haciendoles reir. Pero esta zona del rio es la mas segura en muchas millas. ?Quereis ir?
Una vez mas, Matt recordo a su madre y a Charlotte…y luego las olvido pro completo cuando la cara de Erin se ilumino por completo.
– No creo que haya nada que me pudiera apetecer mas- replico Erin. Gracias, Matt. Es una idea estupenda.
Y efectivamente lo fue.
– ?Quieres decir que podemos meternos vestidos?- quisieron saber los gemelos, cuando el tractor se detuvo a la orilla del rio.
En esa parte, la zona verde acababa y comenzaba una superficie suave de arena dorada que llegaba hasta el borde del agua. El rio fluia suavemente, ya que el mar estaba muy cerca. Erin penso que incluso alli se notarian las mareas. El agua era tan transparente, que parecia de cristal.-Bueno, supongo que estariais mas comodos si os quitarais la ropa y os quedarais solo con las zapatillas.
– ?Tu vas a hacerlo?.
Matt miro a Erin y ella lo miro a su vez.?Demonios!. Matt se dio cuenta de que Erin habia intuido que el solia banarse alli desnudo y la idea le hizo sonrojarse.
– Creo que yo me dejare los pantalones puestos.
– Entonces nosotros tambien nos dejaremos los pantalones- contestaron los chicos.
– Me parece bien.
Erin se miro el vestido. No habia encontrado ningun sujetador en la bolsa de ropa y el suyo estaba secandose, asi que no llevaba nada debajo del vestido. Y solo Dios sabia lo que aquella tela dejaria ver una vez se mojara.
Pero nada iba impedirle banarse en aquel lugar paradisiaco.
– ?A que estamos esperando?- pregunto, riendo y encogiendose de hombros. Vamos, ninos. El ultimo comera un trozo menos de pizza.
Para sorpresa de Matt, los ninos nadaban como peces y Erin era como un delfin que hacia circulos alrededor de ellos.
– Me encanta nadar- le confeso a Matt, sacando la cabeza del agua. Solo la cabeza porque sus temores sobre el vestido se confirmaron nada mas meterse en el agua.
Los gemelos estaban haciendo en ese momento una competicion para ver quien podia aguantar mas debajo del agua.
Sus pies golpeaban la superficie al desaparecer. Era un juego que podia durar horas.
Matt se quedo cerca de ellos hasta asegurarse de que no habia peligro y luego se alejo nadando para cubrir las dos millas que solia hacer a menudo. Seria una liberacion poder escapar por un rato de aquella mujer y sus responsabilidades.
?Y de su ropa transparente!.
En cuanto a Erin, quiza le habria gustado irse a nadar con el, Matt lo sabia, pero no lo hizo, sino que se quedo cuidando de los ninos. El la vio desde la distancia y se dio cuenta de cada vez le gustaba mas aquella mujer.
Habia una vieja barca atracada en un muelle pequeno, a unos metros de donde estaban ellos. Los ninos la miraron fascinados y Erin vio esa fascinacion, pero tambien se dio cuenta del peligro.
– No podeis ir alli. Si lo haceis, volveremos a la casa inmediatamente- les aseguro al ver que la miraban con anhelo.
– Una noche os llevare a pescar. Para eso es- les grito Matt.
– ?Cuando?- los gemelos eran muy directos y Matt sen sonrio.
El tambien habia sido asi a los siete anos.
– Cuando la luna este bien. No se puede pescar con luna llena.
– Asi que de momento esta prohibido ir- dijo Erin, mirando fijamente a los ninos. Prometedme que no vais a ir.
– ?Por que?- le preguntaron a Erin.
Matt sonrio de nuevo.
– Porque es peligroso ir sin un adulto. La marea podria arrastraros hacia el mar.
– Pero…
– Nada de peros. Mientras esteis conmigo, teneis que obedecer mis reglas- concluyo Erin.
Ellos la miraron unos segundos sin decir nada y finalmente se dieron por vencidos.
– De acuerdo, te lo prometemos- dijo William.
?Henry?
– Yo tambien lo prometo.
Y Matt se dio cuenta de que era una promesa sincera por parte de los dos.
?Traviesos?. Si, eran traviesos, pero en el fondo tenian buen corazon. Solo era cuestion de estar todo el tiempo encima de ellos.
Finalmente, Matt volvio. Cuando llego al lado de Erin, ella acababa de salir a la superficie. Estaban muy cerca el uno del otro y de repente todo se volvio muy intenso…
Pero, ?que estaba ocurriendo entre ellos exactamente?
Matt no habria podido contestar. NO podia describir lo que ella le hacia sentir.
Solo sabia que Erin le resultaba muy guapa, aun sin nada de maquillaje y con sus rizos rubios cayendole sobre la cara y los hombros. Los ojos le brillaban de felicidad.
y lo mas increible era que Aquella Mujer habia perdido todas sus pertenencias la noche anterior.
Luego penso que quiza ella guardara sus cosas en otra parte. Sin embargo, cuando se lo pregunto, el rostro de Erin se ensombrecio.
– No. Llevo viviendo en el hogar varios anos. Creo que todo lo que tenia en el mundo se ha quemado- pero de repente su cara volvio a iluminarse y el dolor desaparecio. Pero solo eran cosas. Ya te lo he dicho. Y las cosas pueden ser reemplazadas. Tengo a los ninos y a Tigger. ?Que otra cosa se puede pedir?
Aquella mujer no se quejaria si se manchaba la alfombra.
Matt penso en si mismo. ?Que sentiria si su casa, llena de cosas bellas, fuera destruida?
Probablemente seria terrible para el, decidio, pensando en los cuadros que su madre habia coleccionado a lo largo de su vida.
– Oye, me estas mirando como si hubiera venido de Marte- comento, riendo, Erin.
Y era cierto que provenia de un mundo muy diferente a el.
Los ninos se habian ido buceando hacia la orilla y Erin se volvio hacia ellos. Habia aprendido que nunca podia dejar de vigilarlos. Ni un solo momento
Los gemelos habian ido directamente hacia la unica amenaza que se veia a su alrededor: dos trozos alargados de madera que habia en la orilla.
– ?Con esto nos podemos hacer una espada!- grito Henry, levantando el trozo de madera.
William fue igual de rapido y Erin se alejo de Matt y llego a la orilla en seguida.
.-No- les ordeno.
Pero ellos hicieron como que no la habia oido y comenzaron la pelea. Eran Robin Hood y el sheriff de Nottingham.
– ?He dicho que no!-repitio Erin.
Ya habia salido del agua y se acerco a ellos. Pero no del todo, ya que las espadas se agitaban salvajemente en el aire.
– William, Henry. Dejad esos palos ahora mismo o nos vamos a casa. Y os llevo por donde las serpientes. Elegid.
Los ninos se detuvieron y miraron a Erin pensativos.
– Sabeis que lo digo en serio- insistio Erin, como si le diera igual lo que eligieran.
Los ninos se volvieron y la miraron. Luego miraron a Matt, que habia nadado hasta la orilla y observaba la discusion a cierta distancia.
Podia haber intervenido, pero aquello era territorio de Erin. Ella era la experta en educacion infantil y les estaba hablando con tal firmeza, que estaba seguro de que cumpliria su palabra.
– Pero es que queremos pelear- dijo Henry.
– Y uno ganara y el otro resultara herido. Esos palos pesan mucho y os podeis hacer mucho dano. Y me has