?Eso es todo lo que quieres decirme? Bueno, pues ya lo has dicho. ?Puedes pedir que vuelvan a llevarme a Australia?
– No, no puedo.
– ?Por que no? -se aparto de el y se dio media vuelta.
?Estaba dandole la espalda? Podria hacer que la metieran en la carcel por insubordinacion.
Pero ya habia empezado a caminar en direccion a la casa. Andreas la observo y penso que parecia cansada. No deberia estar cansada despues del tiempo que habia tenido para descansar.
Se fijo en que tenia una larga cicatriz en la parte posterior de la pierna. Esa cicatriz no estaba alli diez anos atras.
Ya no era la chica de la que se habia enamorado. Claro que tampoco aquella chica habria temido que la acusaran de insubordinacion. Habia cosas que no cambiaban. Como ella no parecia dispuesta a esperarlo, Andreas echo a andar a grandes zancadas y no tardo en alcanzarla.
– ?Que te paso en la pierna?
– No tengo por que…
– ?Decirmelo? No, claro que no, pero me gustaria saberlo. Es una cicatriz muy grande y no me gusta pensar que hayan podido hacerte dano.
Holly le lanzo una mirada que casi daba miedo.
– ?Crees que un corte en la pierna puede hacerme dano? No tienes ni idea de lo que realmente hace dano, Andreas Karedes. Y no utilices tus encantos de principe conmigo -espeto-. Soy completamente inmune.
– ?De verdad? -dijo el sonriendo.
Ella se quedo boquiabierta un segundo y luego giro la cabeza deliberadamente para mirar hacia delante.
– Dejame. Ya me sedujiste una vez, asi que si crees que vas a hacerlo de nuevo…
– Solo te he preguntado que te habia pasado en la pierna. No creo que pueda considerarse una maniobra de seduccion.
– Me corte poniendo una alambrada.
– Tu padre nunca te habria permitido colocar alambradas.
– No cuando tu estabas alli -respondio Holly-. Pero hay muchas cosas que no sucedian cuando tu estabas.
– No comprendo.
Holly se volvio a mirarlo, tenia las mejillas sonrojadas.
– Estabamos arruinados -dijo entre dientes-. Yo no lo sabia. Ni yo ni nadie. Mi padre se lo oculto a todo el mundo. Ya sabes que mi madre era pariente lejana de la realeza europea, y lo cierto es que siempre le gustaron los lujos. Y mi padre lo permitia. Creian que todo se arreglaria, no era asi y ellos seguian gastando de todos modos. Mi padre no dejaba de endeudarse.
– Pero si era rico -recordo Andreas, atonito.
– No, no lo era -aseguro ella-. Asi que cuando cumpli los diecisiete anos idearon un estupido plan para casarme con algun millonario. Mi madre se puso en contacto con todas las casas reales Europa, con todos los millonarios que pudo y ofrecio una estancia en nuestra casa para algun heredero antes de hacer frente a sus obligaciones.
– Tu fuiste el primero que vino.
– Pero habia dinero…
– Solo era una fachada. Hasta que tu llegaste, estudiaba en casa porque no podian permitirse mandarme a un internado, y siempre trabajaba en la granja, pero mientras tu estuviste alli me relevaron de mis obligaciones y de pronto me converti en una dama. Tenia todo el tiempo del mundo para pasarlo contigo si lo deseaba. Y, por supuesto se me subio a la cabeza. Por primera vez en mi vida, era libre y mis padres no hacian mas que empujarme a tus brazos. Pero entonces me quede embarazada, tu te fuiste y se derrumbo el castillo
de naipes. Mi padre tenia un sinfin de deudas. Mi madre se fue y yo me quede alli. Embarazada. Desesperada. Y locamente enamorada, por cierto.
– Enamorada -repitio el suavemente, pero ella respondio con una mirada burlona.
– Olvidate de eso. ?No quieres saber la historia? Pues te la estoy contando -las palabras salian de su boca como un torrente, como si tratara de acabar con aquello cuanto antes-. No te dije que estaba embarazada, ni siquiera cuando mis padres… No, no iba a permitir que te obligaran a casarte conmigo. Asi que tuve el bebe y su llegada me cambio el mundo. Lo queria con todo mi corazon -le temblo la voz, pero se obligo a continuar-. Pero… cuando tenia casi dos meses enfermo de meningitis y murio. Eso es todo. Fin de la historia -cerro los ojos durante una decima de segundo y luego volvio a abrirlos. Era casi el fin de la historia, de la parte mas dura-. Consegui un titulo universitario a distancia para poder ensenar y comence a trabajar para la Escuela del Aire, como siempre habia sonado. Durante anos ese fue el unico dinero que entro en la casa. Mi padre estaba incapacitado por depresion, pero no queria ni oir hablar de vender la granja y yo no podia abandonarlo. Murio hace seis meses. Puse la propiedad a la venta, pero esta en muy mal estado, asi que no he podido venderla. Iba a marcharme de alli cuando se presentaron tus matones. ?Que piensas hacer ahora conmigo, Andreas? ?Vas a seguir castigandome? Creeme, ya he tenido suficiente castigo. Perdi a mi pequeno Adam.
Un sollozo la dejo sin palabras, habia rabia en su mirada, rabia hacia el, hacia el mundo entero. Se seco las lagrimas con el dorso de la mano.
Andreas se acerco a ella, pero inmediatamente Holly dio un paso atras.
– !No!
– Lo llamaste Adam -le dijo.
No queria hacerla sufrir, pero sabia que quiza a fuera su unica oportunidad de encontrar respuestas a sus preguntas. Ahora que estaba completamente indefensa…
– Adam Andreas -murmuro-. Por su padre. Se parecia mucho a ti. Tendrias que haberlo visto… sabes cuanto me habria gustado que vieras… -volvio a temblarle la voz y de pronto ya no pudo mas.
Andreas se acerco de nuevo y la agarro por los hombros. Ella se derrumbo y Andreas la abrazo sin importarle si queria o no.
Simplemente la estrecho en sus brazos.
Estaba rigida, pero sentia sus sollozos.
– No… no.
– Tranquila, Holly -le susurro mientras la abrazaba y apoyaba la cara en sus suaves rizos-. Desahogate.
Por un momento penso que no aceptaria el consuelo, pero de pronto sintio que su cuerpo se aflojaba y desaparecia la tension. Se acurruco contra el y siguio llorando.
Debieron de ser treinta segundos como maximo Andreas la abrazaba mientras corrian por sus venas las mas primarias emociones; sentia deseo, posesividad y la necesidad de protegerla. Pero entonces ella volvio a tensarse y se aparto. Una mujer como Holly no se dejaba llevar por el llanto tan facilmente. Recordo entonces como se habia negado a llorar cuando el se habia marchado de Australia. Habia visto el brillo de las lagrimas en sus ojos, pero luego los habia cerrado y se habia contenido.
Lo mismo hacia ahora. Cuando volvio a mirarlo, en sus ojos habia una expresion fria y desafiante.
– No tienes ningun derecho a hacerme sentir asi.
– Tenia derecho a conocer a mi hijo.
Aquellas palabras los sorprendieron a ambos. Las pronuncio con tanta dureza que los dos supieron que era la mas pura verdad. Holly lo miro fijamente durante un momento y luego le dio la espalda. Otra vez.
– Lo se -dijo al tiempo que reanudaba la marcha hacia el pabellon-. Si no hubiera muerto, te lo habria acabado contando. Deberia habertelo dicho desde el principio, pero tampoco intente ocultarlo. Si te hubieras puesto en contacto conmigo… Sin embargo, no lo hiciste. Tienes que entenderlo. Todo se vino abajo a mi alrededor en cuanto tu te fuiste. Los acreedores de mi padre nos dejaron sin nada… incluso se llevaron a Merryweather -volvio a temblarle la voz, pero canalizo el dolor y la rabia dandole una patada a la arena.
– Tu caballo -murmuro Andreas, recordando aquella hermosa yegua que era casi una extension del cuerpo de Holly.
– Eso fue lo de menos -dijo, recuperando el control con evidente esfuerzo-El problema es que mi madre se largo y mi padre comenzo a beber. Yo le oculte el embarazo hasta los seis meses de gestacion, para entonces tu ya estabas casado y mi padre sabia que no habia manera de salvar la grnja por mucho dinero que me dieras para la manutencion del nino,asi que no merecia la pena destrozar tu matrimonio.Les dije a mis padres que si