– Pero sigue con tu clase, no te preocupes por mi.
Phoebe lo miro, atonita. El beso en la nariz, el misterioso brillo de sus ojos. Fox actuaba de una forma muy extrana.
?Habria pasado algo con Marjorie? ?Iba a morderse mas unas haciendose preguntas?
?Habria besado a esa mujer?
– ?Phoebe?
Cuando oyo la voz de una de las madres, Phoebe volvio al salon. La habitacion en la que daba las clases de terapia para mamas primerizas era enorme, pero con seis madres y sus consiguientes bebes, parecia diminuta. Los ninos, desnudos, estaban felices como cachorros. Las madres, agotadas. Por eso habia empezado a dar esas clases.
– Una madre relajada consigue relajar a su hijo… y os prometo que cuanto mas toqueis al nino, mas contento estara. Hoy vamos a hacer dos tipos de masaje: el masaje activo y el relajante. De uno en uno…
Normalmente, formaba un circulo, trabajando individualmente con cada mama y cada nino, pero despues del segundo ejercicio dejo solas a las mamas y salio al pasillo.
– Hola.
– Hola -dijo Fox, sin volverse.
Se habia quitado la camiseta y Phoebe podia ver sus cicatrices. No era una imagen bonita, pero las heridas estaban cerradas. Su complexion era mas bien morena y la anchura de sus hombros, los musculos de su espalda, sus biceps, dejaban claro que estaba haciendo ejercicio para recuperar la forma.
Se percato entonces de que no se habia afeitado y la barba le salia mas rubia que el pelo de la cabeza. Phoebe se fijo tambien en su perfil, en su preciosa nariz, en aquellos ojos tan provocativos…
– ?Has terminado la clase?
Ella se sobresalto.
– ?Eh? No, no, solo queria ver que tal ibas. La cosa va bien, ?no?
– Si, lo mas dificil era la fontaneria, pero eso ya esta. Yo creo que para el lunes estara terminada. ?Te parece?
– Si, claro. Entonces, ?lo pasaste bien la otra noche?
– Si, desde luego que si. Oye, Phoebe, yo creo que necesitas unas alcachofas diferentes de las que has comprado. Unas que lancen un chorro mas suave.
– Muy bien.
– ?Quieres que las compre yo?
– Si, claro. Luego me dices cuanto te han costado y te dare el dinero. Entonces el lunes estara terminada, ?no?
– Si. Ademas, me gustaria verte el lunes.
– ?Para que?
– Tu insistes en que salga de casa, en que tome el aire… y hay algo que me gustaria hacer contigo el lunes por la tarde. Si no tienes inconveniente.
– No. no, claro. Podemos hacer los ejercicios en cualquier sitio -contesto ella, aclarandose la garganta-. Lo que hiciste la otra noche, en casa de Harry… ?crees que volveras a hacerlo?
Fox levanto la cabeza.
– Me parece que oigo llorar a un nino.
Ella tambien lo oia, pero aun asi vacilo. No podia moverse. Fergus suspiro mientras se acercaba a ella, su torso y sus manos cubiertos de yeso. Se acerco mucho, pero no la toco. Mejor, porque tenia que volver a clase con los ninos.
Pero estaba tan cerca que podia ver el brillo de sus ojos. Y esos ojos la hipnotizaban. No podia apartar la mirada.
– Me hizo mucha gracia que intentaras liarme con otra mujer, pelirroja. Nadie habia intentado eso antes.
Luego se acerco un poco mas y, sin tocarla, se inclino para darle un beso en los labios. No era un beso exactamente… mas bien la amenaza de un beso o la promesa de un beso.
– ?Quieres saber si la bese?
– No.
– ?Quieres saber si…?
– No.
– Porque te lo contare si me lo preguntas. Sere sincero contigo. Y tu serias sincera conmigo tambien, ?verdad, pelirroja? Me dirias la verdad.
– Si, claro que si -murmuro Phoebe. Pero habia algo en su voz, algo en sus ojos que la trastornaba. Estaba de los nervios, ella, que podia dar clases de parsimonia a un santo-. Tengo que volver a mi clase.
– Ya lo se.
– Hablaremos en otro momento.
– Si, muy bien. Se que tienes trabajo, pero hablaremos. Desde luego que hablaremos.
Phoebe volvio a su clase pensando que Fergus Lockwood tenia un diablo dentro del cuerpo, que tenia un lado manipulador y perverso. Un lado que le gustaba mucho.
Le hablaba como si fueran amantes. Y lo eran, claro. Pero ella se habia convencido a si misma de que aquello no podia durar. Esperaba, confiaba en que las cosas fueran de otra manera, pero cuando Fox le dijo que era la mujer mas sexy que habia conocido… se le cayo el alma a los pies.
La deseaba, de eso no habia duda. Pero ?la respetaba, la valoraba?
No habia cambiado nada, se dijo. Queria curar a Fergus y cada dia, cada semana, habia visto su esfuerzo recompensado. Estaba muchisimo mejor, mental y fisicamente. Ella no era completamente responsable de esa curacion, pero queria pensar que habia tenido algo que ver.
Eso era lo que importaba. Que el se pusiera bien. No lo que ella quisiera, no lo que ella sonara.
Phoebe entro en la clase y le espeto a sus alumnas:
– Maldita sea. ?Ahora vamos a relajarnos!
Las madres la miraron como si estuviera loca… hasta que alguien solto una carcajada. Y entonces Phoebe intento reir tambien.
Capitulo 10
Cuando llego Fox el lunes a su casa, Phoebe tuvo que soportar los lloriqueos de Mop y Duster.
– Ya se que es Fox, chicas, pero no podeis venir. Esta lloviendo… Venga, no seais tontas. Volvere enseguida.
Las perritas sabian eso. Y tambien sabian que tenian abierta la puerta que daba al jardin, que habia comida y agua fresca en la cocina. Pero no querian que Phoebe las dejara solas. Ademas, ellas querian a Fox, que caramba.
Y Phoebe tambien.
Ese era el problema. Suspirando, Phoebe se puso el impermeable sobre la cabeza y corrio hacia el coche. Eran las cuatro de la tarde, pero parecia de noche.
– Iba a buscarte…
– ?Para que? Entonces nos habriamos mojado los dos -suspiro ella, tirando el impermeable en el asiento de atras-. Bueno, ?adonde vamos?
Lo miro por primera vez y luego aparto la mirada enseguida. Ese era el truco. Si no lo miraba a los ojos podia mantener las distancias. Mas o menos.
– Ya lo veras.
– ?Por que estas siendo tan misterioso?
– No soy misterioso. Solo quiero ensenarte un sitio que me gusta, pero no te preocupes, no esta lejos de aqui.
– La cascada esta quedando muy bonita, por cierto. Gracias.
– Gracias a ti.