tres pequenas.

– Ya hemos vuelto -dijo al llegar-. Gracias por hacerles compania…

– Ha sido divertido -comento la princesa-. ?Que tal te ha ido?

Kayleen intento no ruborizarse, pero sin exito.

– Bien, bien… Las gentes del desierto son muy amables y la cena era excelente. Incluso han dejado que les ayudara a cocinar. Todo el mundo ha sido encantador…

Kayleen noto que estaba balbuceando y anadio a toda prisa:

– No ha pasado nada.

Lina arqueo las cejas.

– ?Como?

– Que no ha pasado nada -repitio-. Con Asad, quiero decir. Lo digo por si te lo estabas preguntando… y bueno… no ha pasado nada.

– Ya veo -dijo Lina, sonriendo-. Pero, ?no te parece que insistes demasiado en el asunto? Sobre todo si tenemos en cuenta que yo no he insinuado nada.

– Oh…

Kayleen penso que seria mejor que dejara de hablar. De lo contrario, Lina terminaria por descubrir lo del beso.

La princesa espero un par de segundos, como si supiera lo que estaba pensando, y luego camino hacia la puerta.

– Hasta manana entonces -dijo.

– Si, claro… y gracias de nuevo por haberte quedado con las ninas.

– Ha sido un placer.

Cuando se quedo a solas, Kayleen entro de puntillas en el dormitorio de las pequenas. Las tres estaban dormidas, asi que les coloco bien las mantas, apago la luz y se marcho a su habitacion. Una vez dentro, suspiro de felicidad, giro sobre si misma como si bailara y se arrojo a la cama.

La habian besado. La habian besado de verdad y habia sido maravilloso.

Le habia gustado todo. El sabor de Asad, su calor y su forma de abrazarla y de acariciarla. No deseaba otra cosa que repetir la experiencia, pero desafortunadamente no era algo que le pudiera pedir asi como asi. Ademas, ni siquiera estaba segura de por que la habia besado; cabia la posibilidad de que lo hubiera hecho porque la deseaba, pero tambien de que solo intentara demostrarle a los demas que efectivamente era su mujer.

Y aun quedaba otra pregunta, quizas mas problematica: por que, de repente, necesitaba saberlo.

Dias mas tarde, Asad volvio a sus habitaciones y descubrio que Kayleen estaba en la mesa de su comedor, delante de una maquina de coser y en mitad de un monton de telas que ocupaban todas las superficies disponibles. Habia acercado una lampara para tener mas luz y ni siquiera lo vio entrar.

La reaccion del principe fue inmediata, y no precisamente en el sentido de que una vez mas habia olvidado el pacto de cuidar de las ninas sin involucrarlo a el. Se excito. No podia creer que tuviera ese tipo de reacciones ante una mujer a la que apenas habia dado un beso inocente, pero cada dia la deseaba mas.

Ni siquiera podia dormir por las noches. Antes de besarla, la habia deseado; ahora, la necesitaba con toda su alma. Aquella mujer inocente y de curvas suaves escondia una pasion intensa que lo volvia loco hasta el punto de que tuvo que contenerse para no cruzar la habitacion, levantarla de la silla y besarla hasta que se rindiera a el. La queria humeda, desnuda, rogandole. Queria poseerla en su totalidad.

– Asad… -dijo ella cuando por fin lo vio-. Ya has vuelto… Se lo que vas a decir. Esto es un desastre y lo siento. Tenia intencion de limpiarlo todo antes de que regresaras, pero no me he dado cuenta de la hora que era.

Ella se levanto y alzo las manos en gesto de rendicion. El admiro su boca y penso que su hermano Qadir tenia razon: deberia haberse marchado con el a Paris y haber pasado toda una semana en la cama de una mujer desconocida. Ahora habia perdido la oportunidad. Tenia la inquietante sensacion de que no seria capaz de desear a ninguna mujer que no fuera Kayleen.

– ?Que estas haciendo? -pregunto el.

– Preparando unos vestidos para las fiestas de Navidad.

– ?Es que en el colegio no se los proporcionan?

– Supongo que lo habrian hecho ellos, pero preguntaron si alguno de los padres queria ayudar y dije que si. Lina me ha conseguido la maquina de coser… es fabulosa, casi cose sola. Deberias ver el manual de instrucciones; es ancho como un diccionario.

Asad toco una de las telas.

– Estoy seguro de que algun empleado de Palacio podria hacer los vestidos.

– Si, pero coser me gusta. Y disfrutare mas del asunto si los hago personalmente.

– Como quieras.

– Supongo que no sabras nada de patrones…

El sonrio.

– No.

– Yo aprendi a coser en el orfanato. Haciamos los vestidos nosotras mismas porque nos salia mas barato que comprarlos. Pero imagino que en Palacio no tenian esa costumbre.

– Me temo que no.

– ?Y tu madre tampoco cosia?

– No lo se. Murio cuando yo era muy pequeno. No me acuerdo de ella.

El brillo de los ojos de Kayleen desaparecio.

– Oh, lo siento. Sabia que habia muerto, pero no que entonces fueras un nino… no tenia intencion de recordartelo.

– No importa.

– Pero es triste.

– ?Como puede ser triste cuando no te acuerdas de nada?

– Toda perdida lo es. Y mucho mas cuando es tan importante.

– No te preocupes por mi, Kayleen. Dedica tus preocupaciones a personas que lo necesiten mas - declaro.

– ?Por que? ?Porque tu no sientes nada? -pregunto-. ?No es eso lo que me dijiste? Que las emociones te vuelven debil…

– Exacto.

– ?Y tambien la confianza?

– La confianza se tiene que ganar.

– Tienes demasiadas normas en tu vida, y eso solo sirve para alejar a las personas.

– Solo es una cuestion de control -se defendio el-. Se trata de no necesitar a nadie, porque es la unica manera de mantener el control.

Ella sacudio la cabeza.

– No necesitar a nadie es lo mismo que estar solo.

– Yo no lo veo asi.

– Aunque no estes de acuerdo, no deja de ser menos cierto por ello. No hay nada peor que estar solo - afirmo-. Pero bueno, quitare todo esto de aqui Y lo apartare de tu camino.

Kayleen estaba paseando por los jardines de Palacio. Le encantaba la belleza de las salas interiores pero eso no era nada en comparacion con la opulencia de los elegantes jardines que se abrian bajo los balcones de la suite.

Se acerco a un rosal, aspiro el aroma de una rosa particularmente perfecta y se sento en un banco calentado por el sol. Necesitaba estar sola un momento y cerrar los ojos, como si asi pudiera detener el mundo y lograr que girara mas despacio.

Habian pasado muchas cosas en muy poco tiempo. Habia conocido a Asad, se habia mudado a Palacio con las ninas, habia empezado a preparar las navidades e incluso habia besado al principe.

Cuando penso en el beso, suspiro y sonrio. Aunque deseaba volver a besarlo, la oportunidad no se habia presentado. Seguia sin saber si habia sido una experiencia tan intensa para el como para ella, pero se dijo que eso no tenia importancia porque no volverian a tocarse. Tenian vidas, proyectos y deseos diametralmente

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