Phoebe era una mujer extraordinaria, desde luego. Su paciencia con el nino, el amor que entregaba tan generosamente… Era normal que se hubiera enamorado de ella. ?Que ser humano no la amaria?

Hubo un tiempo en el que tambien el tenia confianza y paciencia. Un tiempo en el que creia tener un don con los ninos. Los ninos siempre habian sido lo suyo. Lo creia de verdad.

Pero ya no era asi.

– ?Fox?

– Tengo que irme -dijo el.

– ?Ahora mismo?

– Se que esto ha quedado hecho un desastre, pero volvere… manana.

– Manana tienes que venir a una sesion.

– Lo se.

Pero tambien sabia que se acercaba uno de los peores dolores de cabeza. Sabia que iba a ser terrible. Solo queria marcharse de alli, llegar a su casa, esconderse en una habitacion oscura.

Y no estaba aseguro de si debia volver.

Nunca.

Capitulo 8

Phoebe encendio la vela con olor a melon y apago la cerilla. Luego dio un paso atras, con las manos en la cintura, y miro su obra de arte.

Mop y Duster lanzaron un ladrido, por si acaso habia olvidado que estaban alli. Ellas, desde luego, no podian olvidar el maravilloso olor que salia del horno.

Phoebe les habia dado a probar un poquito de todo, pero en aquel momento lo que la preocupaba era Fergus, que estaba a punto de llegar.

El golpecito en la puerta hizo que sus perras se lanzaran a la carrera, ladrando para saludar al visitante. Cuando Phoebe abrio la puerta, se abalanzaron sobre Fergus como si fuera un amigo de toda la vida.

– Tenia que venir hoy, ?no?

– Si, desde luego -contesto ella.

Naturalmente, Fox estaba sorprendido al verla vestida de forma diferente. Nunca la habia visto con algo que no fuera una camisa ancha, pero… el jersey negro y los pantalones del mismo color no eran precisamente un vestido de gala, pero resultaba diferente. No llevaba zapatos porque solia andar descalza por la casa, pero llevaba el pelo suelto y se habia maquillado. No mucho, solo un poco de brillo en los labios, un poco de colorete, un poco de rimel.

Pero, a juzgar por el brillo en los ojos de Fox, parecia como si se hubiera puesto las pinturas de guerra.

Phoebe lo llevo a la cocina. Habia querido hacer algo especial aquella noche, algo que lo sorprendiera… porque habia pensado que existia la posibilidad de que no volviera nunca.

Habia pasado algo cuando se fue el miercoles. No sabia que, pero de repente habia cambiado, habia vuelto a convertirse en un hombre oscuro, taciturno.

Phoebe quiso ir tras el para preguntarle que pasaba… pero tenia que cuidar de Manuel. Ademas, no tenia derecho a preguntar ni a pedirle explicaciones. Fox y ella no tenian ninguna relacion.

Por eso se habia convencido a si misma de que la estrategia era puramente profesional. Su recuperacion era lo importante, ?no?

Si se ponia un bonito jersey ajustado y llamaba su atencion… mientras fuera por una razon profesional, estaba bien.

El le pregunto por Manuel y charlaron durante unos minutos sobre el nino y sobre su trabajo.

– Bueno, sientate. Hoy vamos a probar otro ejercicio.

– ;Ah, si?

– Si.

Fergus no parecia haber notado las velas, el mantel, el decorado. El maldito hombre no apartaba los ojos de ella.

– ?A que huele?

– Es la cena.

– La cena no era parte del trato.

– Hoy si. Todo lo que pueda curarte es parte del trato, guapo.

– ?Guapo?

Phoebe rio, mientras se ponia los guantes para sacar el pollo del horno. La mesa de la cocina estaba cubierta por un elegante mantel… una sabana, en realidad. Y habia puesto una bonita vela en el centro de la mesa. Como no tenia servilleteros de verdad, habia decorado las servilletas con un lacito de terciopelo azul.

El menu no era precisamente gourmet: pan casero, patatas asadas con queso y crema agria, pollo con cilantro y limon. De postre, cerezas y moras con chocolate. Todo bastante basico.

Fox, sin embargo, levanto una ceja, sorprendido.

– ?Que es esto?

– La cena, ya te lo he dicho.

– Esto es «la cena» como un diamante es «una piedra». ?Crees que no se cuando una mujer quiere seducirme?

– ?Que? -exclamo Phoebe.

– Por favor… tu sabes lo que el olor a pan recien hecho le hace a las hormonas de un hombre, ?no?

Estaba tomandole el pelo, coqueteando. Y su corazon empezo a palpitar como un loco. Unas semanas antes, aquel hombre estaba encerrado en una oscura habitacion, sin querer ver a nadie, sin sonreir.

– El pan recien hecho es para abrirte el apetito.

– Eso es lo que he dicho. Que el olor a pan recien hecho despierta el apetito de un hombre. Mejor que nada en el mundo… ademas de ese jersey que llevas.

– ?Solo es un jersey, Fox!

Entonces sono el movil y Phoebe se quito uno de los guantes para contestar.

Era su madre y como no solia llamar de noche, se preocupo.

– ?Que pasa, mama? ?Estas bien? ?Esta papa bien?

– Todo esta bien -contesto su madre-. Solo queria contarte una cosa, carino. He leido en el periodico que Alan va a casarse. Se que ya no quieres saber nada de el, pero no queria que te lo contara un extrano…

El pollo iba a quemarse si no lo sacaba del horno, de modo que Phoebe prometio llamar a su madre por la manana y colgo a toda velocidad.

– Perdona la interrupcion. Hablo con mi madre un par de veces por semana, pero es casi imposible colgar antes de una hora.

– ?Ha pasado algo?

– No, no, nada.

– Debe de haberte dicho algo…

Phoebe no queria hablar de Alan, de modo que le hablo de sus padres.

– Mi padre es anestesista. Mi madre dice que es una suerte que gane dinero porque ella es una vaga… pero es de broma. Trabaja con ninos enfermos en el hospital y con adolescentes problematicos. Ademas, esta en la junta de direccion de una agencia de adopcion… y es pintora.

– ?De ahi los colores? -sonrio Fox, senalando las paredes.

– Si, claro. Mi madre me enseno a no tener miedo de los colores.

– Os llevais bien, ?no?

– Muy bien.

– ?Y que te ha dicho? Porque te has puesto nerviosa.

– Fox, no quiero hablar de eso -suspiro Phoebe-. Estamos en tu sesion y lo importante ahora eres tu. No me importa hablar de mi, pero prefiero no hacerlo cuando estoy trabajando.

– Ya -murmuro el, cabizbajo.

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