opuestos.
En ese momento oyo pasos en el sendero. Esperaba que fuera alguno de los jardineros y se llevo una sorpresa al ver al rey en persona.
– ?Oh!
Kayleen se levanto y se quedo clavada como una estatua, sin saber que hacer. El rey sonrio.
– Buenas tardes, Kayleen. Me alegra que disfrutes de mis jardines.
Kayleen inclino ligeramente la cabeza, esperando que el gesto fuera apropiado.
– Es que me gusta pasear. Espero no haberme metido en una zona prohibida…
– No, no. Ademas, me gusta tener compania. Ven, hija, acercate. Paseemos un poco.
Ella tuvo la impresion de que no era una peticion sino una orden, asi que se acerco, camino a su lado y espero a que fuera el quien continuara la conversacion.
– ?Ya te has adaptado a Palacio? ?Te sientes como si estuvieras en tu casa?
– Me he adaptado, si, pero no estoy segura de que un sitio tan magnifico pueda ser nunca mi hogar.
– Una respuesta muy politicamente correcta -se burlo el-. ?Donde creciste?
– En un convento de Estados Unidos.
– Comprendo. Eso quiere decir que perdiste a tus padres siendo muy nina…
– No me acuerdo de mi padre. Mi madre estuvo conmigo una temporada, pero no podia cuidar de mi y me dejo con mi abuela. Cuando ya estuvo demasiado vieja para encargarse de mi, me llevo a un convento catolico… y resulto ser un buen lugar para crecer -comento.
Kayleen estaba acostumbrada a mentir ligeramente sobre su pasado para evitar historias tristes a los demas. En realidad, su madre la habia abandonado porque no la queria; y su abuela la habia llevado al convento por la misma razon.
– Entonces, tampoco te acordaras de tu madre…
– No.
– Bueno, puede que os volvais a encontrar algun dia -dijo el rey.
Kayleen mintio porque sabia que era lo que el rey queria escuchar:
– Me gustaria mucho.
En el convento le habian ensenado que debia perdonar a su madre y a su abuela por lo que le habian hecho, y hasta cierto punto lo habia conseguido. Pero eso no significaba que quisiera volver a ver a su madre.
– Ahora entiendo que te opusieras a la separacion de las ninas. Teniendo en cuenta tu pasado, es perfectamente logico.
– Solo se tienen las unas a las otras. Debian seguir juntas.
– Y gracias a ti, seguiran juntas.
– Bueno, gracias a Asad. Fue el quien las salvo, y yo siempre le estare agradecida.
El rey la miro.
– Me han contado que saliste a montar y conociste a una de las tribus del desierto…
– Si, es verdad. Es gente muy interesante y que valora mucho sus raices.
– Casi tan interesante como tu. La mayoria de las jovenes no tienen mas preocupacion que ir de compras. No sabrian valorar el desierto.
Kayleen arrugo la nariz.
– Yo no estoy muy acostumbrada a ir de compras -confeso.
– Puede que Asad te lleve algun dia.
– Seria divertido, pero no es necesario. Ya me ha dado mucho.
– Por lo visto, mi hijo te gusta…
– Por supuesto. Es un hombre maravilloso. Encantador, amable y paciente…
Kayleen penso que tambien era magnifico dando besos. Pero eso no se lo podia decir.
– Me alegra oir que os llevais tan bien. Me alegra mucho.
Capitulo 6
Kayleen saludo a Neil, el secretario de Asad, paso por delante de su mesa y entro en el despacho de su jefe.
Asad aparto la mirada de la pantalla del ordenador.
– Has intimidado tanto a mi ayudante que ya no se atreve a cerrarte el paso.
Ella rio.
– Ojala fuera cierto. De todas formas no voy a quedarme mucho. Solo venia a decirte que… he hablado con el rey.
Asad la miro como si estuviera esperando una explicacion.
– Bueno, tu padre es el rey, ?no? -continuo ella.
– Si, eso tengo entendido.
– Pues no termino de acostumbrarme. Yo no puedo hablar con un rey. Esas no son cosas que le pasen a la gente normal y corriente como yo… no es normal.
– Ahora vives en el Palacio Real. ?Que esperabas?
– No esperaba vivir aqui, desde luego. Esto es una locura. Eres un principe.
– Si, eso tambien lo se.
Ella suspiro y se sento en una silla.
– Me estas tomando el pelo…
– Bueno, es que mi padre y yo solo somos lo que siempre hemos sido.
Kayleen asintio lentamente. Asad estaba totalmente acostumbrado a ser principe e hijo de un rey y le parecia la situacion mas natural del mundo.
– No debi obligarte a adoptar a las ninas. No imaginaba las implicaciones que iba a tener y cuanto te iba a complicar la vida.
Asad se levanto y se acerco a ella, de tal manera que Kayleen no tuvo mas remedio que mirarlo a los ojos.
– No me has complicado la vida. Cuando me lo pediste, era consciente de que adoptar tres ninas cambiaria las cosas, pero tome una decision y no me arrepiento.
– De todas formas, yo no pertenezco a este lugar… -insistio-. No estoy acostumbrada a encontrarme con un rey en el jardin.
El principe la tomo de la mano y la obligo a levantarse.
– Yo soy quien decide adonde pertenece cada cual.
– Y si no estoy de acuerdo, ?me cortaras la cabeza?
– No es lo que tenia en mente…
Kayleen supo que la iba a besar antes de que se inclinara sobre ella. No supo por que lo supo, pero sintio una especie de punzada en el corazon y se olvido de respirar. Ya no importaba nada salvo el contacto de sus labios, de sus brazos, de su cuerpo.
Fue como volver al hogar; un sentimiento de pertenencia y de seguridad absoluta que no habia experimentado antes y que resultaba tan dulce y perfecto que no podia desear otra cosa. Luego, cuando el beso se volvio mas apasionado, sintio su calor y se excito hasta el punto de que olvido sus inhibiciones y empezo a besarlo y a acariciarlo a su vez.
En algun momento debio de volver a respirar, porque de repente tuvo aire suficiente para dejar escapar un gemido. Se sentia tensa y relajada al mismo tiempo. Deseaba que Asad siguiera adelante y, sobre todo, deseaba mas.
Sin pensarlo dos veces, se puso de puntillas para sentir mas partes de su cuerpo mientras se abrazaban. Despues, inclino la cabeza y lo beso con la lengua, jugueteando.
El la acaricio con hambre. Llevo una mano a su trasero y lo apreto con una energia que la sorprendio y la excito a la vez. Instintivamente, ella se arqueo y froto las caderas contra el principe. El volvio a apretarla, llevo la