los esquis la direccion a la quieres ir! -grito Thomas desde algun sitio detras de ella.

– ?Que?

Enterro freneticamente los bastones en la nieve para parar pero no sirvio de nada. Se deslizo fuera de la rampa hacia el plastico naranja puesto para alejar a los esquiadores de los arboles. Las puntas de sus esquis atravesaron los agujeros que habia en el plastico naranja y ella se enredo con el. No se cayo, pero solo porque se habia agarrado a la parte de arriba de la valla y se sujetaba con fuerza.

– Brina.

Miro por encima de su hombro.

– -?Estas bien?

Una nina no mas alta que la cintura de Brina paso junto a ellos sobre sus pequenos esquis y movio la cabeza como queriendo decir: «?Que patosa!»

– ?Como salgo de aqui?

Thomas se puso detras de ella, y la agarro del cinturon poniendola en libertad. Se dirigio a un lado de la colina y le informo sobre el nuevo plan.

Sujetate a mi baston y yo esquiare delante de ti. Usa tu cuna y yo dirigire.

Brina tenia sus dudas, pero el nuevo plan funciono bastante bien. Sobre la leve inclinacion de la pista el controlaba la velocidad y sus esquis perfectamente juntos, moviendose de un lado a lado y haciendo un elegante dibujo de serpiente en la nieve. Ella sujetaba sus bastones con una mano, la parte de atras de los de el con la otra y en lugar de mirar a los pinos o a los otros esquiadores que pasaban junto a ellos, estudio la parte de atras de los poderosos muslos de Thomas. Hacia que fuera tan facil.

Se pararon junto a una marca, los esquis en posicion horizontal y Brina lanzo una mirada a la parte baja de la montana.

– Pense que ibamos a esquiar en una pendiente para principiantes.

– Esto es.

Ella envolvio sus brazos con los de Thomas para no deslizarse. Bajo las capas de abrigo sus musculos eran pura roca.

– Esto parece el Monte Everest.

– ?Tienes miedo?

– No quiero volver a romperme la pierna.

– Vamos a probar con esto -dijo mientras apartaba el brazo de Brina del suyo. La puso delante de el y se paso los bastones a la otra mano-. Vi esto en la escuela de esqui para ninos. – Se puso detras de ella, sus esquis por fuera de los de ella. Apoyo las manos en su estomago y puso su espalda junto a su pecho, sus muslos rozaban los de ella y la parte de arriba de su cabeza se ajustaba perfectamente bajo su barbilla.

Brina le miro, su boca a pocos centimetros de la de el. El aroma a almizcle de la crema de afeitar y el aire frio de la montana se metian en su piel. Sus respiraciones se entrelazaban y si Thomas bajaba su boca solo un poquito, sus labios se tocarian. Ella queria que se tocaran. Queria quitarse el guante y poner su mano caliente contra su fria mejilla. Sentia su calor atravesar el nailon y GoreTex de sus pantalones de esqui. Imposible, pero a pesar de todas las capas de ropa el calentaba su espalda, muslos y la parte debajo de su abdomen.

– ?Que quieres que haga? -le pregunto al reflejo de sus gafas.

– Pon los bastones juntos y sujetalos a media altura, enfrente de ti como si fueras una camarera.

– ?Por que?

– No lo se -el sacudio la cabeza y su barbilla rozo su frente-, vi al instructor de los ninos haciendolo, creo que tiene algo que ver con el equilibrio. Pero quiero que lo hagas para que no me los claves en la pierna.

Ella se empezo a reir y pregunto.

– ?Algo mas?

– Dejame ser el que dirija y relajate -lo dijo justo por encima se su oreja. Entonces giro los esquis un poco y se deslizaron por la montana hacienda un elegante «Cs».

Relajarse. Ella lo intentaba pero si no fuera por la pelvis de el presionando en la suya mientras movia los esquis para que fueran mas despacio, o sus muslos apretando cuando aceleraban, relajarse quizas hubiera sido posible. Ella se podria haber relajado lo suficiente para disfrutar del viento en su pelo, de la suave brisa en sus mejillas o darse cuenta de que realmente estaba esquiando. Pero era demasiado consciente de la suave presion de su entrepierna en la espalada.

Bajo las manos y presiono sus bastones en los muslos.

– ?Estas bien? -le pregunto por encima del ruido que hacian sus esquis al deslizarse por la nieve.

– Si, -pero no estaba tan segura. Mientras Thomas giraba un poco las puntas de los esquis preparado para girar, el la instruyo en el uso de puntas. Pero en lugar de prestar atencion, Brina estaba pensando en lo que habia pasado esa manana cuando ella metio la mano en su bolsillo y recordo el calor de su semi-erecto pene contra las yemas de sus dedos. Debajo de su ropa, sus pechos se tensaron y el roce del sujetador contra el traje de nylon irritaba la sensible piel. El continuaba instruyendola mientras ella seguia imaginandolo desnudo. Se sentia culpable y una pervertida y de pronto ya no tenia tanto miedo por caerse colina abajo como lo tenia de estar muriendose

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