Llevaba el pelo suelto tapandole la cara, y una camiseta y unos pantalones de deportes holgados ocultaban su cuerpo. No era de ningun modo lo que le habia dicho que era, pero eso no le importaba. Su relacion nunca habia tenido que ver con su aspecto, sino con la persona que era por dentro.

Aunque el cristal oscuro impedia que pudiera verse desde fuera, se separo de la ventana. Queria saber que progresos hacia Cathy, nada mas. La terapeuta era tan competente como le habian prometido, asi que ahora podria olvidarse de su invitada y seguir con lo demas. Todo iba segun lo previsto. Estaba ayudando a Cathy a restablecerse, fisica y de cualquier otro modo en que lo necesitara. Esa era su meta.

Sin embargo, al examinar lo escrito en la pantalla del ordenador, se encontro pensando en ella en lugar de en el balance. Se encontro deseando que llegase la oscuridad para poder volver a hablar con ella. Como habia hecho cientos de veces desde el accidente, hacia ya tres anos, maldijo el dia y la luz que lo acompanaba.

Cathy miro con tristeza la bandeja que tenia junto a la cama. Habia devorado la cena en menos de diez minutos. El pescado estaba delicioso, preparado en una salsa exquisita, acompanado de champinones y arroz. Incluso la guarnicion de verduras estaba buenisima. El pequeno plato de frutas cortadas en rodajas con una sola cucharada de yogur helado habia sido una agradable sorpresa para el postre. El unico problema era que seguia teniendo un hambre canina. Habria vendido su alma por una hamburguesa, incluso por un poco de chocolate.

Con un suspiro, se recosto en la almohada. No podia tener hambre. Al fin y al cabo, acababa de cenar. Quizas debiera comer mas despacio para que su cerebro tuviese tiempo de darse cuenta de que la comida estaba en su estomago. Al menos, eso era lo que decian las revistas. Quizas fuese psicologico. Aun que fisicamente estuviera saciada, queria la comida rica y llena de grasa que le proporcionase consuelo emocional. Necesitaba algo con lo que distraerse. Con un poco de tiempo, llegaria a acostumbrarse a comer menos. Los resultados valdrian la pena.

El telefono sono en la mesilla y dio un respingo. No lo habia oido llamar antes, y sin embargo, Stone debia recibir llamadas. Debia tener varias lineas. Quizas la que sonaba era su linea particular.

El telefono sono cuatro veces mas; Cathy lo ignoro y abrio la guia de television que Ula le habia traido. Quizas hubiese alguna pelicula buena aquella noche. O una de miedo. Si le preocupaba el ataque de los alienigenas o de los vampiros, no pensaria en la comida.

Hojeo la guia, pero no vio nada interesante, y acababa de dejarla sobre la cama, cuan do alguien llamo a la puerta. Era Ula.

– ?Que tal ha estado la cena? -pregunto.

– Deliciosa. Yo creia que no me gustaba el pescado, pero lo que ha preparado estaba para chuparse los dedos.

Ula recogio la bandeja vacia con una sonrisa.

– Me alegro de que haya disfrutado con la comida. A mi me gusta probar recetas nuevas. Manana probaremos una de pollo.

Eran ya las siete de la tarde, pero el ama de llaves parecia tan fresca como a las siete de la manana. Ni un pelo fuera de su sitio, ni una sola arruga en su vestido gris. ?Quien era aquella mujer? ?Vivia tambien alli? Tuvo intencion de preguntarselo, pero cambio de opinion. Donde viviera o dejase de vivir no era asunto suyo. Ademas, estaba empezando a ser algo mas cordial con ella, y no queria echarlo a perder haciendo preguntas personales.

– El telefono ha sonado hace un momento -dijo Ula-. ?Es que estaba en el bano?

Cathy parpadeo.

– No conteste porque no creia que fuese para mi.

– Era el senor Ward que queria saber que tal esta. Le dije que seguramente no se habria dado cuenta usted de que la habitacion de invitados tiene una linea independiente. Si suena este telefono, puede contestar si lo desea.

– ?Que Stone ha llamado? ?Es que no esta en la casa?

– Si, si que esta. Casi nunca sale. Esta en su despacho. Le dire que puede llamar de nuevo, si quiere.

– Por favor -le pidio, e inspiro profundamente antes de hacer la siguiente pregunta-: Ula, ?Stone esta bien?

El ama de llaves la miro un momento antes de contestar.

– ?Que quiere decir? -pregunto. La sonrisa habia desaparecido, sin duda porque, en su opinion, acababa de transgredir los limites permitidos.

– Es que me ha hablado de las cicatrices que tiene en la cara y… bueno, como parece ser esa la razon de que no salga mucho… -no consiguio terminar la frase. ?Como era aquel refran? Quien no se moja…-. ?Hay algo mas? ?Tiene algun otro problema fisico por el accidente?

– Ah… No. Esta bien. Son solo las cicatrices.

Cathy hubiera querido preguntarle hasta que punto eran importantes, pero no consiguio encontrar la forma de hacer la pregunta de un modo cortes, asi que no ha hizo.

– Todo ocurrio en el mismo accidente en el que fallecio su mujer, ?no?

– Si.

Vale. Asi que Ula no estaba dispuesta a facilitarle ninguna informacion.

Cathy carraspeo. No queria preguntar, pero tenia que saberlo.

– No me menciono a su esposa en todo el tiempo que nos conocemos. Debia quererla mucho.

– La senorita Evelyn lo era todo para el -confirmo, y su expresion se suavizo, como perdida en agradables recuerdos-. Se conocian desde ninos. Ella era su mejor amiga. Creo que nunca se recuperara de su perdida -hizo una pausa-. ?Necesita algo mas?

Cathy casi no podia hablar.

– No, gracias -contesto, a pesar del dolor que la desilusion le habia clavado en la garganta.

Ula volvio a sonreir, y en aquella ocasion a punto estuvo de alcanzar sus ojos oscuros.

– Entonces, buenas noches.

– Buenas noches, Ula.

La puerta se cerro y Cathy se quedo a solas con el torbellino de sus pensamientos. Era culpa suya por preguntar. Si no queria saber de la relacion de Stone con su esposa, no deberia haber abierto la boca. ?Que esperaba oir? ?Que Stone odiaba a su mujer? ?Que habia sido un matrimonio de conveniencia y que se alegraba de que hubiera muerto? Por supuesto que no, pero aun asi, saber que habia querido tanto a Evelyn que no se habia recuperado de su muerte no era la forma en que queria empezar la tarde.

?Como seria querer tanto a alguien?, se pregunto mirando al techo. Querer y que alguien te quiera. No tenia referencias al respecto, no podia comparar. Siempre habia querido querer a alguien, pero los hombres no formaban parte de su mundo. No sabia donde podia ir a encontrarlos, y aunque lo supiera, no lo haria. Aparte del hecho de que no era capaz de iniciar una conversacion con un desconocido aunque le fuese la vida en ella, no era de la clase de mujeres que atraen a los hombres. No era guapa ni especialmente divertida. No tenia una personalidad brillante. Era, simplemente, corriente.

Se dejo caer sobre las almohadas y miro la pantalla apagada del televisor. ?Y ahora, que? ?Por que demonios habia tenido que preguntar? Porque no estaba dispuesta a pasarse lo que quedase de tarde pensando en lo que Ula le habia dicho. Queria reir. Queria ser feliz y sentirse a gusto consigo misma. Quizas encontrase algo entretenido en la tele. Una pelicula divertida, o un…

El telefono volvio a sonar y descolgo.

– ?Diga?

– Hola. ?Que tal estas?

Aquella voz tan familiar la lleno de alegria. Se olvido de que tenia hambre, de que le dolia la rodilla o de que tenia agujetas de los ejercicios que habia hecho aquella tarde. Se olvido de lo que Ula le habia dicho y de lo mucho que habia estado pensando en la mujer de Stone. Incluso se olvido de que estaba sola.

– Mejor -contesto, consciente de que el pensaria que se referia a sus heridas, cuando en realidad de lo que ella hablaba era de que se sentia mucho mejor oyendo su voz.

– Me alegro. ?Que tal la terapia?

– Bien. Pepper es una chica muy agradable y sabe lo que se hace. Me dijo que llevaba las muletas bajas y me las ha ajustado. Ahora me muevo bastante mejor con ellas.

– Me la habian recomendado mucho, y me alegro de que te haya servido de algo. ?Y el resto del dia?

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