Pero como no podia buscar a aquel canalla para darle una paliza, poco podia hacer.

Y no estaba acostumbrado a sentirse impotente.

De hecho, nunca se habia sentido asi.

Phoebe necesitaba saber que la respetaba y el le habia contado la verdad de lo que le paso en Oriente Medio. Le habia revelado su parte mas vulnerable, su lado mas inseguro. Compartiendo sus miedos con ella, creia haber demostrado cuanto la respetaba, cuanto la valoraba.

Pero aquel imbecil habia destrozado su autoestima. Y el no podia hacer que la recuperase.

Fox miro el pollo al cilantro y supo que no podria comer.

Tenia que volver a verla una vez mas, pero dudaba que sirviera para algo. La habia perdido.

Y lo sabia.

Agotada y deshecha, Phoebe abrio la puerta para que sus perritas subieran a la furgoneta. Pero ni Mop y Duster la miraban.

– Mirad, chicas, tenian que poneros esa inyeccion. El veterinario os adora, la enfermera os adora. ?No os dais cuenta de que heris sus sentimientos cuando los tratais como si fueran torturadores?

Ninguna de las dos se molesto en volver la cabeza. Tendria que pagar por llevarlas al veterinario. Seguramente, tendria que darles filetes de comida, llevarlas de paseo durante cuatro horas.

Sabia que lo podia esperar. Ya habia pasado antes por eso.

Phoebe arranco la furgoneta, contenta de que fuera sabado porque no tenia energia. No queria trabajar, no queria ver a nadie, no queria hacer nada. Solo queria llegar a casa, cerrar la puerta y ponerse a llorar.

Se detuvo en el buzon para sacar la correspondencia y cuando estaba cerrandolo se percato de que habia un Mercedes RX 330 blanco aparcado frente a la casa.

El coche de Fox.

Sus perritas se percataron al mismo tiempo y empezaron a ladrar hasta que no tuvo mas remedio que dejarlas salir de la furgoneta.

– ?Que tendra este hombre? -murmuro. Pero era una pregunta tonta porque ya sabia lo que tenia Fox, por que era capaz de enamorar a todas las feminas, fueran de la especie que fueran.

No deberia haberla sorprendido que estuviera alli, pero la sorprendio porque no habia vuelto a ponerse en contacto con ella desde que le mostro la finca en la que iba a construir su casa. Desde que le conto la verdad sobre Alan.

Le habia contado la verdad, pero habia otras verdades. Por ejemplo, que Fox le habia preguntado si se imaginaba a si misma viviendo alli, con el. Le habia dicho que podria desayunar en el porche… pomelos.

Pomelos, su fruta favorita, su desayuno. No el de Fox.

Solo cuando recordo los pomelos se percato de que el hablaba en serio. No la queria solo como amante, sino como esposa.

Y si la queria como esposa, era porque la respetaba, porque la valoraba. Porque era muy importante para el.

Y si era importante para el…

Phoebe bajo de la furgoneta y se solto el pelo antes de entrar en la casa. Fox estaba acariciando a sus perrillas, riendo con ellas mientras les rascaba la tripa.

Seguia habiendo una tonelada de yeso, herramientas y ladrillos, pero el estaba guardandolo todo en bolsas. Y su cascada estaba terminada del todo. Era como un sueno, exactamente como ella la habia imaginado. Habia escalones, como si estuviera en medio de la naturaleza y uno tuviera que tirarse a la piscina antes de meterse bajo la cascada… y focos en el interior. Y una especie de barandilla para colocar plantas.

– Fox, es maravillosa. Es perfecta.

El levanto la cabeza.

– Llegas justo a tiempo.

– ?A tiempo para que?

– Necesito una victima para un experimento -contesto Fox.

– ?Que?

– Hay que probar la cascada, ?no? Se que funciona, pero no quiero llevarme nada hasta que la hayas probado.

– ?Que quieres que haga?

– Que la uses. Llenala de agua. Si todo funciona como tu esperabas, ya esta. Se acabo.

Phoebe trago saliva. «Se acabo». Era como si estuviera dandole otra oportunidad. Y si no aceptaba, si no queria arriesgarse…

Fox se habia dado la vuelta y, acompanado por sus perritas, empezo a recogerlo todo.

Lentamente, sin decir nada, Phoebe se quito la camiseta y el sujetador y abrio los grifos de la cascada para comprobar la temperatura. No estaba desnuda del todo. Llevaba su tanga favorito: el de color azul, con la banderita bordada. Esa no era la ropa interior de una chica timida y mojigata. Porque ella no era ni timida ni mojigata. Ni queria serlo.

– Mientras se llena la piscina, voy a…

Fox se volvio entonces y se quedo boquiabierto.

Se le cayo un martillo al suelo. Y luego una llave inglesa.

– El agua esta estupenda -sonrio Phoebe.

Fox dejo caer toda la caja de herramientas.

Ella sonrio, dejando que el agua mojase su cara. Se sentia feliz. Asi era como se sentia de pequena. Sobre si misma, sobre la vida. Limpia.

Y con Fox se sentia limpia.

Esa sensacion desaparecio cuando estaba con Alan, pero la habia recuperado. Por Fox, con Fox. El hombre del que estaba enamorada.

El hombre que se acercaba lentamente, mirandola a los ojos. El hombre que se quitaba la ropa con una sonrisa en los labios.

– ?Quieres volverme loco, pelirroja?

– Quitarte la ropa delante de mi…

– Si, eso he hecho.

– Un hombre podria imaginar cualquier cosa. Por ejemplo, que quieres que mire ese cuerpo tan bonito que tienes.

– ?Fox?

– ?Que?

– Esto es lo que hay: una mujer a la que le gusta estar desnuda. Para su amante, solo para su amante. Para su amor.

– Eso espero -sonrio el, buscando sus labios.

Su Fox, su loco Fox, parecia haber olvidado que estaban bajo el agua… y que el estaba vestido.

– ?Phoebe?

– ?Que?

– Nos estamos ahogando.

– Ese no es el problema, carino. ?Sabes cual es el problema?

– Dime.

– Que llevas la ropa puesta. Pero ese es un problema que podemos resolver de inmediato.

No era cierto del todo. Los vaqueros estaban empapados y quitarselos fue una tarea casi imposible. Rieron, se resbalaron, se besaron, rieron de nuevo y acabaron sentados en la piscina.

– ?Necesito ayuda!

Y cuanto mas reian, mas entendia Phoebe que aquel era el hombre de su vida.

El miedo desaparecio del todo. Para siempre.

– Te quiero, pelirroja. Te quiero. Ahora, manana, pasado manana…

– Yo tambien te quiero.

– Y te aseguro que vamos a pasarlo bien en la cama -rio Fox-. Tienes mi palabra. Vamos a probarlo todo.

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