– Bueno, si vuelve a suceder, llamame.
– Pero espera un momento… ahora que lo pienso, a ti te podria decir lo mismo. ?Por que has venido personalmente en lugar de encargarselo a alguien?
– Porque las ninas estaban muy asustadas y me ha parecido la mejor forma de tranquilizarlas.
– Es decir, que te has dejado llevar por un impulso.
– ?Te burlas de mi?
– Quizas.
– Eso puede ser peligroso.
– No tengo miedo.
Algo brillo en los ojos de Asad, algo oscuro y primitivo que acelero el corazon de Kayleen. Durante un momento no supo si huir o arrojarse a sus brazos, asi que se quedo donde estaba.
– Bueno, ?y que crees que nos daran de cenar?
Las mujeres del pueblo prepararon un estofado de verduras y un pan que olia tan bien que la boca se le hizo agua a Kayleen. Hizo lo posible por ser simpatica e intento ayudarlas tanto como se lo permitieron.
Zarina, la hija mayor de Sharif, era la unica que podia comunicarse con ella en ingles.
– ?Tan rara os parezco? -pregunto Kayleen mientras echaba un vistazo al estofado.
– Eres diferente… no te pareces nada a las mujeres de la ciudad ni de los paises cercanos. Y no conoces nuestras costumbres.
– Pero puedo aprender.
Zarina, una preciosidad de cabello oscuro y sonrisa radiante, rio.
– ?Dejarias tu comoda vida para venir al desierto?
– La comodidad no me importa en absoluto -le confeso con total sinceridad.
– Sin embargo, vives en Palacio con el principe…
– Es una larga historia. En realidad no vivo con el sino que cuido de… pero bueno, es una larga historia.
Zarina miro a Asad, que estaba sentado con los jefes de la tribu local.
– El principe es un hombre atractivo -comento-. Si no estuviera casada, creo que intentaria robartelo.
Kayleen estuvo a punto de sacarla de su error, pero prefirio no hacerlo.
– Si, es un hombre agradable.
Zarina rio otra vez.
– ?Agradable? Ningun hombre que merezca la pena es simplemente agradable… Asad es un leon del desierto. Toma lo que quiere y protege lo que toma. Es un hombre fuerte. Un marido poderoso. Has elegido bien.
Las palabras de Zarina sorprendieron a Kayleen. Asad era un hombre fuerte y poderoso, sin duda; y era evidente que cuidaba de los suyos, como demostraba su propia presencia en Palacio. Pero de ahi a compararlo con un leon, animal indiscutiblemente peligroso, iba un mundo. Y por otra parte, ella no lo habia elegido a el.
Asad la miro entonces, se levanto de la mesa y se acerco.
– ?Que te preocupa, Kayleen? -pregunto.
– Nada, solo estaba pensando. Zarina me estaba diciendo que se alegra de estar felizmente casada, porque de lo contrario intentaria algo contigo aunque yo sea tu mujer -le informo.
El principe rio.
– Es una joven preciosa…
A Kayleen no le gusto su respuesta.
– Pero yo no soy tu mujer -le recordo.
– Entonces no te importaria que ella y yo…
– No, claro que no -afirmo ella, tensa y a reganadientes, con un nudo en el estomago-. Ahora tienes una familia. Deberias estar con una mujer.
– ?Y Zarina te parece apropiada?
– Ya esta casada.
– Y yo soy el principe de El Deharia. Puedo tener a cualquier mujer que elija.
– Lo dudo mucho. Solo eres un hombre. Hay mujeres que serian capaces de rechazarte -dijo, irritada por su arrogancia.
Asad se acerco un poco mas.
– ?Tu crees? ?Que mujeres?
Kayleen echo la cabeza hacia atras para mirarlo a los ojos.
– Yo, por ejemplo. No estoy interesada.
La sonrisa del principe fue lenta, sexy e increiblemente segura.
– ?Seguro?
– Seguro.
– Ya.
Asad la tomo entre sus brazos y, antes de que Kayleen se diera cuenta de lo que estaba a punto de ocurrir, la beso.
Capitulo 5
A Kayleen solo la habian besado en serio una vez, en la universidad. Su amigo, un companero de clase, fue muy agradable; pero ella tenia tan poca experiencia que el simple hecho de estar a su lado la ponia nerviosa. Al final de aquella noche extrana, el quiso volver a besarla y ella huyo al interior de su dormitorio.
Pero de Asad no podia huir. La tenia entre sus brazos y no podia escapar, sin contar el hecho de que tampoco queria hacerlo.
No se sentia atrapada ni incomoda; solo protegida y deseada.
Asad la beso carinosamente, acariciandola con suavidad, y ella descubrio una sensacion intensa y hambrienta en el interior de su cuerpo. Necesitaba apretarse contra el, aunque no sabia por que.
Le puso las manos en los hombros y sintio su calor y la fuerza de sus musculos. Aspiro su aroma masculino y le gusto la fragancia. Disfrutaba tanto de la presion de su cuerpo que paso los brazos alrededor de su cuello y apreto los senos contra el pecho del principe.
El aumento la pasion del beso y le acaricio la espalda Cuando Kayleen sintio su lengua en el labio inferior solto un gemido de placer y se sintio dominada
r una repentina oleada de calor que le hizo temblar. q? en ese momento hubiera ardido en llamas, no le habria extranado. Sus senos se habian puesto tensos, de un modo desconocido hasta entonces para ella. Sus piernas no parecian capaces de sostenerla. Solo queria que la besara, pero no sabia que hacer.
Por suerte, Asad parecia mas que capaz de adivinarle el pensamiento. Exploro su boca con la lengua y ella se arqueo, aunque tampoco supo por que. Se aferro a su cuerpo y por fin, de un modo timido, lento y cuidadoso, establecio contacto con su lengua.
Asad gimio y ella sintio un poder sensual que no habia experimentado nunca. Kayleen repitio la caricia y sintio la reaccion de su propio cuerpo, lleno de deseo, de necesidad, de tension.
Era algo tan maravilloso que podria haber seguido asi durante horas y horas. Pero justo entonces, Asad le puso las manos en los hombros y la aparto.
– ?Que pasa? -pregunto ella.
– Tal vez deberiamos dejarlo para otro momento. Para cuando estemos solos.
– ?Solos?
Kayleen se mordio el labio inferior y giro la cabeza. La mayoria de la gente seguia ocupada con sus cosas, pero varias personas se habian dado cuenta y los miraban con interes. Una pareja los saludo y unas cuantas mujeres rieron en gesto de aprobacion.
– Ahora ya nadie dudara de que eres mia -dijo el.
Llegaron a Palacio poco despues de las diez y Kayleen se reunio con Lina en la suite que compartia con las