sintio algo muy parecido a la angustia en el pecho.

– ?Que es eso? -pregunto Asad, mirando el recortable.

Dana sonrio.

– Un pavo.

– ?En serio? Pues debe de ser un pavo que ha sufrido un accidente terrible…

La nina rio y tiro de la parte superior del papel. El recortable, que era tridimensional, adquirio un aspecto mucho mas realista.

– Podriamos colgarlo del techo… -dijo la nina.

Dana miro hacia arriba, observo que los techos eran demasiado altos y comento:

– Bueno, tal vez no del techo. Pero lo podemos poner en alguna parte.

– ?Es una tradicion? -pregunto el.

– Si, junto con las hojas.

La nina le enseno una caja donde habia mas pavos recortables, unas cuantas guirnaldas con colores otonales y muchas hojas de seda de color rojo, marron y dorado.

Pepper se inclino sobre la caja y saco un punado de hojas.

– Las llevare a la mesa. Podemos ponerlas en linea en el centro del mantel… quedara bonito.

Nadine siguio a su hermana pequena y fue recogiendo las hojas que Pepper dejaba caer a su paso. Asad tomo una guirnalda y se acerco a la mesa.

– ?Esto hay que ponerlo encima de las hojas? -pregunto el principe.

– Por que no… y necesitamos velas, velas muy altas y muy bonitas -declaro Pepper-. ?Pero como es que no sabes nada de estas cosas?

– Es que aqui no celebramos esa fiesta.

– ?En serio?

– Claro que no la conoce, Pepper. Es una fiesta de Norteamerica. La crearon los primeros colonizadores ingleses -explico Nadine a su hermana.

– Bueno, tengo entendido que los canadienses tambien la celebran, pero en otra fecha -puntualizo Asad.

Las dos ninas pusieron las hojas en la mesa y el coloco la guirnalda encima. Quedaba bastante bien y penso que a Kayleen le gustaria y que se llevaria una sorpresa agradable al verlo. Incluso cabia la posibilidad de que se emocionara tanto que lo abrazara. Y despues, que una cosa llevara a la otra.

Cuando se quiso dar cuenta, ya se la estaba imaginando desnuda.

– Asad, ?que tradiciones teneis aqui? -pregunto Dana.

Asad tuvo que dejar sus ensonaciones para otro momento.

– Oh, tenemos muchas, no se… por ejemplo, celebramos el dia de la victoria de El Deharia sobre el imperio Otomano. Y tambien celebramos la Navidad, aunque aqui no es una fiesta tan importante como en los paises cristianos.

Pepper suspiro.

– Me preocupa que Papa Noel no nos encuentre aqui… -dijo.

– Te encontrara y le encantara la enorme chimenea que teneis en la habitacion -comento el principe-. Es tan grande que bajar por ella le resultara facil.

– ?Aqui nieva en navidades? -pregunto Dana.

– No, me temo que aqui no nieva nunca…

– Ya me lo imaginaba -dijo la mayor, encogiendose de hombros-. Hecho de menos la nieve… crecimos en Michigan y siempre nevaba a finales de ano. Podiamos hacer munecos de nieve; y cuando volviamos a casa, mama nos habia preparado chocolate caliente y galletas.

– Yo no me acuerdo mucho de ella… -murmuro Pepper.

– Claro que si -dijo Nadine-. Era alta y rubia, muy guapa.

Asad se angustio al notar la tristeza de su voz. El tampoco tenia muchos recuerdos de su madre. Cabia la posibilidad de que sus hermanos se acordaran mejor, pero no se lo habia preguntado nunca. Se habia criado con nineras y mas tarde con tutores. Luego cuando tuvo edad suficiente, lo enviaron al colegio y lo formaron para ser principe.

– No me acuerdo de ella -insistio Pepper con lagrimas en los ojos.

Asad se inclino sobre la nina.

– Pero te acuerdas de la nieve, ?verdad?

Pepper asintio.

– Si, es fria y blanca y hace que la nariz se me ponga roja. Quiero que nieve en Navidad.

– Eso es poco probable. Vivimos en el desierto y a la orilla del mar… no es un clima frio. Pero es muy bonito de todas formas.

– Por supuesto -dijo Dana, intentando animarla-. No te preocupes… es que han cambiado muchas cosas y los cambios son siempre dificiles. Para nosotras tambien.

– Tienes toda la razon, Dana -dijo Asad-. Ademas, este es vuestro hogar y os vais a quedar aqui. ?Kayleen no os lo habia dicho?

Las ninas se miraron entre si y luego miraron al principe.

– No sabemos lo que vamos a hacer -respondio Pepper-. Bueno, sabiamos que el palacio es nuestra casa ahora, pero… ?que pasara cuando Kayleen se marche?

Asad se incorporo.

– ?De que estas hablando? Kayleen no se va a ninguna parte.

– Si que se va. Nos lo dijo hace mucho tiempo -contesto Dana-. Dentro de poco cumplira veinticinco anos y podra volver al convento donde se crio. Es lo siempre ha querido. Y nosotras no sabemos si irnos con ella o quedarnos aqui, contigo.

Lina paseaba por la entrada principal de Palacio, algo que no resultaba facil porque el lugar estaba lleno de turistas que hacian cola para entrar y visitas institucionales y todo el mundo la reconocia. Supuso que esperar en sus habitaciones hasta que le notificaran la llegada del rey Hassan era mas logico, pero en ese momento no soportaba la idea de estar encerrada. Preferia caminar de un lado a otro. En el peor de los casos, le serviria para hacer ejercicio.

Parte de su problema era que no habia dormido bien durante una semana. La noche anterior se habia despertado a las cuatro de la madruga y luego se habia dedicado a maquillarse para disimular las ojeras y a elegir su vestuario. Los vestidos le parecian demasiado formales y los pantalones, demasiado informales; asi que al final opto por una falda negra y una blusa de seda. Estaba tan nerviosa como una adolescente pero con toda la experiencia de una mujer de mediana edad, lo cual lo empeoraba hasta el extremo de que resultaba agotador.

Poco despues, una furgoneta oscura entro en el vado de Palacio, seguida por un coche del mismo color y una segunda furgoneta. Las furgonetas se detuvieron, salieron guardias vestidos con trajes y gafas de sol y uno de ellos se dirigio a la parte de atras del coche.

Lina se acerco, pensando que debia mantener la calma, sonreir y hablar de un modo minimamente inteligente. El rey Hassan aparecio enseguida.

Era un hombre atractivo, de altura media y constitucion fuerte. Tenia el cabello tan gris como su bien recortada barba.

Lina dudo. Cuando estaba ante un rey, solia hace una reverencia; pero en ese caso le resultaba extrano y hasta fuera de lugar. Sin embargo, supuso que el protocolo era mas importante.

Antes de que pudiera inclinarse en gesto de respeto, Hassan la tomo de las manos y sonrio.

– Querida Lina… eres aun mas bella de lo que recordaba.

– Bienvenido a El Deharia, senor. Todos estamos encantados de su visita. Y yo, mas que nadie.

– Hassan, llamame Hassan. ?O es que ya has olvidado que me tomas el pelo en tus mensajes por correo electronico? No empecemos a ser formales ahora…

Los dos caminaron hacia Palacio.

– Yo nunca te he tomado el pelo -mintio ella.

– ?No? Creo recordar que me llamaste viejo loco por preocuparme demasiado por mis gatos.

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