alguien que le entendiera y creyera en el.
El reloj del vestibulo dio las dos. Liz subio las escaleras para acostarse cuando de pronto recordo que la noche anterior habia intentado seducir a Clay Stewart por segunda vez en su vida. Y habia fracasado por segunda vez.
Se desnudo a oscuras y se metio entre las frias sabanas blancas. Clay la habia rechazado con la delicadeza de un ladrillo la primera vez. Le habia dicho que le pegaria un tiro si alguna vez la veia unida a un perdedor como el.
No se habia unido a un perdedor. Habia ido a la universidad y se habia unido a David. La rabia y la rebeldia que la habian poseido durante el ultimo curso de secundaria habian desaparecido. No era rebelde por naturaleza. Habia reanudado las relaciones con sus padres, habia madurado y se habia licenciado. Al casarse con David, no habia considerado la posibilidad de que su matrimonio acabara en divorcio.
Pero se habia divorciado. Su matrimonio habia sido un fracaso. A traves de la ventana podia ver las nubes grises que cubrian la luna. Las hojas rozaban el cristal movidas por el viento. El sueno se negaba a aparecer. No habia vuelto a casa por Clay No habia vuelto por ningun hombre. Ya no sentia nada por David, pero la desesperacion la habia abrumado durante mas de un ano. Le parecia que jamas volveria a confiar en si misma como mujer. De adolescente habia sido alocada, impulsiva, cabezota y estaba furiosa por lo ocurrido con sus padres. Se habia construido cuidadosamente una existencia para asegurarse de que no volviera a pasarle. En la vida real, si se quiere estar seguro, hay que arrinconar las emociones y Liz habia buscado una profesion segura Y un hombre seguro. Habia tardado diez anos en descubrir que en su interior se escondia una Liz Brady distinta. Habia vuelto a casa para encontrarse con ella.
En su mente se mezclaban imagenes de la noche anterior y de Clay Stewart. Sentia verguenza, culpabilidad, horror. Pero no eran los unicos sentimientos. Clay se habia equivocado gravemente la noche anterior. No al echar alcohol en sus limonadas, sino al cruzarse en el camino de una mujer en busca de su verdad. Clay formaba parte de una epoca de su vida en que habia considerado como cosas naturales los sentimientos, el amor y la confianza. La antigua Liz, despues de lanzarse contra el como un mercancias, habria sentido la tentacion de esconder la cabeza en la arena y rehuirle cuidadosamente durante el resto de su vida. El orgullo siempre habia sido muy importante para ella, mucho mas importante que la sinceridad. La nueva Liz no habia regresado a casa para esconderse, sino para afrontar la realidad. Tenia que enfrentarse a Clay otra vez.
Capitulo Dos
La lluvia golpeaba en las ventanas cuando Clay se levanto y dejo las gafas de leer sobre el atestado escritorio. El brillo de los faros de los coches iluminaba la sombria noche. La lluvia siempre suponia negocio para su motel y, a juzgar por el aparcamiento lleno, los ingresos de la noche iban a ser excelentes.
El escritorio de teca era demasiado elegante para un hombre que vestia vaqueros viejos y una rozada camisa blanca. Tanto el escritorio como el papeleo hacian que se sintiera como un fraude, como un falso triunfador. Se veia a si mismo como un jugador de poquer que va perdiendo y sigue jugando con la esperanza de ganar a sus oponentes gracias a un farol.
Se paso una mano por el pelo en un gesto de impaciencia e identifico su estado de animo como avinagrado, el mismo desde hacia cinco dias. Una buena pelea a punetazos habria eliminado parte del exceso de energia, o conducir un Maserati a ciento cincuenta por hora, o una buena borrachera.
Tambien habria sido de ayuda si Liz Brady no hubiera vuelto al pueblo. Y, sobre todo, si el no la hubiera tocado.
Lo que necesitaba realmente era pelearse con un tigre. Pero no habia muchos en Ravensport, Wisconsin. Atraveso la moqueta de color gris oscuro hasta la habitacion de su hijo y abrio la puerta silenciosamente. Su malhumor se transformo inmediatamente en una mezcla de diversion e impotencia.
Las dos habitaciones particulares de Clay estaban dominadas por los tonos grises y cremas y el aire austero. La falta de chucherias hablaba de la negativa de un hombre a depender de las cosas. Podia haber liado el petate en cuestion de horas.
Para mover todo lo que abarrotaba el cuarto de Spencer se requeriria un camion. Acuarios de doce litros se disputaban el espacio con los libros de texto. Los peluches se habian reproducido milagrosamente en un rincon a lo largo de los anos. Las naves Lego llenaban el armario, y la estanteria que ocupaba toda la pared estaba llena de colecciones de libros, monedas, trocitos de vidrio. Spencer jamas tiraba nada.
A las ocho y medioa debia estar durmiendo. La habitacion estaba a oscuras, pero no lo suficiente para que Clay no pudiera ver el bulto bajo las ropas de cama. El acusador resplandor que se filtraba por las mantas hablaba por si solo.
Clay sintio una oleada de amor mas potente que cualquier sentimiento que hubiera conocido nunca. Tuvo que hacer un esfuerzo para hablar severamente.
– Te dije que apagaras la luz hace media hora.
Dos capas de mantas se retiraron para dejar ver una carita pecosa con un mechon de pelo castano y los ojos castanos iluminados por la linterna.
– Papa, te lo he dicho un millon de veces. Nadie puede dejar de leer la Enciclopedia Brown en mitad de un capitulo. Ya sabes lo que pasa.
– ?Quieres saber lo que va a pasar si vuelvo a pillarte leyendo con una linterna? ?Cuantas veces tengo que decirte que te vas a destrozar la vista?
Clay se acerco y empezo a recolocar las mantas y sabanas.
– Voy a ir al local un rato. Cameron estara en la habitacion contigua y tienes el timbre si me necesitas.
– Ya no necesito el timbre. ?Demonios! ?Tengo ocho anos!
– No vas a cumplir nueve si no dejas de maldecir.
La amenaza, como todas las de Clay, nunca provocaba en su hijo mas que una sonrisa.
– Claro, papa.
Clay considero la posibilidad de darle el azote que se merecia sin la menor duda; en cambio, se inclino a acariciar la mejilla de su hijo. Los deditos de Spence le rodearon el cuello en un abrazo y toda idea de disciplina se esfumo. Su hijo olia a leche caliente, pasta de dientes y lapices. Le encantaban aquellos olores.
– Ahora, a dormir -gruno.
Segundos despues, cerraba la puerta del dormitorio y contaba mentalmente hasta diez.
– ?Apaga la luz! -grito a traves de la puerta.
– ?Caracoles, papa! ?Solo me faltan dos parrafos!
– Ahora mismo, Spencer.
Muy pronto iba a tener que imponer su autoridad paterna.
– Esta bien, esta bien.
Al entrar en el pasillo del motel, el estado de animo sombrio volvio a rondarle como una mosca a un sabueso. No era un buen padre para Spencer.
Durante toda su vida se habia especializado en cometer errores. La madre de Spencer habia sido uno de los peores errores de Clay. Mary habia sido una tentadora morena que habia aparecido por alli varias veces en busca de un amorio fugaz. No era muy diferente de las demas mujeres que entraban y salian de su vida, pero Mary habia mentido al decirle que no se preocupara, que estaba prevenida. Tambien le habia dicho que se fuera al infierno cuando el le propuso matrimonio.
Se puso furioso cuando ella se mato en un accidente de trafico, no por Mary, sino porque las autoridades locales internaron a su hijo en un hospicio. Habia descubierto con rapidez que un padre soltero no tenia derechos legales. Su hijo habia estado en aquel lugar durante dos anos. En aquellos dos anos, Clay habia reunido a duras penas el pago inicial del motel. En aquella epoca, el local tenia una pesima reputacion: mala instalacion electrica, mala comida y nada de preguntas al inscribirse. La decoracion del vestibulo se limitaba a unos sofas de plastico roto y un empleado impresentable.
Ahora, el aspecto del iluminado vestibulo hablaba de exito. En la chimenea del rincon ardia un buen fuego, las plantas destacaban las paredes forradas de roble y los cansados y mojados viajeros estaban reponiendo fuerzas en los comodos tresillos. Clay hablo con Cameron y luego con Susie en el mostrador de recepcion antes de