«?Holly lo comprendera?» No, Holly no comprendia nada. Deberia haberse sentido sola y abandonada, pero lo cierto era que tenia que hacer un esfuerzo para controlar la furia que amenazaba con apoderarse de ella.
– Supongo que volvere a ver a mi marido… ?en la cena? -pregunto a la reina.
– No estoy segura -respondio Tia, extranada-.
Creo que Sebastian quiere que salga para Grecia de inmediato.
– ?Conmigo?
– Tu tienes que instalarte aqui.
– ?Si?
– Querida…
– No se preocupe -se apresuro a decir Holly al ver que habia escandalizado a la reina-, no voy a hacer una escena. Ya me han dicho cual es mi papel, asi que me quedare aqui mientras mi marido esta en Grecia. ?Cuando puedo tener una reunion con Sebastian?
– ?Perdon?
– Puesto que es Sebastian el que maneja los hilos aqui, sera Sebastian quien me diga cuando poner fin a mi matrimonio.
– Querras decir Su Alteza el principe Sebastian -corrigio Tia con severidad-. Tengo entendido de que mi hijo cree que podria convenir que el matrimonio continuara.
Holly enarco ambas cejas.
– ?De verdad?
– Tuvisteis una actuacion encantadora en la iglesia.
Una actuacion. ?Una actuacion! ?Es que aquella familia planeaba sus apariciones siempre de cara a la opinion publica?
– Me alegro -dijo entre dientes al tiempo que agarraba a Deefer del suelo, donde lo habia dejado para saludar al servicio. Ahora necesitaba la cercania del cachorro. Le daba seguridad.
– Dale el perro a alguno de los criados -le sugirio Tia mirando al cachorro con incertidumbre-. ?Es tuyo?
– Si -respondio Holly y lo apreto contra si de manera instintiva.
– Cuidaran de el en los establos.
– Deefer se queda conmigo.
– No se permiten animales en palacio por deseo de mi marido.
?Su marido? ?Acaso no estaba muerto? ?Queria eso decir que las normas de los reyes seguian vigentes aunque ellos murieran? ?Y esas normas la concernian a ella?
– Me parece que eso va a suponer un problema -senalo Holly con cautela-. ?Me esta diciendo que tengo que dormir en los establos?
Tia miro a los criados con nerviosismo, aunque no se encontraban tan cerca como para poder oir lo que hablaban. De todos modos, bajo el tono de voz.
– Nada mas casarme comprendi que tenia que acatar las normas.
Holly fruncio el ceno. Tia seguia obedeciendo despues de… ?cuantos anos de matrimonio?
– Pero ahora Su Majestad es la reina -le dijo-, la matriarca de la familia. Seguro que puede dictar sus propias normas.
– El que dicta las normas ahora es Sebastian, el principe regente…
– Pero el es su hijo.
– Esto no esta bien.
– No, es verdad -reconocio Holly con evidente tension-. Lo hablare con Andreas. Con un poco de suerte podre hacerlo antes de que se vaya a Grecia. Hasta entonces, pidale a alguien que me lleve a mi habitacion. Con mi perro. O a los establos, tambien con mi perro. Elija, Majestad.
Capitulo 10
?Como habia podido decir algo asi? ?Como se habia atrevido a enfrentarse a la reina? Holly se sento en la enorme cama con dosel y trato de dejar de temblar. Apreto a Deefer contra si.
– Has sido tu -le dijo al perro-. Tu has hecho que me sintiera valiente.
Pero no se sentia valiente. Se sentia pequena, insignificante y muy sola.
– ?Cuando crees que volveremos a ver a Andreas?
Deefer respondio lamiendole la cara.
– Gracias por tus besos, pero les falta un poco de delicadeza.
Respiro hondo para intentar aplacar el temor que sentia. ?Como iba a aguantar alli sola? ?Tenia alguna alternativa?
Quiza si, pero si volvia a Australia, seria el final. Se habia casado con el por algo y era una locura marcharse.
– Ademas, seguramente volveria a traerme a la fuerza -susurro-. Soy una esposa cautiva, Deefer. Acabare como Tia, obediente y temerosa incluso despues de anos y anos de matrimonio.
Tuvo que parpadear varias veces para no echarse a llorar y, despues de un rato opto por salir a la terraza de la habitacion que daba a los enormes y cuidados jardines del palacio.
De pronto aparecio en su mente la imagen de los campos polvorientos, los eucaliptos y una pequena tumba.
– Seguro que te gusta Munwannay -dijo a Deefer-. Esta vez al menos te tendre a ti… Pero lo quiero todo - admitio para si-. Te quiero a ti, a Andreas y a Munwannay. Quiero que seamos una familia.
– Tu avion sale al amanecer. Tengo una lista de contactos que quiero que repases.
Andreas miro a su hermano con gesto sombrio.
– No puedo dejar aqui a Holly.
– Tampoco puedes llevartela; tienes que moverte muy rapido. Eres el unico preparado para hacerlo y ya sabes lo que ocurrira si no encontramos la piedra.
– No me importa lo mas minimo esa piedra.
– ?Crees que a mi si? -le pregunto Sebastian con incredulidad-. Lo que si me importa es mi pais, igual que a ti. Y la gente que vive en el.
– Zakari no seria mal gobernante.
– Eso no lo sabemos, y hay demasiadas cosas en peligro como para arriesgarnos. No tienes eleccion.
– Nunca la he tenido -aseguro Andreas con tristeza.
– No cuando esta en peligro el futuro de nuestro pueblo. No.
– ?Y cuando aparezca la piedra?
– Entonces puede que descubras que te gusta ser principe. Y puede que a mi me guste ser rey. Pero hasta entonces tenemos muchas cosas que hacer, y que hacerlas ya. Esta aqui el jefe de seguridad para darte toda la informacion necesaria. Vamos.
Las dos de la madrugada. Andreas abrio la puerta con sigilo, como si pensara que ella podia estar durmiendo y quiza lo habria estado de no haber tenido los nervios a flor de piel y de no sentirse tan sola.
Pero Andreas se habia olvidado tambien del cachorro. Deefer salto de la cama en cuanto se abrio la puerta y corrio a saludar a su amo.
– Llevamos demasiado poco tiempo casados para que empieces a llegar despues de la media noche -dijo ella, ya sentada en la cama-. ?No te parece?
– Tenia que…
– Ir a Grecia, lo se.
– No me voy hasta manana.
– Pero si ya es manana -respondio, consciente de la hora que era-. ?O es que aun tenemos un dia hasta que te vayas?
– Holly, lo siento, pero… Me voy hoy mismo. Tengo que salir al amanecer.
– Tienes que salvar el mundo. Ya me lo ha dicho tu madre.
– ?Que mas te ha dicho? -parecia preocupado.