– Gracias, Max. -Se tumbo de lado y apreto a
– Si, tambien le he cogido carino.
– Ya. Como a un perro.
– Si, como un virus.
Una debil sonrisa se dibujo en los labios de Lola.
– Es posible que tu me gustes un poquito mas que un perro.
– Si, lo se.
– ?Como lo sabes?.
– Me besaste como si te gustara mas que un perro.
Una ola se estrello contra la cubierta de estribor con tanta fuerza que Max cayo de rodillas y resbalo por el suelo. Las luces parpadearon y se apagaron, luego los motores se pararon y el interior del yate quedo sumido en una oscuridad tan absoluta que Max no veia a un palmo de su nariz.
– ?Max! -el grito de panico de Lola desgarro la oscuridad.
– ?Estas bien? -pregunto el-. ?Estas todavia en el sofa?
– No se donde estoy. ?Donde esta
El generador de emergencia no se habia puesto en marcha la noche anterior, asi que no era probable que la hiciese entonces.
– No, a no ser que vuelva a encender los motores.
– ?No salgas a cubierta!
– Querida, no pensaba hacerlo.
En la oscuridad, Max gateo hacia la cocina y encontro la bolsa de lona en el suelo. Mientras la levantaba y la dejaba en el sofa, la vista se le acostumbro un poco a la oscuridad y empezo a distinguir algunos tonos de gris.
– ?Te has hecho dano?
– Solo en el codo. Creo que sobrevivire. -Lola se quedo callada un momento y luego pregunto-: Max, ?crees…?
No acabo la frase, pero Max intuyo la que queria preguntarle.
– ?Que si creo que?
Max casi no podia oir su voz a causa del viento que ululaba en el exterior.
– ?Crees que saldremos de esta?
Lola y
– Bueno, tenemos alguna posibilidad.
Era verdad. En muchos momentos de su vida habia llegado a creer que habia terminado, pero todavia estaba alli. Vivito y coleando.
Lola agarro la manga de la camiseta de Max y la retorcio con sus largos dedos.
– ?Has estado alguna vez cerca de la muerte, Max?
Mas veces de las que podia contar.
– Un par.
Transcurrieron unos instantes y Lola le hablo en un tono solo un poco mas alto que el mar embravecido:
– Yo estuve a punto de morir una vez. Me asuste y no quiero volver a pasar por eso.
La cabeza de Lola estaba muy cerca del hombro derecho de Max, que casi sentia el calor de su aliento en el brazo.
– ?Que paso? -Abrio la bolsa de lona y saco una linterna.
– Se me paro el corazon en el lavabo de uno de los mejores restaurantes de Nueva York.
Max encendio la linterna y dirigio el haz de luz al hombro y la boca de Lola, iluminandole la cabeza a
– ?Que paso? -le pregunto de nuevo.
– Me di un atracon de langosta y pure de patatas con doble racion de mantequilla y luego me meti los dedos en la garganta -le conto como quien describe un acto habitual-. Mis electrolitos se volvieron locos y cortocircuitaron el corazon. No era la primera vez que me desmayaba, pero la primera que se me paraba el corazon.
– ?Estuviste apunto de morir por vomitar?
– Si.
Max tenia tanta aversion a vomitar que no podia creer que alguien la hiciera a proposito.
– ?Te metias los dedos en la garganta? ?Por que?
Max se fijo en la expresion de los labios de Lola mientras ella le explicaba en un tono neutro:
– Para estar delgada, por supuesto. Estaba de moda el “look de huerfana' y yo no tengo ese look
La proa del yate se elevo y cayo en picado y Lola se aferro con mas fuerza a la manga de su camiseta. No volvio a hablar hasta que el
– Una vez, una chica se metio una sobredosis en una fiesta en el Nephente, en Milan. Heroina. Muchas chicas se meten heroina para estar delgadas. Yo no. Yo ayunaba o vomitaba.
– ?Dios Santo! -exclamo Max en la oscuridad-. ?Por que no buscaste otra forma de ganarte la vida?
– ?Como que? Tengo una educacion basica. ?De que otra forma podia ganar varios millones al ano sin asistir un solo dia a la universidad? -Lola rio, pero la risa sono seca y desprovista de humor-. Pero no todo era malo, Max. Habia aspectos del trabajo que me gustaban. Habia cosas divertidas. Conoci a algunas personas que todavia son amigos mios. Conoci lugares increibles. El trabajo me dio la oportunidad de ser portavoz de grandes causas y me abrio las puertas al negocio de la lenceria. -Fuera aullaba el viento, y Lola reclino la cabeza sobre el hombro de Max. Continuo hablando, como si hablar fuese a mantenerlos a flote-. Habia aspectos de ese trabajo que eran adictivos. El dinero. Los viajes. La ropa. Las atenciones. Es dificil dejar todo eso, Max. Pasar de ser alguien a no ser nadie.
Mientras el barco se balanceaba con violencia, Lola le conto como se recupero de la bulimia y le explico que su problema no se debia a una carencia vital o a una infancia de malos tratos, sino aun deseo de perfeccion.
– ?No tienes miedo de volver a caer en eso?
– A veces. Pero no puedo obsesionarme con eso. Simplemente tengo que comer como cualquier persona normal y asegurarme de no aumentar ni bajar de peso sin ton ni son.
– Lola, tu eres perfecta.
– No, pero estoy aprendiendo a vivir con mis muslos.
– Tus muslos son perfectos. -A Max le costaba creer que estuviese manteniendo esa conversacion con Lola Carlyle, de entre todas las mujeres. Y en cualquier otra circunstancia, no habria gastado saliva-. Cuando te conoci, una de las primeras cosas que pense es que eras mas guapa en persona que en las portadas de las revistas.
– Max, eres un encanto.
A Max nunca le habian acusado de ser un encanto. Lo medito durante unos momentos y decidio que no le importaba que Lola Carlyle le dijera eso. Y de no ser porque se encontraban en medio de una tormenta, no le habria importado mostrarle todo lo encantador que podia llegar a ser.
– No me gustan las chicas huesudas -aseguro-. Me gustan las mujeres. Las mujeres que tienen pechos y caderas, y un culo a la medida para mis manos.
– Pues tienes las manos grandes -rio Lola, pero la risa se trunco de repente, cuando el barco recibio un golpe por babor. Max afianzo los pies y Lola se agarro al sofa. Cuando el
