– Exactamente. Las opiniones de Asad son producto del mundo en el que ha crecido. El rey ha ensenado a sus hijos que las emociones son malas y que solo deben pensar de forma logica… mi hermano es asi Cuando su esposa murio, eligio no demostrar sus sentimientos delante de ellos. Pensaba que seria lo mejor pero yo creo que se equivoco.

– Y Asad ha resultado ser un buen pupilo… ahora lo entiendo -dijo Kayleen-. Pero no es estupido ?Como es posible que se de cuenta de su error?

– Lo formaron para un proposito especifico, que precisamente consiste en una vida de servicio a los demas, pero desde el poder y el distanciamiento. Sus hermanos son igual que el. Hombres fuertes y decididos que no ven nada interesante en el amor. No me extrana que sigan solteros.

Lina dio una palmadita en el sofa. Kayleen se sento a su lado.

– Pero el amor es un don… Y es importante que quiera a las ninas. Lo necesitan. Lo merecen. Asad seria mas feliz y hasta mejor hombre si lo hiciera. Ademas, yo no voy a estar siempre.

Su amiga fruncio el ceno.

– ?Es que te marchas?

– Dentro de unos meses cumplo veinticinco anos y tenia intencion de marcharme, si.

– Pero ahora tienes a las ninas…

– Lo se. Pero se acostumbraran a vivir en Palacio, ya lo veras. Y Asad puede contratar a otra persona para que cuide de ellas.

– Me sorprenden tus palabras, Kayleen -admitio Lina-. Cuando pediste a Asad que adoptara a las ninas, pense que eras consciente de que habias asumido una responsabilidad. Esto no es propio de ti. Es huir del mundo…

– El mundo no siempre es un lugar divertido. Quiero volver al lugar al que pertenezco y dar clases - confeso.

Kayleen habia llegado a un acuerdo con la madre superiora del convento: permaneceria lejos de alli hasta los veinticinco anos y luego podria volver si lo deseaba.

– Aqui tambien puedes ser madre -dijo Lina.

– No del todo. Seria una especie de juego… cuando las ninas sean mayores, Asad ya no me necesitara. Y si el no quiere mantener una relacion estrecha con ellas, hasta podria llevarmelas cuando me marche.

– Supongo que mi sobrino no conoce tus planes…

– No, no le he dicho nada.

– ?Y cuando se lo vas a decir?

– Pronto. Ademas, no creo que me vaya a echar de menos.

Kayleen no conocia la sensacion de que la echaran de menos, y deseaba conocerla.

– Las cosas cambian -aseguro Lina-. Y tienes una responsabilidad con esas chicas.

– Lo se.

– ?Serias capaz de dejarlas asi como asi?

Kayleen sacudio la cabeza.

– Se que no sera facil. He llegado a pensar en quedarme, pero…

En realidad no sabia que hacer. Dudaba entre su responsabilidad con las tres pequenas y sus suenos de volver al convento. Su instinto le decia que debia hablar con Asad, pero pensaba que no tenia sentido; el principe ya le habia demostrado que no escuchaba a su corazon.

– ?Podemos dejar este asunto para otro momento? -continuo-. Me empieza a doler la cabeza.

Lina sonrio lentamente.

– Esta bien, cambiemos de tema -dijo-. ?Sabes una cosa? Hassan va a venir.

Kayleen miro a su amiga.

– ?El rey de Bahania? ?El hombre del que hablas todo el tiempo?

– Yo tampoco me lo puedo creer… Estabamos hablando por telefono, dijo que mi risa le gustaba y ahora va a venir.

– Oh, Lina, eso es maravilloso. Llevas anos encerrada en este palacio… me alegro mucho, de verdad.

– Pues yo tengo miedo -le confeso-. Pensaba que mi vida estaba totalmente planificada, que me dedicaria a trabajar y a ayudar a mi hermano con sus hijos. Pero de repente aparece un hombre que me ofrece algo que yo creia perdido… No se, tal vez sea demasiado vieja para eso.

– Nunca se es viejo para eso. El corazon no tiene edad -declaro Kayleen con entusiasmo-. O por lo menos no lo tiene en las peliculas romanticas…

– Ojala sea verdad. Me case muy joven y estaba muy enamorada, pero luego murio mi esposo y pense que no volveria a amar. Ademas, soy la hermana del rey y eso no facilita las relaciones personales -comento-. Al cabo de un tiempo deje de pensar en ello… y ahora aparece Hassan y vuelvo a sentirme viva.

Lina tomo a Kayleen de la mano y anadio:

– Espero que tu tambien lo sientas algun dia. Por lo menos, yo estuve enamorada de joven; pero tu, en cambio…

– No tengo talento con los hombres, Lina.

– Porque no lo intentas. ?Con cuantas personas saliste antes de rendirte? ?Con cinco? ?Con seis quizas?

Kayleen carraspeo y aparto la mano.

– Con una y media.

– Eres demasiado joven para encerrarte en un convento.

– ?Por que? ?Crees que voy a conocer a muchos hombres en Palacio?

– A unos cuantos, a mas de los que imaginas. En Palacio hay muchos hombres interesantes.

– No se que decir. Trabajo para Asad y soy la ninera de sus hijas…

– ?Crees que le molestaria que salieras con alguien?

– No, supongo que no.

– Entonces, piensa en lo que te he dicho. ?No te parece que enamorarse seria maravilloso?

Asad alzo la mirada cuando su hermano Qadir entro en el despacho.

– Tendre que hablar con Neil para que impida la entrada a cualquiera que no tenga cita previa.

Qadir hizo caso omiso.

– Acabo de volver de Paris y la ciudad sigue tan bella como las mujeres. Deberias haber venido conmigo. Llevas demasiado tiempo trabajando.

Asad penso que su verdadero problema era otro. Hacia dos noches que no dormia. Cada vez que cerraba los ojos, le asaltaban imagenes eroticas cuya protagonista era Kayleen. Una situacion ciertamente imposible, puesto que no solamente era la ninera de sus hijas sino tambien, virgen.

– Tienes razon, hermano -dijo mientras se levantaba para saludarlo-. Debi haberte acompanado. Se han producido algunos cambios desde que te marchaste.

Qadir se sento en una esquina de la mesa.

– Si, ya lo he oido. ?Tres hijas? ?En que estabas pensando?

– Me encontre con un problema grave y esa era la mejor forma de solucionarlo.

– No me lo puedo creer. Seguro que habia otra forma.

– No, ninguna.

Qadir sacudio la cabeza.

– Mira que criar ninos que no son tuyos… pero bueno, por lo menos son chicas.

– Si, y tambien esta la ventaja anadida de que nuestro padre ha cambiado de actitud conmigo. Como ahora piensa que estoy ocupado con la crianza de las pequenas, ha dejado de molestar con lo de que me busque una esposa.

– Que suerte tienes…

– Desde luego que si. Hasta es posible que ahora se centre en ti.

– Ya ha empezado a hacerlo -gruno Qadir-. Dentro de unas semanas va a dar una fiesta y ha organizado una especie de desfile de candidatas posibles, como si fueran simple ganado.

Asad sonrio.

– Sospecho que no podre asistir, hermano. Tengo que cuidar de mi familia.

Cuando Asad llego a la entrada de su suite, vio que las tres ninas estaban acurrucadas junto a la puerta.

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