escapar de Max por completo. Sono con el, sono que sus labios y su boca la arrastraban a una montana rusa de sensaciones.
– Lola.
Ella abrio los ojos en la oscuridad del camarote y, al no ver nada, volvio a cerrarlos.
– Despierta, Lola.
– ?Que? -gruno.
La luz del salon se colaba a traves de la puerta abierta e iluminaba la esquina de la cama, asi como las pantorrillas y los pies de Max. Se ha puesto los tejanos negros y las botas; estaba de pie con las piernas abiertas.
– Tienes que levantarte.
– ?Que hora es? -pregunto Lola, pero enseguida recordo que no tenian forma de saberlo.
– Has dormido unas cuantas horas.
Lola se incorporo e inmediatamente se dio cuenta del violento cabeceo del yate.
– Nos ha pillado una tormenta -le dijo Max-. Tienes que ponerte un salvavidas.
– ?Es fuerte?
– Si no lo fuera, no te habria despertado.
– ?Donde esta
Max se inclino hacia delante y deposito a
– ?Vamos a hundirnos?
El no contesto, y aparto bruscamente las sabanas.
– ?Max?
En el otro extremo del camarote, Max encendio la luz. Tenia el pelo mojado y aplastado contra las sienes y llevaba un impermeable amarillo.
– ?Quieres la verdad?
En realidad no, pero Lola penso que era mejor saber la verdad que quedarse especulando.
– Si.
– Las olas tienen una altura de entre dos y tres metros, y sopla un viento de unos quince nudos. Si tuviera forma de gobernar el barco no seria grave, pero el yate va a la deriva como un corcho.
Como para confirmar esas palabras, una ola estallo contra la cubierta de babor. El
– Si el agua entra en la sala de maquinas, nos quedaremos sin luz -anadio Max a la lista de malas noticias.
Cuando el yate volvio a equilibrarse, Lola se puso de pie.
– ?Que vamos a hacer?
– Lo unico que podemos hacer es aguantar. -Max se acerco a Lola y le tendio un chaleco salvavidas-. Ponte esto.
Lola paso un brazo y luego otro por el chaleco rojo y amarillo.
– ?Y tu?
Max se abrio el impermeable y le enseno su cinturon salvavidas de color verde botella. Lola le dio a
– ? Y
– No hay ninguno del tamano de esta pequena rata -replico Max, y salio del camarote.
Ella salio tras el y observo que por la nuca le resbalaban gotas de agua que se descolgaban de las puntas del pelo.
– ?Lo has asegurado todo?
Excepto unas almohadas del sofa que se encontraban al lado de las revistas que Lola habia estado leyendo el dia anterior, todo en el interior del yate estaba perfectamente asegurado con listones.
– Si.
El
– Puede ahogarse. -Lola agarro a Max por la parte posterior del impermeable-. Max, tenemos que hacer algo.
Max sintio el tiron en la espalda y miro por encima del hombro a los ojos
Lola se agarro a su brazo en un momento en que el barco se ladeo a estribor. Empezaba a ponerse palida. Max conocia esa sensacion. Una hora antes casi arroja su cena por la borda.
– Sientate en el sofa antes de que te caigas.
En lugar de hacerle caso, Lola recorrio la distancia que la separaba del bano la mas deprisa que pudo. El sonido de la lluvia y la furia del oceano ahogaron los sonidos que salian del bano. Pero Max no tenia que oirlos para saber que Lola estaba mareada. Durante una tormenta todo el mundo se mareaba.
Sujetando a
Max dejo al perro en el banco de la cocina, tiro el impermeable encima de la mesa y saco el cuchillo de pescado que llevaba en la cana de la bota. Con el corto dos trozos de espuma de poliestireno de diez centimetros cada uno de la boya salvavidas, y luego hurgo en la bolsa de lona que habia llenado con las provisiones que necesitarian en caso de que tuvieran que abandonar el
Max coloco los trozos de poliestireno a ambos costados del perro y los envolvio, junto con el lomo y el vientre del animal, en cinta adhesiva. Cuando hubo acabado, el perro parecia una salchicha plateada con patas; Seguramente eso no conseguiria salvarle la vida a
La puerta del bano se abrio y Lola salio tambaleandose. Tenia la cara blanca como el papel y los labios practicamente descoloridos. Mientras dirigia al sofa echo un vistazo a la cocina. Entonces el barco se escoro con violencia a babor y Lola cayo de rodillas al suelo, asi que se arrastro hasta su objetivo. En el exterior, una lluvia y un mar invisibles azotaban las ventanas.
Max se sujeto a la mesa y espero a que la turbulencia les diera un descanso para acercarse al sofa.
– Esto es la mejor que se me ha ocurrido -dijo mientras dejaba el perro en el regazo de Lola.
