gran compensacion.

– Y eso lo dice una mujer que no ha experimentado la vida en el desierto… habla con mi gente y volveremos a mantener esta conversacion.

– Me encantaria.

Kayleen era sincera. Le gustaba la sencillez de la vida en el desierto, sobre todo ahora. Penso que su vida habria sido igualmente sencilla si no hubiera dejado el convento para ver mundo; no habria conocido a Asad y jamas se habria sentido tan culpable. Pero se pregunto si esconderse de todo y elegir el camino facil no seria, tambien, un error.

– Pero no se… -continuo.

El rey la miro con interes.

– ?Que te ocurre, pequena?

– Nada -respondio, a punto de llorar-. Lo siento, es que no me siento bien. Le ruego que me disculpe…

Kayleen hizo una reverencia y se alejo. Segundos mas tarde, se giro para asegurarse de que ya estaba fuera de su vista y empezo a correr.

Desgraciadamente, no tenia a donde huir.

Asad se detuvo ante la puerta de la suite de Kayleen, llamo y entro. La descubrio en su habitacion, acurrucada en la cama y sollozando como si alguien le hubiera partido el corazon.

La miro durante unos segundos, angustiado, y penso que se alegraria mucho cuando oyera lo que tenia que decir. Incluso era posible que hicieran el amor otra vez. Pero sabia que debia actuar con cautela; Kayleen habia vivido muchas cosas nuevas en muy poco tiempo y no queria hacerle dano.

Camino hasta la cama y dijo:

– Kayleen…

– Marchate.

– No me voy a marchar. Sientate un momento, quiero hablar contigo.

– No, no quiero hablar con nadie. Ademas, esto no es asunto tuyo, no es tu problema.

– Por supuesto que lo es. Lo he causado yo.

Para su sorpresa, ella siguio llorando.

– Kayleen…

– Marchate -repitio.

Asad considero la situacion y se sento en la cama. Ella ni siquiera lo miro.

– No es tan terrible como piensas…

– Claro que lo es. He traicionado todo en lo que creia… no soy la persona que pensaba. Me he entregado a ti sin dudarlo un momento, y apenas te conozco. No te amo. Solo eres alguien que pasa… ?en que lugar me deja eso?

Asad no podia creer lo que estaba escuchando. El era el principe de El Deharia, no un desconocido normal y corriente que simplemente pasaba por ahi, como habia dicho. La mayoria de las mujeres habrian dado cualquier cosa por estar con el.

– Te he honrado -afirmo.

– Pues para mi no ha sido un honor.

– Kayleen, no digas tonterias. Tenemos muchas cosas en comun. Las ninas, por ejemplo -declaro-. Ademas, soy tu amigo y alguien en quien puedes confiar. Que hicieramos el amor es algo perfectamente natural.

Ella lo miro con ojos enrojecidos.

– Para mi no lo es. Me ensenaron que debia esperar al matrimonio.

– La vida no es asi, Kayleen. Las necesidades fisicas son muy fuertes y a veces no podemos resistirnos a ellas.

– ?Insinuas que queria hacerlo y que simplemente lo he hecho? ?Y crees que eso va a hacer que me sienta mejor?

– Solo estoy diciendo que es natural. Ademas soy un hombre con experiencia que sabe como seducir a una mujer.

– ?Que tu me has seducido? Te agradezco el intento, pero no es verdad. Yo soy tan responsable como tu y tengo que afrontar las consecuencias de mis actos.

– Mira, Kayleen…

Ella se levanto y se alejo.

– Marchate, por favor.

– No voy a marcharme. Si me voy, no sabras a que se debe mi visita.

Kayleen se seco las lagrimas con la mano.

– ?Y a que se debe?

Las cosas no estaban saliendo como Asad habia imaginado. Pero carraspeo y empezo a hablar.

– Creo que no estas en posicion de entender todas las implicaciones de lo que ha pasado entre nosotros. Te dejaste llevar por el placer del momento y no pensaste que al entregarte a mi estabas perdiendo tu tesoro mas precioso y que…

Los ojos de Kayleen se llenaron de lagrimas.

– ?Como te atreves a decir eso? -lo interrumpio.

Antes de que pudiera reaccionar, Kayleen salio corriendo y se encerro en el cuarto de bano, dando un portazo.

El principe se quedo atonito. Pasados unos segundos, se acerco a la puerta.

– Kayleen- sal, te lo ruego.

– Marchate de una vez. Tengo mucho que pensar y no me sirves de ayuda.

Asad abrio la puerta y entro en el cuarto de bano.

– Ahora me vas a escuchar. He venido porque puedo solventar tu problema.

– No puedes. He perdido todo lo que queria.

– No has perdido nada. Tu no eres mujer para encerrarte en un convento. Mereces mucho mas que eso, y estoy dispuesto a dartelo. Piensa en casarte, en formar una familia, en tener tus propios hijos…

– ?Que has dicho?

– Kayleen, me casare contigo.

Asad la miro y sonrio. Esperaba que se tranquilizara, pero empezo a llorar con mas fuerza que antes.

– Seras mi esposa. Viviras aqui, conmigo, en palacio. He robado tu virginidad, pero a cambio te regalare el honor de tenerme como esposo. Podras llevar mi nombre, Kayleen…

El espero, pero ella no dijo nada.

– Esta bien, entiendo que en estas circunstancias no eres consciente de lo que te estoy ofreciendo. Se que mas adelante te tranquilizaras y que te daras cuenta de que no ha sido un sueno sino algo real. Pero hasta que llegue ese momento, puedes aceptar mi propuesta y darme las gracias. Con eso bastara.

Kayleen lo miro. Sus ojos brillaban, pero no de felicidad ni agradecimiento.

– ?Que te lo agradezca? -pregunto, furiosa-. No voy a darte las gracias por nada. Y no me casaria contigo aunque fueras el ultimo hombre en la Tierra.

Asad se quedo tan asombrado que cuando ella paso ante el, no pudo hacer otra cosa que apartarse. Y un segundo despues, Kayleen le cerro la puerta en las narices.

Capitulo 9

– Toma un poco mas de te -dijo Lina.

Kayleen arrugo la nariz. La infusion sabia fatal y olia a alfombra cocida, pero su amiga le habia asegurado que la tranquilizaria.

Dio un sorbo y dejo la tacita en la mesa.

– ?Estas mejor?

Kayleen asintio porque era lo que Lina esperaba, pero no se sentia mejor en modo alguno. No dejaba de dar

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