Quiza tuviera que conformarse con eso.
Los rodearon en el momento que pusieron un pie en tierra, y todo se lleno de nuevo de fogonazos de flashes.
Andreas bajo primero y luego le tendio una mano para ayudarla, una mano que ella acepto de inmediato. Holly se habia puesto un vestido de verano verde, pero enseguida se dio cuenta de que se habria sentido mas comoda con un traje mas formal, de negocios.
– ?Que tal la luna de miel? -pregunto un periodista-. ?Que tal sienta ser una esposa de la realeza?
– No se espera que Holly ejerza como esposa de la realeza -se apresuro a responder Andreas en su lugar-. Estamos casados, pero Holly tiene su vida en Australia, donde dirige una preciosa granja. Yo nunca le pedire que renuncie a eso para cumplir compromisos reales.
Hubo un breve silencio, muestra de la sorpresa de los presentes.
– ?Quiere decir que el suyo no es un matrimonio de verdad?
– Yo no he dicho eso -respondio Andreas suavemente-. Nos hemos casado ante Dios y tenemos intencion de cumplir nuestros votos, pero el matrimonio es distinto dependiendo de las personas. No seria justo pedirle a Holly que cumpliera el papel de princesa.
– ?Entonces va a volver a Australia? -pregunto alguien a Holly-. ?Cuando?
– Tenemos muchas cosas que hacer -volvio a contestar Andreas-. Ya lo comunicaremos.
– Pero hasta entonces, ?va a cumplir funciones de princesa?
– Si, lo hara -contesto Andreas.
?Que estaba ocurriendo? Holly estaba atonita. De pronto se habia convertido en una docil esposa que ni siquiera podia responder personalmente a las preguntas que le hacian.
– Diles tambien como me gusta el cafe -dijo de pronto y todo el mundo, incluyendo Andreas, la miro. Vio furia en los ojos de su esposo, pero ya no podia volver atras-Me han hecho una pregunta y creo que lo logico es que conteste yo -explico-. Volvere a Australia cuando lo considere oportuno. ?No se espera que ejerza como esposa de la realeza? Suena como si hubiera salido de una especie de programa de cria de animales Lo siento, amor mio -se dirigio a Andreas y consiguio esbozar una dulce sonrisa ante los atonitos ojos de su marido-. Lo se, la esposa de un principe deja que su marido hable por ella. Pero tu mismo has dicho que no tengo que ejercer como tal. Yo solo soy una esposa, y punto; solo soy yo. Dejemos eso bien claro y pasemos a otra cosa.
Andreas estaba furioso. No solo estaba enfadado, estaba iracundo. Se encontraban en la limusina, camino del palacio y la miraba como si tuviera dos cabezas. Ella respondio con igual dureza, con una mirada desafiante.
– La esposa de un principe se queda siempre en un segundo plano -espeto.
– ?Si? No lo sabia, nunca he sido esposa de un principe.
– Holly, no lo comprendes. Es esencial que tengamos un comportamiento intachable.
– Yo pense que mi comportamiento «era» intachable -respondio con voz tranquila.
Si su padre hubiera estado alli, habria advertido a Andreas del temperamento de su hija. Pero Andreas no contaba con tal aviso. Lo unico que le preocupaba eran las consecuencias politicas de sus acciones.
– Tuviste un hijo sin estar casada -le recordo-. Con eso basta.
– ?Basta para que?
– Para que todo el pais te juzgue. Tienes que mostrarte discreta, recatada y respetuosa.
– Respetuosa hacia ti.
– Por supuesto, soy tu marido.
Pense que eras algo mas que eso. Pense que eras mi amante.
– En nuestra isla, si, pero no aqui. Aqui tienes que seguir las reglas de la familia. Tienes que estar callada, Holly.
– No creo que el silencio figurara entre los votos matrimoniales -respondio suavemente.
– Ya sabes por que me case contigo.
– ?Que? -ella tambien estaba furiosa, pero no gritaba. Quiza incluso fuera razonable que le preguntara a su marido lo que queria decir.
– Si la familia real de Calista te hubiese encontrado antes que nosotros…
– ?«Nosotros»?
– Mi hermano y yo.
– ?Que habrian hecho, Andreas?
– Habrian acabado con nosotros. Dios, Holly, creo que no es necesario que te lo diga. En ningun momento te lo he ocultado.
– No -dijo ella, y retiro la mirada.
Estaban acercandose al palacio, pero aun quedaba un poco para llegar a las puertas del edificio. Si se bajaba ahora…
– Escucha, Holly, no se cuanto tiempo quiere Sebastian que te quedes…
Holly volvio a mirarlo sin salir de su asombro.
– Sebastian. ?Sebastian! Entonces no tiene nada que ver con nosotros el tiempo que dure nuestro matrimonio. ?Depende de Sebastian!
– Es tu futuro rey.
– El tuyo -replico.
– Exacto. Tu puedes marcharte.
– Cuando el me de permiso para hacerlo.
– Si.
– ?Tu no tienes nada que decir al respecto?
– Holly, desde el principio este fue un matrimonio especial. Yo tengo mis obligaciones y tu… tu ni siquiera puedes mantenerte callada delante de la prensa.
– Parece que no.
– Holly… -Andreas titubeo un segundo antes mderle una mano a modo de suplica.
Ella lo miro a la cara y luego bajo la vista hasta la mano que llevaba su alianza. Estaba intentando convencerla para que hiciera lo que debia.
El lo habia hecho… por el pais y por su familia.
Se habia casado con ella y habian compartido tres dias espectaculares, pero ahora habia llegado el momento de volver a la realidad. Andreas le estaba pidiendo que se mantuviera en un segundo plano, cerrara la boca y vistiera de gris.
Su marido le pedia que siguiera adelante con la farsa, porque eso era lo que era, una farsa.
– Necesito saber cuando podre irme a casa -anuncio tras tomar la decision de rechazar su mano.
– Holly, por favor…
– Escucha, Andreas. Toda esta situacion es irracional. No me habia dado cuenta hasta ahora, pero ahora que lo se… De acuerdo, me mantendre al margen, cerrare la boca y vestire de gris. Pero mas vale que Sebastian y tu decidais pronto cuando puedo marcharme, porque no tardare mucho en volverme loca.
La cosa no hizo sino empeorar. En la puerta del palacio los esperaba todo un regimiento de sirvientes a los que tuvieron que saludar uno por uno. Andreas iba estrechando sus manos, pero cuando llego el momento de que lo hiciera tambien Holly…, la criada en cuestion dio un paso atras y Andreas le hizo un gesto.
Muy bien, parecia que ella no podia darle la mano al servicio, dedujo Holly. Otra leccion aprendida.
Acababan de llegar al final de la fila de criados cuando aparecieron dos lacayos de librea escolo a la reina Tia, la madre de Andreas.
– Hijo mio -saludo a Andreas con un beso en cada mejilla-. Bienvenido. Has sido muy malo llevandote tanto tiempo a tu esposa cuando tanto os necesitamos.
– Mama, tres dias no es precisamente una luna de miel muy larga -respondio Andreas.
– No, pero en estos momentos, y con Alex todavia fuera…, Sebastian ya no podia mas -Tia meneo la cabeza y se dirigio a Holly-. Bienvenida, querida. Una doncella te acompanara a tu apartamento. Andreas, Sebastian te espera en el despacho de tu padre.
– Deberia acompanar a Holly…
– Yo me encargo de ella -lo interrumpio Tia con ese tono arrogante que tenia en comun con su hijo-. Tu vete, tu hermano te espera. Estoy segura de que Holly lo comprendera.
Andreas desaparecio y Holly se quedo con una docena de criados y con la reina.