– ?Lola?

– Que.

– Intenta respirar hondo y despacio.

Si, claro.

– Vale.

– Si vuelves a hiperventilar, es cosa tuya.

Lola se llevo una mano al pecho e inspiro con fuerza. No queria hiperventilar, desmayarse y que no la rescataran.

– Se acerca.

– Si.

A Lola le parecio que habian pasado cinco minutos cuando el le alargo los prismaticos y ella le dio la pistola de bengalas.

– Apartate. No se si esta cosa va a funcionar.

Lola retrocedio hasta estribor y observo desde la oscuridad como Max cargaba la pistola.

– Llama a tu perro -le indico.

Cuando Baby estuvo con ella, Max levanto el brazo y apreto el gatillo.

No paso nada.

– ?Mierda!

Volvio a amartillar la pistola y disparo. Esta vez una bola roja salio del canon con un ruido mas fuerte de la que Lola recordaba. La bengala subio en un angulo de noventa grados hasta una altura de unos ciento cincuenta metros y estallo como en un espectaculo pirotecnico. El resplandor duro unos cuatro segundos y, acto seguido, se extinguio.

– ?Ha funcionado!

Lola estaba demasiado emocionada para quedarse quieta, asi que cruzo la cubierta y se volvio en direccion a donde debia de encontrarse el barco.

– ?Canto tardaran en llegar?

– No mucho, si han visto la senal.

– ?Como pueden no haberla visto?

Max le quito los prismaticos y ella le miro a la cara. A la luz que procedia del interior del yate, Lola vio la sonrisa amarga de Max. Para ser un hombre a punto de ser rescatado, no parecia muy contento.

– Si no esperaban verla, es muy facil que no la hayan visto-. Max se llevo de nuevo los prismaticos a los ojos y observo

– ?Vienen hacia aqui? -pregunto Lola, aunque se negaba a creer que los del otro barco no hubieran visto la bengala.

Sin mediar palabra, Max se dirigio a estribor.

– ?Vienen hacia aqui, Max? -repitio Lola. Baby salto de sus brazos.

– No lo parece.

Max bajo los prismaticos y volvio a cargar la pistola. La segunda bengala se elevo al primer disparo e ilumino el cielo.

Lola miro por los prismaticos, pero por mas que se esforzo, no logro vislumbrar esa distante luz entre las olas.

– ?Donde esta?

– Se dirige hacia el este, posiblemente a Andros o Nassau.

– No la veo.

– Porque ahora se aleja de nosotros.

– Dispara otra vez.

– Deberiamos reservar la ultima bengala para cuando nos acerquemos a alguna isla.

– ?No! -Lola intento arrebatarle la pistola, pero Max no la solto- Tienen que vernos ahora y volver -protesto-. Por favor, Max.

Entre sombras y luces, Max la miro. En silencio, cargo la pistola y levanto el brazo. Al igual que las otras dos, la bengala subio en un angulo de noventa grados y exploto en una roja bola de fuego.

– Ahora tienen que haberla visto-. Lola cerro los ojos y rezo una oracion en silencio. Prometio a Dios un monton de cosas diferentes. Juro que rezaria mas a menudo, incluso cuando no necesitara nada, y al final prometio acudir a la iglesia del tio Jed, un fanatico de la Biblia, el templo y las curaciones milagrosas.

Cuando echo otro vistazo por los prismaticos, con alguna esperanza de volver a divisar la luz, no vio nada excepto el negro del oceano.

– ?Como es posible que alguien sin problemas de vision no haya visto esas bengalas?

– Es tarde, y deben de estar todos en la cabina. A no ser que hubiera alguien en el puente observando el mar, es muy probable que no la ya visto.

Lola aguzo la vista buscando cualquier senal: una luz tenue, una sombra sobre el agua.

– Lola, ya se han ido.

– Quiza no podemos verlos porque estan virando.

Lola oyo a Max y a Baby entrar en la cocina y salir de nuevo. Empezaba a sentir los brazos cansados, pero se negaba a abandonar. Se negaba a creer que hubiese estado tan cerca de ser rescatada y no lo hubiera consguido.

Max le agarro una de las manos con que sujetaba los prismaticos puso un vaso en ella.

– Bebe un poco de agua, Lola. Estas a punto de hiperventilar otra vez.

No lo estaba, pero al final bajo los prismaticos y bebio un trago. El agua fria le humedecio la lengua y la garganta y, de repente, el desanimo la invadio.

– Apareceran otros barcos -le aseguro Max mientras le quitaba el vaso.

Lola le miro a los ojos y rompio a llorar. Horrorizada, se llevo una mano la boca pero no pudo contener la emocion y la desilusion. Cuanto mas lo intentaba mas dificil le resultaba controlarse y, al final, se le escaparon la unos sollozos entrecortados.

– Quiero ese, Max.

Max la abrazo contra su amplio pecho.

– Chsss, tranquila -la consolo-. Todo va a salir bien.

– No, no saldra bien -repuso Lola, llorando sobre la camisa de el; al final se derrumbo-. Quiero volver a casa. Mi familia debe de estar loca de preocupacion. -Levanto la cabeza y la miro-: Mi padre tiene la tension alta y esto la matara, seguro. -Apreto los punos contra el pecho de Max-. Quiero ir a casa, Max.

Max la contemplo y le acaricio la espalda.

– Me asegurare que vuelvas a casa -le dijo. Entonces, por segunda vez en menos de veinticuatro horas, acerco sus labios a los de ella.

– ?Como? -le pregunto ella, los dos alientos mezclados.

– Pensare en algo

Entonces la beso.

Esta vez no hubo duda alguna acerca de sus intenciones. La decidida presion de sus labios sobre los de ella dejaba su proposito perfectamente claro. Ahora no la estaba ayudando a respirar, ni tampoco le estaba pidiendo permiso. Con una mano jugueteo con el pelo de ella y se lo aparto de la cara. Le sujeto la cara con las dos manos y la aparto la suficiente para ver los labios entreabiertos. Le introdujo la lengua entre ellos, calida y humeda, posesiva y ansiosa. Lola anhelaba que la poseyera. Queria olvidarse del barco que se alejaba, de su familia, de su carrera, de la humillacion de la pagina porno de Sam y de la posibilidad de morir en alta mar. Queria que Max hiciera desaparecer la decepcion y el miedo que le atenazaban la garganta. Entre sus brazos, Lola queria que le hiciera creer que todo saldria bien.

Los prismaticos cayeron al suelo. Lola bajo las manos, rozandole la camisa, y las volvio a subir, palpando la solidez de su pecho y la tension de los musculos bajo su tacto, la fuerza enorme que habia en el. Lola le rodeo el cuello con los brazos y se puso de puntillas. El bajo una mano hasta el final de su espalda y la atrajo hacia si. Lola sintio la fuerza de su ereccion contra la pelvis y la ingle, y el beso, de repente, se volvio mas caliente y humedo. Ambos avivaron el deseo que les corria por las venas, comunicandoselo el uno al otro a traves de los labios y la lengua.

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