– Asi que te ha gustado…
– ?A quien no? ?Se puede sentir otra vez? ?Podemos hacerlo ahora?
– Como desees, Kayleen. Probare con otro juego. Pero uno suave… no quiero que mas tarde te duela - declaro.
Por su posicion, Kayleen supo que la iba a besar alli, en su sexo, y no estuvo segura de que debiera permitirlo; pero la experiencia anterior habia sido tan maravillosa que se pregunto si aquella podria igualarla.
Se recosto y cerro los ojos. El se inclino sobre ella y la lamio.
Fue como un beso normal, pero mil millones de veces mejor. No podia resistirse a las caricias constantes de su lengua. No podia hacer otra cosa que dejarse llevar por el placer y arrojarse a la tension que una vez mas conquisto sus musculos.
Era la primera vez para ella, pero lo tenia claro. Queria alcanzar el climax otra vez. Queria volver a sentirlo, pero ahora con su lengua. Queria mas y mas intenso. Lo queria en ese momento.
La impaciencia combatia contra la excitacion. Clavo los talones en la cama, se arqueo, se puso mas tension y justo en ese momento, el principe le metio un dedo dentro y la dejo sin aire. Pensaba que iba a sentir dolor, pero no hubo dolor alguno; solo una sensacion de plenitud.
A su lengua se sumaban ahora sus dedos, entrando y saliendo de ella en un baile ritmico, dominandola hasta que no tuvo mas opcion que rendirse.
El segundo viaje resulto mejor que el primero. Su cuerpo se estremecio y pudo sentir todas sus terminaciones nerviosas. Incluso grito sin darse cuenta, aunque ahogo rapidamente el sonido.
Asad se echo a su lado y la acaricio dulcemente, tal vez para tranquilizarla.
Ella lo miro a los ojos.
– No sabia que esto fuera posible… -susurro.
– Hay mas.
Kayleen rio.
– No puede ser…
– Claro que si. Te lo ensenare.
– Si, te lo ruego, ensenamelo.
– ?Que deseas, Kayleen? ?Quieres que te tome? Si lo dejamos ahora, seguiras siendo virgen…
– Solo tecnicamente -murmuro ella-. Pero no quiero ser virgen ni siquiera en ese sentido. Tomame, Asad.
– ?Estas segura?
– Completamente.
Asad se levanto y se quito los pantalones y los calzoncillos.
Era la primera vez que Kayleen veia a un hombre desnudo. Y penso que la realidad superaba con mucho a la ficcion de las fotografias y cuadros que habia visto con anterioridad.
Extendio un brazo y le acaricio el sexo, que resulto ser suave y mas duro de lo que habia imaginado.
– No se si cabra… -dijo ella, timida.
– Claro que si, no te preocupes.
Asad alcanzo sus pantalones, metio una mano en el bolsillo, saco un cuadradito de plastico y se sento en la cama. Kayleen estuvo a punto de preguntar por lo que estaba haciendo, pero enseguida se acordo de las consecuencias posibles de hacer el amor sin preservativos.
Asad se lo puso y la tumbo en la cama.
– Te va a doler un poco -le advirtio el-. ?Estas preparada?
Ella asintio y se quedo rigida.
El sonrio.
– Bueno, tal vez podrias disimular y fingir que te excita…
– ?Como? Oh, lo siento, es que estoy tan nerviosa…
– Te distraere un poquito.
Asad metio una mano entre sus piernas y empezo a acariciarla otra vez. Ella se relajo de inmediato. Se sentia tan segura como si hubiera hecho el amor miles de veces, y supo que el orgasmo llegaria de nuevo si el seguia adelante.
Pero antes de que avanzaran demasiado por ese camino, Asad se detuvo y Kayleen sintio algo duro contra su sexo.
Contuvo la respiracion y sintio que la penetraba poco a poco, con suavidad.
Era una presion extrana y algo incomoda, pero no desagradable. Poco despues, el dijo:
– Ya estoy dentro.
Ella abrio los ojos y sonrio.
– Y yo, excitada.
Asad sonrio.
– Tardaras en acostumbrarte, pero siempre hay una primera vez. Y por cierto… me encantaria que me tocaras.
– Oh, claro…
Kayleen no sabia donde ni como tocar, pero llevo sus manos a su espalda. El salio de su cuerpo un poco y volvio a entrar. Ella se arqueo para ponerselo mas facil.
A la quinta acometida, ya no tuvo que pensar en el contacto ni en la forma de acariciar a su amante; ahora era algo natural. Y empezo a sentir una tension sutil entre los muslos; distinta a la de antes, pero igualmente placentera.
Cerro los ojos de nuevo y se concentro en el ritmo de Asad, que la llenaba una y otra vez, acelerando cada vez mas sus movimientos, excitandola.
Al cabo de un rato, el gimio y murmuro su nombre. Kayleen lo abrazo con fuerza, sintiendo todo su peso, y supo que su vida habia cambiado para siempre.
Capitulo 8
A la manana siguiente, Kayleen no sabia lo que pensar. Habian dedicado gran parte de la noche a hacer el amor, y estaba tan excitada que penso que no volveria a ser capaz de dormirse. Pero cuando el se marcho a su dormitorio, cerro los ojos y ya no recordo nada mas hasta la manana siguiente.
No se arrepentia de lo que habian hecho. Tenia agujetas y estaba algo confundida, pero feliz. Y se sentia diferente, una mujer nueva.
Cuando dejo a las ninas en el autobus que todos los dias las llevaba al colegio, penso en lo divertido, paciente, sexy y encantador que era Asad. Nunca habia conocido a un hombre como el. Era mejor que todos, mejor que todo. Y mientras se preguntaba por lo sucedido, tuvo la impresion de que la madre superiora de su convento estaba pensando en eso cuando le dijo que, antes de encerrarse alli, debia conocer el mundo.
Fuera como fuera, ahora se le abria todo un abanico de posibilidades que no habia considerado con detenimiento. Por ejemplo, mantener una relacion seria con Asad. O casarse, incluso, y tener hijos.
– Buenos dias, Kayleen. ?Que tal estas?
Ella alzo la mirada. Vio que Lina caminaba hacia ella y se pregunto si podria adivinar que se habia acostado con Asad, si su aspecto seria distinto aquella manana si reconoceria algun brillo extrano en sus ojos. De repente, se sintio tan culpable que Lina lo noto.
– ?Que te pasa? -pregunto, frunciendo el ceno-. ?Estas enferma?
– No, no, estoy bien… -respondio, intentando disimular.
– No mientas. Estas muy colorada. ?Seguro que te encuentras bien?
Kayleen bajo la cabeza, avergonzada.
– No estoy enferma, en serio. Es que… yo… bueno… no se, tengo que irme. Disculpame.
Kayleen se giro y salio corriendo de alli. Pero por muy deprisa que corriera, no podria escapar de si misma.