El sonrio cinicamente.
– Te impresionas con mas facilidad que antes. Detesto decir que cambiarias de opinion si te ensenara la hipoteca de este local.
Ella no le hizo caso. Le miro de arriba abajo con ojos burlones. Los tejanos y la camisa blanca contrastaban con el atuendo formal de los dientes del restaurante.
– Todavia sigues pareciendo un pendenciero y un alborotador. Que desilusion.
– ?Habias esperado verme con traje y maletin?
Se sentia incomodo. La alejo del ruido y el ajetreo del restaurante y de las cocinas.
– Pero ahora te has convertido en padre, ?no? Andy me conto que tienes un hijo.
La novedad seguia molestandola. Por el inmediato brillo de los ojos de Clay, supo que el nino era muy importante para el.
– Si, tengo un hijo, Spencer.
– ?Se parece a ti?
– No, gracias a Dios -contesto Clay ironicamente.
– No se lo que significa eso, pero creo que seria bueno para el que se pareciera a ti.
– ?Metiendose en problemas toda su vida, quieres decir? Olvidalo. Ese chico va a seguir el buen camino o morire en el intento.
Clay no queria hablar de el mismo ni de Spencer.
– No me has dicho cuanto tiempo piensas quedarte en el pueblo,
– No tengo ni idea. ?Como era ella?
– ?Quien?
– La madre de Spencer.
– No se por que me lo preguntas. Veo en tus ojos que ya has sometido a interrogatorio a tu hermano.
– Es cierto -admitio ella ironicamente.
– ?Que puedo decirte? Paso hace mucho tiempo. Deje embarazada a una chica, cosa que no sorprendio a nadie del pueblo. No se caso conmigo, cosa que tampoco sorprendio a nadie. Murio y su padre metio al nino en un orfelinato. Descubri muy rapidamente que un padre soltero no tiene derechos legales. Tarde dos anos en conseguir su custodia legal. La gente de este pueblo no me veia como un buen padre. Pero eso ya lo deberias saber. Eso es todo. La lluvia se deslizaba por los cristales de las ventanas del pasillo por el que caminaban. Por el tono defensivo de Clay, Liz comprendio que no estaba dispuesto a seguir hablando del tema. Respiro hondo y miro el vacio pasillo.
– ?Adonde vamos? -pregunto jovialmente.
– Iba a llevarte al bar otra vez, pero no me habia dado cuenta… -echo un vistazo a su reloj-. Es mas tarde de lo que pensaba.
Ella se puso rigida inmediatamente.
– Y, como es normal, tienes mucho trabajo por las noches. No era mi intencion entretenerte tanto.
Su mano se crispo sobre la chaqueta y el bolso mientras avanzaba hacia la puerta del extremo del pasillo. ?Donde habia aparcado el coche? Despues de una decada, ya deberia haber roto la costumbre de ponerse pesada con Clay Stewart.
– La ultima vez que lo vi, esto era solamente un pasillo y no una pista de carreras..
– Se ha hecho tarde.
El queria que se fuera. Acomodo su paso al de ella en direccion a la salida.
– ?Me vas a dejar conocer a Spencer en alguna ocasion? -pregunto ella en tono indiferente.
Cuando llegaron a la puerta, Liz observo el aparcamiento reluciente y las luces amarillas dibujando prismas en el chaparron. Se puso la chaqueta tan rapidamente como pudo.
– No solo llueve a cantaros; ahi fuera debe hacer frio murmuro.
– Liz…
Ella levanto la cara y entonces el no supo que decir. Lucho contra el deseo de subirle la cremallera del chaqueton, subirle el cuello, acariciada. Una hora escasa con Liz y tenia el estomago hecho un nudo.
Deseaba que se fuera y se quedara a la vez. Queria hablarle de Spence, pero no queria que ella conociera las cosas vergonzosas que el habia hecho. Estaba orgulloso de haber tenido exito con el motel y confiaba en que ella notara que el habia cambiado. Pero, en el fondo de su ser, sabia que no habia cambiado. Seguia siendo Clay Stewart y nunca seria la clase de hombre que ella merecia.
– Andy dijo que habias dejado tu trabajo -dijo finalmente.
– Si.
– Entonces… ?estas pensando en establecerte aqui?
Ella acabo de subirse la cremallera del chaqueton, se colgo el bolso del hombro y hundio las manos en los bolsillos. Unos segundos antes, habria jurado que Clay deseaba que ella saliera de su vida. Ahora el se recostaba en la fria piedra del vestibulo con las piernas hacia delante y los brazos cruzados como si se dispusiera a tener un rato de charla.
– He vuelto a casa para ver si podia encontrar trabajo -admitio ella.
– ?Que clase de trabajo?
– Vender palomitas, ser camarera, barrer… -su tono era ironico-. Soy una bibliotecaria industrial especializada. Es lo que he sido durante los ultimos cinco anos.
– ? Y que hace una bibliotecaria industrial?
– Clay…
– Hablo en serio. Quiero saberlo.
Ella suspiro.
– La mayoria de las empresas de alta tecnologia estan informatizadas desde hace anos, pero los ordenadores no facilitan necesariamente la informacion a las personas que la necesitan. Un acceso rapido a la informacion puede representar la diferencia entre beneficios y perdidas. El trabajo de una bibliotecaria industrial consiste en organizar, documentar y desarrollar sistemas que faciliten el acceso a la informacion. Oye, Clay, estas ocupado. Seria mejor que…
– Quizas deje de llover si esperas un momento. Al parecer, esa clase de trabajo es lo tuyo. Siempre te gustaron los libros.
– Demasiado. Es una forma de huir de la vida, una de varias costumbres que estoy intentando romper ultimamente. Ahora me voy a dedicar a vender palomitas.
Le dirigio una sonrisa triste y espero otra en respuesta. En cambio, la boca de Clay formaba una linea recta y su mirada se clavaba en su cara con una intensidad inquisitiva y que la asombro.
La lluvia seguia cayendo a pocos metros. En el pasillo en penumbra no habia un alma. El pequeno vestibulo cuadrado parecia una isla. La mirada de los ojos de Clay era solitaria, hambrienta, posesiva. Liz sintio la atraccion de la magia de un hombre fuerte, la comunicacion sincera y especial que raramente tiene lugar entre un hombre y una mujer, y que solo puede tener lugar entre un hombre y una mujer.
– ?Tan malo ha sido? -pregunto el en voz baja.
– ?El que?
– El divorcio.
Los dedos de Liz se cerraron en el interior de los bolsillos del chaqueton. Le miro con ojos demasiado brillantes y la barbilla en un angulo obstinado.
– No tienes que seguir jugando al hermano mayor.
– ?Quien juega al hermano mayor? ?Eres demasiado mayor para necesitar un amigo?
– No, claro que no.
Liz trato de sonreir. Lo intento con tanta fuerza que a el le dolio el corazon.
– Ese bastardo te engano, ?eh?
– No me compadezcas, Clay. Independientemente de lo que hiciera mi ex marido, me abrio los ojos para ver los errores que habia cometido y las elecciones erroneas. En ciertos aspectos, el divorcio ha sido lo mejor que podia pasarme. Necesitaba realizar algunos cambios en mi vida y eso es exactamente lo que estoy haciendo. Estoy perfectamente.
Se sorprendio muchisimo cuando Clay avanzo hacia ella. Seguia con los punos en los bolsillos cuando el la abrazo y la estrecho afectuosamente.