– Llegue al obrador a las cuatro y media. A Sid casi le da un ataque al corazon. Le prometi que no estropearia nada. Al principio no me creyo, pero despues me puso a trabajar. Espolvoree los donuts y recogi los
Trabajo de idiotas, penso Nicole. Tareas por las que empezaban los chicos nuevos.
– ?Y por que lo haces? -pregunto-. ?Por que te levantas pronto, vas alli y haces los trabajos mas tontos?
Claire fruncio el ceno.
– Porque es un negocio familiar, y tu no puedes ir. Se que no puedo ocupar tu puesto, pero puedo liberar a alguien para que haga lo que es importante.
Aquello tenia sentido, pero Nicole se sentia confusa.
– Eres una pianista muy famosa. Seguramente, ganas millones al ano. ?Por que te preocupa la panaderia?
Claire la miro con desconcierto.
– Eres mi hermana. Claro que me importa.
Despues de todo lo que habia ocurrido. Despues de todo lo que habian dicho. Por primera vez en mucho tiempo… Nicole se sintio muy, muy pequena.
– Mira, yo… -fruncio los labios. Disculparse no era una de sus mejores habilidades-. Siento lo que dije anoche.
Claire asintio.
– Lo se. Seguro que yo diria lo mismo si estuviera en tu lugar.
Por algun motivo, Nicole lo dudaba.
– No pasa nada -anadio Claire.
Nicole tampoco creia aquello. Pero se habia disculpado, y a partir de aquel momento iba a intentar ser mas agradable.
– La panaderia es muy interesante -dijo Claire-. Todo va muy deprisa, todos esos panes… Sid no permitio que me acercara a la tarta de chocolate, pero vi unas cuantas saliendo del horno.
– La famosa tarta de chocolate Keyes -dijo Nicole-. Es una mina de oro.
La receta era un secreto familiar que pasaba de generacion en generacion, y un clasico en Seattle. En mil novecientos ochenta, un politico local que queria causarle buena impresion al presidente Reagan, envio una a la Casa Blanca. Se habia servido durante la cena, y el presidente habia declarado que era mejor que las gominolas.
Tres anos atras, Nicole habia recibido una llamada de los productores de Oprah, diciendo que iban a mencionar la tarta en el programa. Contrato los servicios de una compania para gestionar los pedidos, preparo al personal para hacer turnos de dieciocho horas y fue a Chicago con grandes expectativas.
Oprah fue encantadora, y habia alabado la tarta durante ocho segundos, antes de iniciar una conversacion sobre Claire y una actuacion suya a la que habia asistido la reina de los programas de tertulia. Habia habido una breve oleada de pedidos, pero nada mas.
– No se como lo haces -dijo Claire-, lo de llevar el negocio. Es muchisimo trabajo. ?Y como sabes cuantos donuts y cuantos
– Sabemos lo que se vende -dijo Nicole-. Tenemos mucha experiencia.
– Pero diriges un negocio muy prospero.
Nicole se encogio de hombros.
– Llevo anos haciendolo. Comence a ayudar en la tienda cuando era una nina. Durante el instituto, ya era responsable de casi todo. Me hice con la direccion un par de anos despues.
Su padre nunca habia tenido interes en el obrador. Lo habia hecho por obligacion. En cambio, ella disfrutaba de verdad con su trabajo.
– Yo no podria haberlo hecho -dijo Claire-. No tengo sentido de los negocios.
– Lo que no tienes es practica -dijo Nicole-. Si te hubieras quedado, las cosas habrian sido distintas.
Claire se mordio el labio.
– Siento haberme marchado.
Nicole tuvo la sensacion de que se habia metido en una conversacion que no queria mantener.
– Tenias seis anos -le dijo de mala gana-. No podias elegir.
– Pero tu te quedaste aqui con todo. La panaderia, estar sola, Jesse.
– Eso ultimo no lo he hecho bien, seguro -murmuro Nicole, con la combinacion de traicion, ira y dolor que se apoderaba de ella cuando pensaba en Jesse y en Drew.
– Siento muchisimo lo que ocurrio.
– ?Como te enteraste?
– Me lo dijo Jesse. Paso por aqui hace un par de dias. Ella fue quien me llamo y me pidio que viniera a ayudar -dijo Claire-. No entiendo por que lo hizo.
– Yo tampoco -respondio Nicole. Queria preguntar como estaba Jesse, y odiaba aquel sentimiento. ?Era posible que la echara de menos despues de lo que habia pasado? No. Era imposible-. Vamos a cambiar de tema.
– De acuerdo. Wyatt me ha pedido que cuide a Amy.
– ?Has cuidado alguna vez de un nino?
– No. ?Es dificil?
A Nicole se le ocurrieron una docena de comentarios cortantes, cada uno de ellos mas hiriente que el anterior. Sin embargo, sonrio.
– Supongo que seria dificil con cualquier otro nino, pero no con Amy. Es un encanto. Estoy segura de que os llevareis muy bien.
Claire espero en la parada mientras Amy se despedia de sus amigas y bajaba del autobus.
– ?Que tal ha ido el dia? -pregunto por signos, y tomo la mochila de la nina.
– Bien -respondio Amy, y anadio-: Has estado practicando.
– Un poco. Lo estoy intentando -dijo Claire, y senalo su coche.
El plan era que recogiera a Amy y despues la llevara a casa de Nicole. Se detuvo junto a la puerta.
– Tengo que ir de compras -dijo, hablando lentamente para que Amy pudiera leerle los labios-. Necesito otra ropa, unos vaqueros.
Amy hizo un signo que Claire no conocia.
– Informal -dijo la nina.
– Exacto. Y tambien necesito un libro de cocina. Algo facil. ?Quieres venir conmigo o ir a casa de Nicole?
Amy la senalo.
– Ir de tiendas.
Claire sonrio.
– Que rapidamente crecen.
Veinte minutos despues estaban en el centro comercial de Alderwood. Claire habia llamado a Nicole para decirle que tardarian un poco. Despues de aparcar, Amy y ella fueron a Macy’s.
– Necesitas unos vaqueros -dijo Amy.
Claire senalo sus pantalones de lana. Mas que vaqueros, necesitaba todo un guardarropa que no fuera caro y dificil de cuidar. El cachemir era muy agradable, pero no para cada momento del dia.
Una vez dentro de los grandes almacenes, Amy tomo las riendas. Claire intento no disgustarse por el hecho de que una nina de ocho anos supiera mas de ir de compras que ella. La verdad era que nunca lo hacia. Lisa, su representante, le llevaba una seleccion de ropa al apartamento o a su habitacion de hotel si estaban de gira, Claire se probaba las prendas y se quedaba con lo que mas le gustaba.
Tenia un estilo clasico, y vestia ropa cara de disenador. Sus trajes para las actuaciones eran casi todos vestidos negros y largos…, variaciones del mismo tema. Pero todo eso iba a cambiar.
Con ayuda de Amy, eligio camisetas, una blusa de color rosa, un par de blusas de algodon blanco, algunos pantalones vaqueros de diferentes colores y una americana vaquera. Despues fue al probador; treinta minutos despues tenia ropa desenfadada y comoda, de algodon facil de cuidar y de colores divertidos. Nada negro, nada