protegia del mundo. Pero entonces, el mas sexy de los dos miro hacia la puerta.

– Buenos dias, Lexie -la saludo. Ella saludo a todo el mundo con una sonrisa. A Keegan, a George, a Slim Farraday, el diminuto banquero y a Stuart Rennbaker, un alto ejecutivo de los que suelen sufrir un infarto antes de los cincuenta anos. Los dos hombres fueron amables con ella, pero Lexie no podia serlo hasta que tomara una taza de cafe.

– Lo siento, no hay cafe.

– ?Como que no hay cafe?

Keegan senalo la bandeja.

– He preparado una bebida energetica para todos. Te despertara como el cafe, pero sin los efectos negativos. Confia en mi, te va a encantar.

La bebida energetica de Keegan sabia a aceite de ricino. Y no tenia cafeina. La mesa del desayuno estaba llena de bandejas, pero en ellas solo habia cereales y frutas. Ni huevos, ni bacon, ni tostadas con mantequilla, nada que tuviera colesterol. Diez minutos despues, todos salian por la puerta y a Lexie le sonaban las tripas.

No le gustaba la naturaleza, pero incluso una chica de ciudad como ella tenia que disfrutar de aquella hermosa manana. El lago brillaba como la plata bajo el sol, una ligera bruma bailaba entre los arboles y el aroma a pinos era tan fuerte que parecia un perfume. Las ardillas correteaban por el camino y un ciervo paso tan cerca que estuvo a punto de chocarse contra un arbol por mirarlo. Y el cielo era de un azul tan bello que Lexie no podia creerlo.

Y lo mejor era observar a Cash. Estaban subiendo una pendiente que casi la dejo sin oxigeno, pero seguia sintiendo la conexion que habia nacido entre ellos la noche anterior.

No la habia besado… pero habia querido hacerlo. Ella no lo habia besado, pero tambien habia querido hacerlo. Habia pasado mucho tiempo desde la ultima vez que sintio algo asi por un extrano… especialmente, por un extrano como Cash McKay.

En aquel momento, el estaba colocando al grupo en circulo.

– Muy bien… Lexie, tu eres nueva, pero debes saber que empezamos de la misma forma todas las mananas. Tenemos que emparejarnos y resolver un problema. Yo me quedo con Stuart y tu, con Slim -explico Cash. Lexie sonrio. Cualquier cosa que el pequeno Slim pudiera hacer, tambien podria hacerla ella-. Muy bien. ?Veis el arroyo mas alla de esos pinos? Teneis media hora para llegar a la otra orilla.

– Un momento, Jeronimo -protesto Lexie-. No hay ningun puente.

– Eso es. Tendreis que usar lo que encontreis en la naturaleza para llegar al otro lado.

Slim y ella se dirigieron al arroyo. El agua era tan cristalina que podian ver el fondo, y de una orilla a otra no podia haber mas de tres metros, pero era imposible saltar. Y cruzar a nado estaba fuera de la cuestion.

El senor Farraday se coloco a su lado.

– Cash siempre nos pone frente a problemas que parecen insolubles, pero cada manana encontramos la manera de resolverlos.

– Y este tambien lo vamos a resolver -dijo Lexie, segura de si misma. Habia ganado su primer millon antes de cumplir veintidos anos, ?no? Eso era mucho mas dificil que cruzar un arroyuelo de nada.

– Se que podemos hacerlo, pero ?como?

– Pues… -Lexie se subio las mangas de la camisa, emocionada. Los retos siempre le habian gustado. Inexplicablemente, se sentia segura cuando aceptaba algo que parecia imposible-. Tengo una idea. ?Por que no buscamos ramas grandes? Las colocaremos sobre el arroyo y pasaremos por encima. ?Que te parece?

– Muy bien, companera -sonrio el hombre.

Cash escucho un grito y echo a correr, sabiendo muy bien quien lo habia emitido.

Despues de atravesar los arboles a la carrera, se encontro con Lexie sentada de culo en el arroyo, empapada hasta el cuello.

Habia creido que no fallaria con un ejercicio tan facil. La unica forma de cruzarlo era construir un puente con ramas y lo habian hecho. Y Slim Farraday, incluso con su artrosis, habia conseguido llegar al otro lado.

Pero la torpe de Lexie estaba en el agua.

– ?Ayudame! ?Me voy a morir de frio! ?No puedo moverme…!

– No te vas a morir y el agua no esta tan fria -la interrumpio Cash, tomandola del brazo. Para ser una rata mojada, una rata diminuta, pesaba una tonelada. Y, cuando ella se agarro a su cuello, estuvieron a punto de caer al agua los dos.

Cash no era capaz de entender por que sentia aquel deseo de besarla. No debia quedarle una hormona viva bajo aquella temperatura y no estaba pensando en sexo precisamente. El primer ejercicio que ponia a sus clientes estaba destinado a hacer que sintieran confianza en si mismos y nadie habia tenido problemas con ese ejercicio antes. Nadie. Nunca.

– Me estoy helando…

Cash lo sabia. Podia sentir los pezones endurecidos de Lexie clavandose en su camisa.

– Se que tienes frio, pero estaras de vuelta en la casa en menos de diez minutos. Y despues de eso, te emparejare conmigo -murmuro el, irritado.

– Contigo?

– Si. Conmigo.

– Ha sido culpa mia, Cash. Ya te dije que a mi esto no se me da bien.

Pero Cash no dejaba que sus clientes fracasasen. El programa estaba creado para que los acotados ejecutivos aprendieran algo sobre si mismos y se olvidaran de todo, y no pensaba fallar con ella. No, precisamente, con ella.

Una hora mas tarde, Cash se habia puesto ropa seca y la esperaba paseando por el pasillo. Lexie bajo la escalera con otro par de vaqueros de diseno y una camisa de seda.

– Ya estoy calentita y preparada para la siguiente tortura.

– Estupendo -murmuro el. No le conto cual era el plan hasta que llegaron a una cabana en medio del bosque. Cash abrio la puerta y Lexie comprobo que era una especie de gimnasio al aire libre.

– ?Para que son todas esas cuerdas y arneses? -pregunto.

– Es un lugar de entrenamiento donde enseno lo basico para aprender a escalar. Aqui puedes hacer hasta treinta ejercicios diferentes. La pared de escalada es para que te acostumbres; incluso puedes usar crampones y piolet…

– ?Que? De verdad, yo quiero intentarlo todo, pero escalar…

– Ya se que te da miedo -la interrumpio el, colocando un casco sobre su cabeza.

– Me da panico la altura.

– Te entiendo -dijo Cash. Los ojos color chocolate lo miraban con terror-. Por eso quiero que lo hagas, Lexie. Cuando viniste aqui, aceptaste que yo era el jefe, ?verdad? No te estoy pidiendo que lo hagas para hacerte sufrir, te lo pido por lo que ha pasado esta manana.

– ?Lo de caerme en al arroyo?

– Si. Te puse el ejercicio mas facil y fracasaste. Ahora vamos a intentar justo lo opuesto, el ejercicio mas dificil. Y no vas a fallar.

– Cash, estoy sudando y me duele el estomago. La cosa es…

Lexie no termino la frase. Dejo de hablar cuando Cash empezo a colocarle un arnes. No habia nada sugerente en ponerle un casco en la cabeza, pero el arnes era mucho mas intimo. Tenia que ponerselo en las piernas y ajustado en las caderas y la cintura.

Cash lo habia hecho con decenas de mujeres, era parte de su trabajo. Lo hacia para asegurarse de que a sus clientes no les pasaba nada. Pero nunca antes habia pensado en muslos y culetes. Nunca se habia fijado en eso. Nunca se habia percatado de que su mano rozaba la pelvis de nadie. Ni se habia fijado en como tenia que ajustar el arnes en el trasero de una chica, por muy guapa que fuera.

– Escalar es una cuestion de confianza en uno mismo. Hay muchas formas de hacerlo, Lexie. Lo que vamos a hacer se llama «escalada libre» -explico, aclarandose la garganta. Lexie no respondio. Y, cuando miro hacia abajo, le parecio ver que la bragueta de los vaqueros de Cash se echaba hacia adelante, como si alguien hubiera metido una piedra larga y dura dentro de sus pantalones. Pero era una respuesta fisiologica normal. Un hombre no podia evitar esas cosas-. Voy a estar pegado a ti todo el tiempo. Tienes miedo de caerte, ?verdad?

– Si -murmuro Lexie.

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