Jennifer Greene
Un toque caliente
Un toque caliente (2005)
Titulo Original: Hot to the touch
Capitulo 1
El respeto era un tema espinoso para Phoebe Schneider. Durante anos habia sido una buena fisioterapeuta y, como nadie le habia retorcido el brazo para que se hiciera masajista, era absurdo quejarse. Muchos hombres pensaban que una masajista era una chica de vida alegre, pero los hombres, por su naturaleza, solian hacerse ese tipo de ilusiones.
A los veintiocho anos, Phoebe sabia perfectamente bien como funcionaban las cosas. Pero tenia un problema con eso del respeto… un problema de proporciones gigantescas.
Hoy, sin embargo, era uno de esos raros y fabulosos dias en los que su trabajo la hacia tan feliz que le daba igual el precio que tuviera que pagar.
Desde la ventana de la sala de juntas del hospital de Gold River, veia las montanas a lo lejos. Como estaban en el mes de febrero, las cumbres seguian cubiertas de nieve, pero dentro del hospital la temperatura era muy agradable.
Los neurologos de pediatria, el jefe de pediatria y la enfermera de la UCI estaban alli. Phoebe no era la mas joven del grupo, pero si la unica masajista.
La unica masajista, pero todos estaban escuchandola.
Y mas les valia porque, cuando el tema eran los ninos, Phoebe se ponia muy seria.
– Hemos hablado de esto otras veces. El problema -dijo con firmeza -es que todos estais buscando una enfermedad, una patologia, algo que podais curar. Pero cuando se han descartado todas las posibilidades hay que buscar otras salidas -anadio, presionando el raton del ordenador. En la pantalla aparecio la imagen de un bebe de tres meses-. George no esta enfermo. George tiene frio.
– Frio -repitio el doctor Reynolds.
– Tiene un frio emocional -Phoebe volvio a pulsar el raton y aparecio una fotografia del nino cuando llego al hospital. Una enfermera lo metia en la cuna. El bebe tenia los brazos y las piernas rigidos como piedras-. Ya conoceis su historia. Fue encontrado en un armario, medio muerto de hambre… con una madre incapaz de cuidar de el, incluso de darle el biberon. Sencillamente, es un nino que nacio en un mundo tan hostil que no conoce el concepto de conexion emocional.
Luego mostro el resto de las diapositivas, ilustrando los cambios que se habian operado en George durante el ultimo mes, desde que Phoebe empezo a trabajar con el. Por fin, termino la presentacion.
– Mi recomendacion es no llevarlo todavia a una casa de acogida. Pensamos en el carino como una necesidad humana, pero la situacion de George es mas compleja que eso. Si queremos que este angelito sobreviva tiene que estar con otro ser humano las veinticuatro horas al dia… literalmente. Tenemos que ensenarle a confiar porque, incluso siendo tan pequeno, ha aprendido a sobrevivir solo. No confiara en nadie a menos que se la obligue a hacerlo.
A mitad de la reunion habia entrado, de puntillas, la asistente social. Phoebe veia una expresion de escepticismo en el rostro del neurologo, de duda en el de la enfermera. Le daba igual. Los medicos querian recetar medicinas, la asistente social queria llevar al nino a una casa de acogida para quitarselo de encima.
Todos querian una respuesta facil y Phoebe sugeria soluciones caras, inconvenientes y a largo plazo; algo que molestaba a todo el mundo y que caia peor porque quien lo proponia era una insolente masajista de bebes… una masajista pelirroja, de metro y medio.
Nadie habia oido hablar de una masajista de bebes cuando llego al hospital Gold River. Aunque tampoco habian oido hablar de ese trabajo en Asheville, donde empezo. Ella nunca habia tenido intencion de inventarse un trabajo que no existia, pero no hacia mas que encontrarse con ninos abandonados para los que el sistema solo tenia respuestas inadecuadas y terribles.
No era culpa suya que sus poco ortodoxas ideas funcionasen. Y tampoco era culpa suya que peleara como una fiera por los ninos.
Quiza habia encontrado su vocacion. Ademas, gritar y discutir era algo natural para Phoebe.
Cuando la reunion termino, a las cuatro en punto, los medicos, la enfermera y la asistente social salieron de alli como si los liberasen de prision.
Phoebe empezo a canturrear. Habia conseguido que le hicieran caso, de modo que lo de ponerse como una fiera funcionaba. Y ahora, como la reunion habia terminado antes de lo previsto, podia irse a casa y sacar a pasear a sus perritas antes de cenar.
Antes de salir, decidio ponerse un poco de brillo en los labios. Debia de tener media docena de brillos y barras de labios en el fondo del bolso, pero queria precisamente el brillo de frambuesa que iba con el jersey…
– ?Senorita Schneider? ?Phoebe Schneider?
Ella se volvio, con el tubo de brillo en las manos. Habia dos hombres en la puerta… de hecho, bloqueaban la salida con la misma efectividad que un volquete. No eran del hospital. En el hospital de Gold River habia algunos medicos muy guapos, pero no conocia a ninguno con hombros como una puerta y musculos de lenador.
– Si, soy yo.
Cuando se dirigieron hacia ella, Phoebe tuvo que controlar el impulso de salir corriendo. Evidentemente, ellos no podian evitar ser gigantes, igual que ella no podia evitar ser tan bajita. Tampoco era culpa suya que fueran tan guapos; desde el pelo rubio oscuro hasta los ojos castanos… y ella no podia evitar tener la personalidad de un bulldog. O eso decian algunos. Personalmente, Phoebe pensaba que era una chica muy maja. En algunas circunstancias. Cuando tenia tiempo.
– Veo que estan buscandome.
El mas alto, el que llevaba un traje gris, contesto primero:
– Si. Queremos contratarla para nuestro hermano.
– Su hermano -repitio ella. Estaba cerrando el bote de brillo, pero se le cayo de las manos. El que no llevaba traje se inclino para recogerlo.
– Yo soy Ben Lockwood y este es mi hermano Harry.
– ?Lockwood? ?Como el restaurante Lockwood?
En Gold River habia muchos restaurantes, pero ninguno tan elegante como ese. El apellido Lockwood hablaba de dinero e influencias. Quiza por eso, Phoebe nunca se habia encontrado con ellos.
El del traje contesto enseguida:
– Si. Es el restaurante de Harry, el chef de la familia. Yo soy constructor y nuestro hermano pequeno se llama Fergus… Fergus es para quien queremos contratarla.
Phoebe arrugo el ceno. Hombres. Buscando una masajista. Para otro hombre. Lo uno mas lo otro casi siempre daba como resultado que alguien pensara que la contrataba para algo mas que dar masajes.
Pero no perdio el tiempo poniendose a la defensiva; sencillamente, tomo sus cosas y salio de la sala. Los hombres la siguieron hasta la entrada del hospital.
– No se por que no me han llamado por telefono, estoy en la guia. Si me hubieran llamado les habria dicho que yo solo trabajo con ninos.
Ben tenia una respuesta preparada:
– No hemos llamado porque temiamos que dijera que no. Y sabemos que trabaja con ninos ahora, pero en el hospital nos dijeron que era usted fisioterapeuta, la mejor que habian visto nunca. Fergus se encuentra en una situacion muy especial, asi que esperabamos que hiciera una excepcion…
Phoebe no pensaba darle masajes a un hombre adulto. A ninguno. No era por falta de valor, pero le habian