encajaban las fechas.

Porque recordaba cuando ella le habia dicho:

– ?El reino de Adamas? Me encanta. Adam es un nombre con mucha fuerza. Si alguna vez tengo hijo, me gustaria que se llamara Adam.

Se lo habia dicho mientras estaban tumbados sobre un magnifico lecho de cesped que habia surgido milagrosamente despues de las lluvias. Aquel dia habian hecho el amor por ultima vez en un lecho de hierba y flores silvestres. Holly se habia abrazado a el con pasion, habia hablado de un hipotetico hijo y luego el se habia marchado continuar con su vida.

Sin saber que dejaba atras a… Adam Andreas Cavanagh. No tenia la menor duda de que las suposiciones del investigador eran ciertas, tenian que serlo porque Holly era virgen cuando se conocieron. Tenian que ser ciertas…

Pero si era asi, era un desastre.

– Le debi causar mucha impresion si decidio ponerle a su hijo uno de mis nombres -habia bromeado con el periodista para intentar desviar sus sospechas, pero no estaba seguro de que hubiera servido de nada.

Despues de los escandalos que estaban sacudiendo a la familia real, cualquier cosa podria ocasionar un verdadero caos. La prensa lo sabia y andaban como sabuesos a la caza de la presa.

Problemas, eso era lo que significaba la presencia de Holly, especialmente si se ponia a gritar como la ultima vez. ?Acaso no se daba cuenta de que podria hacer caer del trono a su familia?

Al dar la vuelta a una duna de arena se encontro con la playa que le habia indicado Sophia… y con Holly. Estaba tumbada sobre la arena a menos de diez metros de el. Llevaba la parte de abajo de un diminuto bikini color carmin. Y nada mas. Estaba tumbada boca abajo, pero apoyada sobre los codos, leyendo, asi que Andreas podia ver la generosa curva de sus pechos. Los rizos rubios del cabello le caian sobre los hombros; habia estado nadando y aun tenia el pelo mojado. Parecia… libre, penso Andreas de pronto; una libertad que el nunca podria tener. Ademas, estaba increiblemente bella El nudo de rabia y tension que llevaba semanas oprimiendole el pecho se deshizo de repente, asi de simple. En su lugar aparecio una sensacion intensa que tuvo que hacer un esfuerzo para acordardarse donde estaba. Holly no lo habia visto podria acercarse a ella y tumbarse a su lado,vtocar su cuerpo como lo habia hecho anos atras.

Claro. Estaba alli para evitar que surgieran rumores que pudieran hacer dano a la Corona, no para provocar mas.

– Vamos Andreas, se sensato -se dijo a si mismo con una especie de rugido.

Ella debio de oirlo porque justo entonces levanto la vista y se incorporo rapidamente para ponerse la parte de arriba del biquini, pero el ya lo habia visto todo.

Tenia casi diez anos mas que la ultima vez. Su cuerpo era ahora el de una mujer. Un cuerpo sensual y curvilineo que podria volver loco a un hombre…

– ?Que haces ahi? -pregunto ella, interrumpiendo sus pensamientos.

– Soy el dueno de la isla -respondio Andreas mientras ella se envolvia en una toalla como si le fuera la vida en ello. No dijo nada, asi que el contino hablando-. Tengo que hablar contigo, por eso te he traido aqui.

– Podrias haberme llamado por telefono. No estamos en la Edad Media.

– No -admitio Andreas-. Pero los telefonos estan pinchados.

– ?Los tuyos?

– Los tuyos.

– ?Por que iba nadie a intervenir mi telefono? -pregunto con incredulidad.

– Porque el pais entero quiere saber lo que hubo entre nosotros -hizo una breve pausa-. Volvamos a la casa.

– Si quieres llevarme, a rastras y gritando.

– Holly, coopera un poco.

– Dame una buena razon para hacerlo.

– ?Me lo debes! -exclamo con una pasion que hizo que ella abriera mucho los ojos-. Tengo que saber la verdad.

– Yo no te debo nada -murmuro ella.

– Tuviste un hijo mio.

Lo dijo con tal certeza que la hirio, Andreas vio el dolor en su rostro. Aflojo los dedos con los que se aferraba a la toalla y la dejo caer. Fue como si de repente ya no tuviera nada que proteger.

– Si -susurro y lo miro a los ojos con firmeza, sin pedir disculpas, mas bien desafiandolo.

– No me lo dijiste -la furia que se habia apoderado de sus actos en las ultimas semanas parecia haberse debilitado.

– No.

Holly no dijo nada mas. El tampoco. Por un momento se quedaron en completo silencio, solo se oia el ruido del mar. Nada los distraia de aquella horrible realidad que compartian.

– Tenia derecho a saberlo -dijo el por fin.

– El mismo derecho que tenia yo a recibir las cartas que dijiste que me escribirias -respondio Holly con furia renovada-. Ni una llamada de telefono, Andreas. Nada. Una sola nota de agradecimiento para mis padres, escrita por algun secretario con el membrete de la Casa Real…, eso fue todo.

– Sabes que no podia…

– ?Continuar con la relacion? Claro que lo sabia. Ya estabas prometido cuando llegaste a Australia, pero eramos dos crios. Yo era una adolescente, Andreas. Nunca habia tenido novio. No tenias derecho a aprovecharte…

– ?No fue asi! Lo nuestro fue mutuo.

Hubo una breve pausa en la que Andreas creyo ver un atisbo de sonrisa.

– Pero yo seguia siendo una nina.

Ese era el problema. Andreas lo sabia, ambos lo sabian. Ella tenia diecisiete anos, no dieciocho. Eso lo cambiaba todo.

– ?Sabias que estabas embarazada cuando me fui? -pregunto, tratando de concentrarse en el aspecto personal de lo ocurrido, no en el politico ni el legal.

– Si -dijo, y cerro los ojos.

– Entonces aquella ultima vez.

– No estaba segura -se apresuro a matizar-. Alli no es facil comprar un test de embarazo, pero tenia mis sospechas.

– Entonces ?por que…?

– Porque estabas prometido -le recordo pronunciando cada silaba como si hablara con un nino-. Andreas, no quiero hablar de esto. Dime, ?que habrias hecho si hubieras descubierto que estaba embarazada?

– Casarme contigo.

Lo dijo con tanta seguridad que la hizo parpadear, pero luego esbozo una triste sonrisa y nego con la cabeza.

– No. Es una fantasia. Hablamos sobre eso, ?te acuerdas? Corregido y escaneado por Consuelo Dijimos que nos queriamos mucho y que queriamos estar juntos para siempre, que tu me llevarias a Aristo y me convertiria en princesa. Que mis padres podrian arreglarselas sin mi y tu padre acabaria perdonandote. El problema es que ya habia una princesa, Andreas. Christina te esperaba y se suponia que tu matrimonio con ella serviria para fortalecer las relaciones internacionales. Hablabas de desobedecer a tu padre, pero jamas dijiste que pudieras romper el compromiso con Christina.

– Nos habian prometido desde ninos -se defendio, aunque sabia que era un argumento muy endeble.

Lo habia sido entonces y seguia siendolo. Holly nunca habia entendido como funcionaban aquellos matrimonios; no comprendia que Christina, que era cinco anos mayor que el, habia sido educada desde nina para convertirse en su esposa. Jamas habria mirado a otro hombre. Si le hubiera dicho a los veinticinco anos que no tenia intencion de casarse con ella, la habria destrozado y ademas habria provocado un cataclismo politico.

Andreas tenia una obligacion que cumplir,siempre lo habia sabido. Y Holly lo sabia tambien.

La vio estremecerse y, antes que tuviera tiempo de hacerlo ella, Andreas le echo la toalla por a de los hombros.

– El sol me esta quemando -volvio a estremecerse cuando sus dedos la rozaron-. Necesito volver a la casa.

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