que, pero algo.

El telefono sono en ese momento. Asad miro hacia la mesa y ella recobro el control. Todavia queria quedarse, pero abrio la puerta y se marcho.

– Estamos haciendo progresos -dijo Lina.

La princesa estaba tumbada en la cama, con el telefono pegado a la oreja.

– ?Estamos? Querras decir que estas -puntualizo Hassan-. Eso es cosa tuya.

– No es verdad. La idea la tuviste tu y estas tan metido en el asunto como yo.

– Eres una mujer muy dificil…

– Lo se -dijo, sonriendo-. Forma parte de mi encanto.

– Si, nadie puede negar que eres encantadora -ironizo.

Lina apreto los ojos y tuvo que contenerse para no gritar. En primer lugar, porque los gritos no eran apropiados en una princesa; y en segundo, porque una mujer de cuarenta y tres anos ya era mayorcita como para ponerse a gritar de entusiasmo cuando un hombre coqueteaba con ella por telefono. Aunque ese hombre fuera el mismisimo rey de Bahania.

– A Kayleen le gusta mucho Asad -continuo ella-. Aun no se ha acostumbrado a vivir en Palacio, pero lo esta haciendo bastante bien. Mi sobrino me ha comentado que debia tener un salario y un seguro medico. Quiere ser generoso con ella. No es mal principio…

– Eso no significa que pretenda llegar mas lejos.

– Espero que si. Kayleen es perfecta para el. Ademas, ten en cuenta que Asad tiende a guardarse sus emociones. La culpa la tiene su padre.

– Que refrescante -dijo Hassan-. Normalmente se echa la culpa a la madre.

Lina se rio.

– Pero como yo soy mujer, culpo a tu sexo.

– Esta es la parte que mas me gusta de nuestras conversaciones. El sonido de tu risa -comento el rey.

El corazon de Lina se acelero durante un par de segundos. Fue una suerte que estuviera tumbada en la cama, porque de otro modo se habria caido.

– Tu risa es tan bella como el resto de ti -continuo.

Como Lina no decia nada, el rey anadio:

– ?Te he asustado?

– No, no, ni mucho menos…

El suspiro.

– Dime una cosa, Lina. ?Tu extraneza se debe a que soy rey? ?O a que tengo mas anos que tu?

– No es porque seas rey -respondio sin pensarlo-, ni tampoco es por tu edad. Es que no estaba segura de que… bueno, nunca hemos hablado de lo nuestro. Pensaba que solo eramos amigos.

– Y lo somos. ?Te gustaria que fueramos algo mas?

Lina apreto el auricular con fuerza y contuvo la respiracion. Tenia miedo de decir la verdad, de admitir que le gustaba mucho.

– A mi me encantaria que fueramos algo mas -intervino el-. ?Esa informacion te facilita las cosas o te las complica?

Ella suspiro.

– Me las facilita, por supuesto… a mi tambien me gustaria.

– Me alegro, Lina. Nunca pense que encontraria a una mujer como tu. Eres un regalo y siempre estare agradecido por ello.

– Gracias -susurro, sin saben que decir-. Me siento… intrigada.

– Intrigada -repitio el-. Has elegido una palabra muy interesante… tal vez deberiamos explorar todas las posibilidades de nuestra relacion.

Asad entro en la suite a primera hora de la tarde, como de costumbre; pero en lugar de encontrar un monton de habitaciones silenciosas y oscuras, encontro un lugar animado y lleno de luz. Dana y Pepper estaban sentadas en el suelo del salon, viendo una pelicula. Nadine giraba y bailaba junto al balcon y Kayleen estaba colocando un florero en la mesa del comedor.

Al verlo entrar, ella dijo:

– Ah, magnifico… Llame a su secretario para preguntarle cuando vendria a vernos, pero no quiso decirmelo. Creo que no le caigo bien.

– Puede que quiera protegerme…

– ?Protegerlo? ?De nosotras? -pregunto con una sonrisa, como si lo considerara una posibilidad ridicula-. Bueno, no importa… necesitaba saberlo por la cena, porque nos gustaria que se quedara a cenar con nosotras. Y por cierto, lo de la cocina es muy divertido. Eso de poder bajar y pedir lo que mas nos apetezca a cada una es todo un privilegio. Hemos elegido un menu bastante eclectico.

El principe la miro con atencion. Llevaba un vestido tan feo que resultaba molesto a la vista. La tela gris la hacia parecer mas palida; y naturalmente, ocultaba todas y cada una de las curvas de su cuerpo. Pero Kayleen tenia una sonrisa tan bonita que Asad se animo de inmediato y deseo abrazarla y descubrir sus secretos.

– En tal caso, ire a buscar una botella de vino.

Asad se acerco a un armario y saco una botella. Necesitaba tomar algo fuerte. Normalmente no bebia alcohol en Palacio, pero las cosas habian cambiado hasta el extremo de que ahora tenia que enfrentarse a una mujer y a tres ninas.

Nadine se acerco y bailo a su alrededor, sonriendo.

– Hola, Asad… ?Has tenido un buen dia? Hoy he sacado un notable en Lengua. La profesora dice que leo muy bien… soy buena en todas las asignaturas menos en Matematicas. Pero Kayleen me va a ayudar.

Pepper corrio hacia ellos y se interpuso a su hermana.

– ?Hola! ?Yo tambien estoy en el colegio! Y se me dan bien las Matematicas… He hecho un dibujo y te lo he traido, pero no se donde ponerlo. Como aqui no hay ningun frigorifico…

Dana se unio a las demas.

– El principe no quiere tu dibujo -declaro con suficiencia de hermana mayor-. Ademas, no dibujas bien.

Pepper le pego un pisoton.

– Soy una artista -dijo la pequena-. No como tu, que eres una burra.

Dana gimio, Nadine miro a su alrededor con preocupacion y Pepper se tapo la boca con una mano. Por lo visto, Kayleen no permitia que las ninas se insultaran.

Asad se froto la sien y Kayleen miro a Pepper con cara de pocos amigos.

– Sabes que eso esta mal…

La nina asintio.

– Pidele disculpas a Dana.

Pepper, toda rizos dorados, se giro hacia su hermana mayor.

– Siento haberte llamado eso -dijo.

Dana puso los brazos en jarras.

– Tus disculpas no bastan. Te pasas la vida insultando a…

Kayleen carraspeo y Dana bajo la cabeza.

– Gracias por disculparte -dijo al fin.

– Muy bien, Pepper -intervino Kayleen-, ahora tendremos que encontrar un castigo adecuado para lo que has hecho. ?Alguna idea al respecto?

Los ojos de Pepper se llenaron de lagrimas.

– ?Quedarme sin cuento esta noche? -pregunto.

– Hum. No, creo que eso seria demasiado… ?que te parece si renuncias a elegir pelicula esta noche? La elegira Dana.

Pepper asintio con la cabeza.

– Bueno, pues no se hable mas -declaro su profesora-. ?Que os parece si cenamos?

Asad abrio la botella de vino y se sento a la mesa. Despues, lleno dos copas y le dio una a Kayleen mientras ella servia la comida.

– No suelo beber casi nunca -advirtio Kayleen.

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