– Esta sangrando.

– Espero que agarre la rabia y se muera -dijo Holly entre dientes.

– No me extranaria, habiendole mordido una loca…

– Dejalo -lo interrumpio Andreas-. Vas a tener que llevarla a Eueilos.

– Senor, esta descontrolada -se apresuro a decir Georgios-. En Eueilos no hay nadie, excepto Sophia y Nikos, y son demasiado mayores para defenderse.

– Les dire que guarden bajo llave las armas de fuego -dijo Andreas con sequedad-. Ella no le hara dano a una pareja de ancianos que no tiene nada que ver con todo esto, y es imposible que se escape de la isla -miro la hora-. Tengo que irme. Debo comparecer en el Parlamento dentro de una hora,y los periodistas haran muchas preguntas si no aparezco.

– Muy bien -murmuro Georgios con algo parecido a una sonrisa-. Pero, ?podremos mantenerlo en secreto?

– No voy a permitirlo -intervino Holly con furia-. Andreas, ?que demonios crees que estas haciendo?

?Que estaba haciendo? Andreas penso en el informe que tenia sobre la mesa de su despacho y apreto los dientes. Aquella mujer estaba poniendolo todo en peligro por culpa de un secreto que deberia haberle contado…

Pero Holly estaba histerica.

– Estoy protegiendo lo mio -dijo el por fin-. No tengo ni idea de lo que te ocurrio despues de que yo me fuera de Australia, pero esta poniendo en peligro a este pais. Siento que hayamos llegado a esto, Holly, pero quiero la verdad. Te van a llevar a Eueilos y esperaras alli hasta que yo lo decida. Hablaremos cuando este preparado para hacerlo.

Capitulo 2

Pasaron cuatro dias antes de que Andreas pudiera marcharse. La investigacion sobre corrupcion estaba siendo muy intensa y, como jefe del comite de investigacion, tuvo que dedicarse practicamente de lleno a resolver todos los asuntos oscuros de los circulos oficiales mientras intentaba encontrar un momento para poder ir a Eueilos.

Andreas penso que quiza a Holly le hiciera hien tener tiempo para calmarse, pero solo el sabia lo dificil que le resulto concentrarse en lo que lo tenia ocupado. Cuando por fin pudo abandonar todo aquello, lo hizo con una sensacion de alivio… pero tambien de aprension.

La isla de Eueilos era un paraje idilico que su padre, el rey Aegeus, le habia regalado al alcanzar la mayoria de edad y que desde hacia ya mucho tiempo era su refugio. Ya desde nino habia mostrado cierta aversion a la pompa y el lujo de la realeza; estaba atrapado en una red de la que no podia escapar por haber nacido en aquella familia, pero Eueilos era su lugar, solo suyo. A su mujer nunca le habia gustado, Christina preferia las luces de la ciudad, aunque incluso la capital de Aristo era demasiado tranquila, asi que el siempre habia tenido la libertad de hacer lo que quisiera en su isla.

Alli habia construido un pabellon inspirado en las tiendas del desierto que utilizaban sus primos en la vecina Calista. Desde lejos parecia un conjunto de toldos unidos en circulo, pero a medida que uno iba acercandose se daba cuenta de que las «tiendas» en realidad estaban hechas de paneles de madera encalados. Las paredes podian retirarse de manera que el pabellon entero quedara abierto a la brisa del mar. En el centro habia una enorme piscina, lo bastante grande como para considerarla una laguna. Las playas de la isla tenian una maravillosa arena dorada, por lo que la piscina no era mas que un lujo para cuando daba pereza acercarse hasta el mar.

Andreas iba a alli tanto como podia, para huir de la atencion publica. Los unicos empleados que lo acompanaban durante sus estancias en Eueilos eran un discreto y fiel matrimonio.

Aquel lugar lo fascinaba igual que en otro tiempo lo habia fascinado el hogar de Holly, penso mientras aterrizaba el avion. Iba pilotando el mismo. Habia sido Holly la que le habia ensenado a volar y cada vez que lo hacia…

No. No pensaba en ella. Dios, se habia casado y divorciado, habian ocurrido muchas cosas desde que se habia separado de Holly.

Y ahora estaba a punto de verla de nuevo.

Se llevo la mano a la mejilla al recordar las dos bofetadas que le habia dado. ?Estaria mas tranquila?

Esperaba que asi fuera para que pudiera contestar a sus preguntas. No tendria mas opcion. El no se moveria de alli hasta que tuviera todas las respuestas que necesitaba. ?Y hasta haber hecho caso a la sugerencia de Sebastian?

Sophia, el ama de llaves, acudio a recibirlo a la entrada del pabellon. Sin duda habia estado haciendo dulces porque el olor a baklavas lo inundaba todo. Sophia habia sido su ninera hasta los diez anos y cuando su padre le habia regalado la isla, bahia ido a buscarla; desde entonces su marido, Nikos, y ella eran los encargados de aquel lugar, donde su agradable presencia conseguia siempre que a Andreas le parecieran menos importantes sus preocupaciones.

– No esta -le dijo Sophia.

– ?Que?

– Esta en la playa del extremo norte de la isla -explico Sophia, observandolo-. Es el punto mas dejado de la casa. Georgios le dijo que ibas a venir. Me ha pedido que te dijera que no te molestes a menos que tengas intencion de ofrecerle una manera de volver a casa -Sophia fruncio el ceno-. Esta mujer… Holly esta muy enfadada.

– No tanto como yo -contesto Andreas con tristeza.

– Yo no te crie para que te vengaras de las mujeres.

Sophia cruzo los brazos sobre el pecho y le lanzo una mirada hostil. Era mucho mas baja que Andreas, pero le pegaria un buen tiron de orejas si lo consideraba necesario. Sophia era la unica persona en el mundo que no lo trataba como un principe, mas bien lo trataba como a un nino, un nino al que mimaba y al que reprendia tambien cuando creia que debia hacerlo.

– Es una buena chica -anadio Sophia, sin ablandar su tono de voz-. Y esta asustada. Ya le he dicho que no tiene nada que temer mientras yo este en la isla. No se para que la has traido aqui, pero como la toques, tendras que responder ante mi.

– No le voy a hacer, ningun dano.

– Eso ya lo has hecho. Tiene marcas en las munecas.

– No fui yo.

– Fue Georgios, asi que es lo mismo.

– No lo es.

– No me cuentes historias -dijo, y acto seguido lo apunto con el dedo-. Ve a verla y tratala bien. Hasta que soluciones las cosas con Holly, no habra baklavas para ti. Le he dejado un banador; por cierto, se ha puesto aun mas furiosa cuando ha visto la coleccion de, trajes de bano femeninos que tienes. Vas a tener que esforzarte mucho para hacer las paces con ella.

Cruzo la isla caminando para ir en su busca. Podria haber ido en uno de los todoterrenos, pero lo cierto era que necesitaba tiempo para pensar, para decidir como debia actuar.

Tenia la sensacion de que, desde que habia recibido las primeras noticias sobre Holly, se habia movido con el piloto automatico. Se habia concentrado en obtener respuestas lo antes posible, y ahora comprendia que tenia que ser mas cauto. Sophia tenia razon. De nada serviria que Holly estiviese histerica, como el ultimo dia.

Dios, a el tambien le costaba mucho mantener a calma. Aun resonaban en su cabeza las palabras del reportero:

– ?Sabia que en la propiedad hay una tumba de un nino? La lapida dice «Adam Andreas Cavanagh. Fallecido el 7 de octubre de 2000, a las siete semanas y dos dias. Hijo adorado de Holly. Un pequeno angel al que ame con todo mi corazon».

Adam Andreas Cavanagh. Aquel nombre, y lo que habia sugerido el reportero, le habia provocado un dolor que jamas se habria creido capaz de sentir. Habia intuido la verdad desde el principio, incluso antes de calcular si

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