– ?Y nunca ha estado con nadie que fuera… especial?
– ?Se refiere a un novio? No -dijo, sacudiendo la cabeza.
Kayleen no dejaba de sorprenderlo. Tenia alrededor de veinticinco anos y no habia salido con nadie. O estaba ante la mujer mas pura del mundo o mentia, pero no tenia motivos para mentir.
De repente, se sintio en la necesidad de ensenarle lo que se estaba perdiendo. Pero le parecio una idea ridicula. Kayleen solo era la ninera de sus hijas adoptivas.
Capitulo 3
Kayleen salio de la cocina caminando hacia atras y con las manos en alto.
– No, lo digo en serio… la comida es magnifica, me encanta. He engordado mas de un kilo…
Cuando ya no podia ver la expresion de furia del chef, se giro, corrio hacia la escalera mas cercana y huyo a un lugar mas seguro. Solo habia querido ser de utilidad al cocinero, pero el hombre se lo habia tomado como un insulto.
Como las ninas estaban todo el dia fuera, ella no tenia nada que hacer. Ademas, en el colegio nuevo le habian dicho que no podia dar clase porque resultaria extrano ahora que estaba bajo la proteccion del principe. Y necesitaba hacer algo porque se aburria.
Camino por el corredor principal y se detuvo para intentar averiguar donde se encontraba. Vio una puerta grande que le resulto familiar, y poco despues, al dar la vuelta a una esquina, reconocio la oficina del principe. No tardo nada en plantarse delante de su secretario, Neil.
– Necesito verlo-dijo.
– No tiene cita.
– Soy su ninera…
– Se quien es, senorita James. Pero el principe Asad es muy particular con sus horarios de trabajo -afirmo el secretario con un fuerte acento ingles.
– Neil, necesito saber si…
En ese momento se abrio la puerta del despacho de Asad y el principe se asomo.
– Oh, vaya… justo la persona a quien buscaba.
– ?Es por lo del chef? -pregunto ella, ruborizandose-. No pretendia insultarlo. Solo queria ayudar…
– ?Se puede saber que ha hecho?
– Nada, nada…
– ?Y por que sera que no la creo? Pase a mi despacho, Kayleen. Empiece por el principio y no olvide ningun detalle.
Ella dudo un momento, pero finalmente lo siguio al despacho. Cuando los dos se habian sentado, el principe la miro de forma expectante.
– Fui a la cocina porque pense que podia ayudar. No pretendia molestar al cocinero… es que me aburro. Necesito hacer algo -confeso.
– ?Hacer algo? Ya tiene tres ninas a su cargo. La mayoria de la gente pensaria que es trabajo de sobra.
– Oh, vamos… se pasan todo el dia en el colegio. En cuanto a la cocina y la limpieza, ya hay personas que se ocupan de ello. ?Que puedo hacer con mi tiempo libre?
– ?Ir de compras?
– ?Con que? ?Es que me va a pagar? No hemos hablado de mi salario ni del seguro medico ni de ninguna otra cosa por el estilo. Yo estaba tranquilamente en mi colegio, haciendo mi trabajo y sin meterme en los asuntos de nadie, y de repente me trajeron aqui. No es un cambio tan facil.
– Si no recuerdo mal, ataco a Tahir. Yo diria que eso no es estar tranquilamente y sin meterse en los asuntos de nadie -se burlo el principe.
– Bueno, ya sabe lo que quiero decir…
– Si, lo se. Pero digame, Kayleen, ?de que daba clases en el colegio?
– De Matematicas.
Kayleen se levanto del sofa y se acerco a la ventana. El despacho daba a un jardin precioso y se pregunto si podria echar una mano al jardinero. No sabia nada de flores y plantas, pero podia aprender.
– ?Que tal se le dan los analisis estadisticos?
– Supongo que bien -respondio, sin dejar de mirar las flores.
– Entonces, tengo un proyecto para usted.
Kayleen se giro.
– ?Quiere que me encargue de sus impuestos?
– No. Quiero que trabaje con el ministro de Educacion. Hemos conseguido que muchas jovenes de las zonas rurales terminen los estudios de secundaria y vayan a la universidad, pero siguen siendo menos de las que nos gustaria. Para que El Deharia sea un pais prospero, necesitamos ciudadanos educados y productivos - respondio.
– ?Y en que consistiria exactamente el trabajo?
– Quiero que vaya a los pueblos de donde proceden la mayoria de las chicas y averigue que es lo que estan haciendo bien, para aplicar la misma politica en los demas. ?Le interesa? -pregunto.
Ella volvio al sofa…
– ?Lo dice en serio? ?No me lo ofrece solo para que me mantenga ocupada?
– Tiene mi palabra. Esto es muy importante y confio en que lo hara bien.
Asad hablo con una voz tan firme y baja que se sintio atraida hacia el. Habia algo en sus ojos que la empujaba a creerlo. Y cuando volvio a pensar en la oferta, se entusiasmo tanto que se echo hacia delante y tuvo que contenerse para no acabar entre sus brazos.
– Me encantaria… Muchas gracias, principe.
Asad se levanto del sofa y se dirigio a su mesa con normalidad. O no habia notado el impulso de Kayleen o preferia hacer caso omiso.
Asad abrio un cajon de la mesa y saco una tarjeta de credito.
– Tenga, usela para comprar cosas para usted y las ninas.
– No necesitamos nada.
– Lo necesitaran. Ropa, por ejemplo… no se mucho de ninos, pero me consta que crecen y que necesitan cambiar de ropa.
– Eso es cierto -dijo, mirando la tarjeta-. Es muy amable…
– Mis hijas adoptivas merecen lo mejor. No en vano, su padre es un principe -dijo.
– Y un hombre sin problemas de inseguridad -comento ella, entre divertida y envidiosa.
– Por supuesto que no. Soy consciente de mi lugar en el mundo.
– Ya lo veo.
– Pero mi mundo tambien es el suyo, Kayleen.
– No, no lo es.
– Si yo digo que lo es, lo es.
Kayleen no estaba de acuerdo. Ella solo era una empleada, y como tal, perfectamente reemplazable. Pero prefirio no discutir.
– Gracias.
Ya se alejaba hacia la puerta cuando Asad dijo:
– Le enviare la informacion pertinente sobre su sueldo y el seguro medico. Deberia haberme encargado antes del asunto.
Ella sonrio.
– Usted es un principe, Asad. Es normal que no se encargue de esos detalles.
– Le agradezco que sea tan comprensiva. Gracias.
– De nada.
La oscura mirada de Asad la mantuvo clavada en el sitio. Ya habian terminado de hablar y debia marcharse del despacho, pero no podia. Sentia la irresistible necesidad de acercarse a el y hacer algo. No sabia exactamente