atravesar la cocina y el restaurante para trasladar su malhumor al bar.

La iluminacion tenue y las mesas discretas solian ser un calmante eficaz para su malhumor. Si aquello fallaba, podia contar con Char para que le subiera la tension, si no el animo. Aunque ella estaba tras el piano, Clay pudo ver que llevaba su atuendo habitual, lo bastante exotico y escotado para cruzar los limites legales de la decencia. Su guino sensual no hizo efecto esa noche.

Se coloco tras el mostrador y sirvio una cerveza a un cliente. En el otro extremo, George estaba sacando brillo a los vasos. A pesar de su metro ochenta y su enorme corpulencia, George debia escuchar mas confidencias todas las noches que un psiquiatra en ejercicio. George dirigio a su jefe una mirada sagaz y luego senalo las mesas llenas.

– Tranquilo como una tumba.

– Ya lo veo.

Clay echo un vistazo al local en busca de un borracho potencial o un posible pendenciero. Debido a que el bar llevaba su nombre, la gente del pueblo daba por supuesto que era un local especializado en lios. Incluso despues de todos aquellos anos, Ravensport seguia esperando lo peor de el. Normalmente, a Clay le hacia gracia ganar dinero debido a su mala fama, sobre todo porque la mayor atraccion del local era el escote de Char.

Esa noche Clay habria agradecido un poco de accion.

– ?Spencer te ha puesto nervioso? -le pregunto George.

– Spencer siempre me pone nervioso. Ese chico me da miedo. ?Como es posible que un hombre que apenas termino la secundaria tenga un hijo obsesionado por los libros?

– Ya -George solto el trapo-. ?Eso es lo que te ha estado fastidiando toda la semana?

– No me fastidia nada que no se pueda curar con un buen punetazo en la barbilla -dijo Clay ironicamente.

– ?Estas buscando voluntarios?

– Supongo que serias el primero de la cola. No hace falta que me digas que he estado mas intratable que un oso.

– Te he visto peor. ?Has probado con aceite de ricino?

Clay respondio con el gesto adecuado y George rio entre dientes. Clay estaba a punto de marcharse cuando vio a la mujer de la entrada.

El bonito pelo plateado flotaba sobre sus hombros. La lluvia brillaba en el. Llevaba pantalones azules y un sueter amplio a juego que resaltaba su esbelta figura. El toque rosa de sus labios era todo su maquillaje. Los discretos tonos pastel acentuaban la implicita etiqueta de «dama». Solo con verla el estomago de Clay se puso tenso. Un deseo tan intenso y rapido como las malas noticias le poseyo. En solo tres segundos pudo ponerle nombre a la desazon que habia provocado su pesimo estado de animo durante los ultimos cinco dias. Liz se habia detenido en la entrada. Su mirada se deslizo por la barra y paso de largo sobre Clay. Clay contuvo una sonrisa cuando ella se acerco a la barra y ocupo un taburete justamente ante el. Pero no le miro. Fue como si no le viera. Miro directamente a George hasta que este se acerco con un pano en el antebrazo.

– ?Que va a ser, senorita?

– Una limonada cargada, por favor -pidio recatadamente.

Clay contuvo una carcajada. George le miro de reojo.

– ?Perdon?

– Si usted no esta familiarizado con esa bebida, seguramente ese demonio que tiene al lado, si -extendio la delgada mano sobre la barra-. Soy Liz Brady. No nos conocemos, pero naci y creci en este pueblo. Este local era un antro. ?Ha hecho usted un trabajo fantastico!

– Asi es -admitio George imperturbable. Su apreton de manos le identifico inmediatamente como un conspirador. Luego, apoyo los codos en el mostrador-. Gracias por el cumplido. Invita la casa, pero tendra que decirme que lleva una limonada cargada.

– Yo me ocupare de la dama, George.

Liz sintio que resbalaba del taburete arrastrada por la mano de Clay en su nuca.

Levanto la vista con ojos brillantes y el corazon brincando. Despues de cinco dias, era evidente que la montana no iba a ir a Mahoma. Saber que debia enfrentarse con el era una cosa, pero una mujer adulta que se habia comportado como una ninfomana habia necesitado cinco dias para reunir el valor necesario. Creia haberlo logrado, pero todo su valor se habia quedado en la entrada del bar. Aquella primera noche habia pensado que su reaccion al ver a Clay estaba mediatizada por el alcohol. No obstante, un simple vistazo y el pulso se le habia acelerado igual que diez anos atras.

Clay seguia teniendo la estructura osea de un vikingo, los ojos oscuros de un halcon y el pelo rubio, fuerte e indomable a cualquier peine. Los salientes pomulos y la barbilla desafiante destacaban en la cara cuadrada de nariz de perfil romano. Las arrugas de la frente y los ojos delataban la experiencia de un hombre con una vida dificil e intensa. Cuando se enfadaba, su boca parecia una cruel cuchillada. Adjetivos como «atractivo» y «guapo» estaban fuera de lugar. Las facciones marcadas y rudas eran exactamente lo que atraia la atencion de las mujeres y a la poblacion femenina de Ravensport nunca le habia importado que Clay no fuera guapo. Su manera de vestirse habia sido siempre una evidente afirmacion de sexualidad. Su mirada desafiaba a las mujeres a domarle. No usaba lociones extravagantes ni colonias masculinas para atraer a las mujeres. No era necesario. Por lo menos, nunca lo habia sido para Liz. Su pulso galopante era una sensacion familiar, asi como el modo en que el la miraba. Aquellos ojos oscuros brillaban con una mezcla de diversion y exasperacion, como si tuviera en las manos un cachorrito adorable que acabara de cometer un desaguisado.

En cuanto entraron en el iluminado vestibulo, el retiro la mano de la nuca de ella como si quemara.

– ?Y bien? Creia que no nos hablabamos.

Ella levanto la vista para encontrarse con la mirada de Clay.

– Es lo que he venido a averiguar. ?Ultimamente se te han echado encima otras mujeres?

El lucho por contener una sonrisa sin conseguido.

– Ninguna tan insolente como tu. Tienes mejor aspecto-anadio.

– He oido cumplidos mucho mejores.

– Si esperas una disculpa, no vas a conseguida.

– Muy bien. Y si esperas que vuelva a insinuarme, tambien puedes olvidarlo.Ya podemos dejar este tema y pasar a algo mas interesante. ?Me vas a ensenar tu local o tengo que curiosear por mi cuenta? -ella echo un vistazo a su alrededor-. Esto tiene mucha clase para un hombre que siempre andaba metido en lios. No voy a admitir que estoy impresionada, pero…

Clay no dudo ni un segundo. Durante los cinco dias pasados, su sentido comun le habia estado aconsejando que se mantuviera lejos de ella. Tenia intencion de seguir haciendolo, en cuanto estuviera totalmente seguro de que ella estaba bien. Le paso un brazo por los hombros, como habia hecho miles de veces cuando era joven. Su olor le hizo pensar en rosas amarillas y en mariposas. Su cadera rozo la suya un momento y una oleada de deseo circulo por su sangre.

– Vamos, encanto. Voy a ensenartelo.

La llevo primero a la cocina del restaurante. Mientras ella probaba la mousse de chocolate y hablaba con los cocineros, la observo atentamente. Era evidente que habia descansado. Las ojeras habian desaparecido, pero estaba demasiado delgada. Su vulnerabilidad, su feminidad, su elegancia eran algo natural en ella. El siempre habia evitado a las mujeres de aquel tipo. Los bribones no se mezclan con las damas y Clay no tenia intencion de mezclarse con Liz. Solo queria verla feliz y, ?maldicion!, ella no era feliz. Ella fisgoneo en los congeladores, en los armarios-escoberos y en las alacenas como un gatito suelto por primera vez. La perdio de vista un momento hasta que comprendio que habia dejado la cocina. Estaba observando el local lleno de comensales, los carritos de postres y ensaladas bien surtidos y los cortinajes que ocultaban la tormenta nocturna. La decoracion no era nada especial, pero la moqueta roja y las lamparitas estilo Tiffany de las mesas creaban un ambiente sereno y relajado. Cuando sus miradas se encontraron, los labios de Liz se curvaron en una sonrisa satisfecha.

– Lo has conseguido, ?verdad?

– ?El que?

– Estan todos aqui. Grissom y su familia en el rincon. En otra epoca, le habria hecho feliz echarte del pueblo. Y no se si Curtis sigue siendo el comisario, pero hace diez anos no erais muy buenos amigos -nombro a otros y senalo el local en toda su amplitud- Este sitio no era nada antes. Un antro para camioneros y granujas -Liz meneo la cabeza y dijo en voz baja-: Les has dado una leccion, Clay. Debes sentirte bien.

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