– Empezaremos con lo mas basico. El principe me comento que no tiene ropa apropiada… bueno, es natural La gente de la calle no tenemos cosas para asistir actos de la realeza -dijo con amabilidad-. Pero ha elegido un buen sitio para solventar ese problema.
– Es la primera vez que entro en una boutique de tanta categoria -le confeso.
– Supongo que a partir de ahora lo hara muchas veces… pero aprendera deprisa, no se preocupe. No se preocupe por lo que este de moda en cada momento. Fijese en lo que le queda bien y opte siempre por lo clasico y por conjuntos bien combinados. Pero me temo que nada la salvara de la tortura de los zapatos de tacon alto en las fiestas… En fin, veamos lo que podemos hacer.
Glenda espero pacientemente hasta que Kayleen cayo en la cuenta de que estaba esperando que se desnudara y se quito el vestido. Glenda asintio.
– Excelente. No tiene exceso de curvas, asi que estara deslumbrante en todas las veladas. Espero que no se ofenda, pero su ropa interior es lamentable… Si va a casarse con un principe, necesita algo sexy y bonito. Querra mantener su interes, claro…
Kayleen empezo a tomar notas de lo que Glenda decia. Una hora mas tarde, llego a la conclusion de que habia subestimado a las mujeres que salian de compras por vicio. Era algo agotador.
Se estaba cerrando un vestido sencillo cuando Dana entro en el vestidor.
– Ya hemos terminado -dijo la nina-. Asad quiere que te diga que la tia Lina va a venir a llevarnos al cine.
Kayleen sonrio.
– ?Estas tan cansada como yo?
– Si, ha sido divertido, pero…
– Ni siquiera he visto la mitad de las cosas que os habeis comprado. Cuando volvamos a la suite, tendreis que hacerme un pase de modelos…
En lugar de asentir, Dana se acerco a Kayleen, se abrazo a ella y empezo a llorar.
Kayleen se sento y la acomodo en su regazo.
– ?Que sucede?
– Que echo de menos a mis padres. Se que esta mal, pero los echo de menos.
Kayleen la abrazo con fuerza.
– No esta mal, Dana. Es perfectamente natural Todo esto es nuevo para ti y es logico que te angusties… de hecho, tengo que pedirte disculpas. Eres tan fuerte que a veces olvido que sigues siendo una nina todavia.
– Tengo miedo.
– ?Por todos los cambios?
– No, porque no quiero que te vayas.
– No me ire.
– ?Lo prometes? ?Nunca? ?Pase lo que pase?
– Siempre estaremos juntos. Asad y yo nos vamos a casar y seremos una familia…
Dana lo miro.
– Y si lo abandonas, ?iremos contigo?
– No lo voy a abandonar.
– Podrias hacerlo. La gente se divorcia…
– Bueno, si llegamos a divorciarnos, te prometo que vendreis conmigo.
Dana se seco las lagrimas.
– Esta bien, te creo.
– Me alegra que me creas, porque te quiero mucho. Os quiero a todas. Os quiero con toda mi alma.
Dana la abrazo con fuerza y se puso de pie.
– Ya me siento mejor…
– Dana, yo siempre estare a tu lado. Y si necesitas hablar conmigo, en cualquier momento, de lo que sea, dimelo. ?De acuerdo?
Dana asintio y se marcho. Kayleen se puso de pie y se aliso el vestido.
Un segundo despues, mientras pensaba que la tela se arrugaria demasiado, Asad entro en el vestidor y le puso las manos en los hombros.
– He oido tu conversacion con Dana -dijo mirandola en el espejo.
– ?Y lo desapruebas?
– En absoluto. Has dicho lo que debias. Aunque habria estado mejor que dudaras un poco mas con lo del divorcio…
– Yo no he dicho que piense divorciarme de ti -puntualizo.
– Lo se, lo se -dijo el, sonriendo-. Eres una madre excelente, Kayleen, y eso me place. Por las ninas y por los ninos que tendremos.
– ?Y si no tengo ninos y solo puedo darte mas hijas?
– Bueno, recuerda que soy uno entre seis hermanos. Creo que la estadistica juega a mi favor… -respondio el-. Por cierto, ?te estas divirtiendo?
– Esto es muy cansado. Y no me acostumbro a que me sirvan con tanta diligencia…
– Te acostumbraras.
– Tal vez. ?De verdad necesito tanta ropa? Me parece excesivo.
– Vas a representar a El Deharia. Tienes que estar a la altura de las expectativas de la gente -afirmo.
– Bueno, que se le va a hacer.
– Vaya, asi que estas dispuesta a hacer lo que sea necesario por los ciudadanos de mi pais y sin embargo dudas cuando solo se trata de mi -bromeo.
– Mas o menos.
Asad se inclino y la beso en el cuello. Ella se estremecio.
– Tendre que ensenarte a respetarme -murmuro el.
El principe la abrazo por la cintura y ella deseo que aquello fuera real, que las ninas fueran verdaderamente su familia y que Asad estuviera locamente enamorado.
– Cuando volvamos a Palacio, quiero hablar de finanzas contigo -continuo-. Las ninas y tu necesitais dinero, y quiero que tengais la vida resuelta si alguna vez me ocurre algo malo. El palacio siempre sera vuestra casa, pero si desearais vivir en algun otro lugar, necesitareis una buena cuenta bancaria.
– No quiero que te pase nada malo…
– Ni yo, pero esto es importante. Abrire una cuenta a tu nombre y podras gastar el dinero como lo estimes conveniente. Quiero que seas feliz, Kayleen. Y que vayas de compras tanto como te apetezca.
– No necesito casi nada.
– Eso lo dices ahora, pero tu vida ha cambiado y tu misma has empezado a cambiar.
Asad la beso hasta que la dejo sin aliento. Kayleen deseo tocarlo y acariciarle todo el cuerpo, hacerle el amor alli mismo y relajar su tension y el deseo que sentia. Pero el principe se aparto de ella poco despues.
– Bueno, pero preferiria que no cambiaras mucho mas… -anadio.
Un segundo despues, le bajo la cremallera del vestido y le desabrocho el sosten. Luego, llevo las manos a sus senos, se inclino lo suficiente y empezo a succionarle un pezon.
Kayleen era consciente de que seguian en el vestidor de la boutique, asi que se esforzo por mantenerse en silencio y no gemir; pero las caricias de su lengua eran tan placenteras que le costo mucho.
Excitada, le acaricio el cabello y los hombros. Queria mas, necesitaba mas.
Asad rio antes de cambiar al otro pecho y jugueteo una y otra vez con el hasta que Kayleen empezo a jadear de placer.
Casi no podia mantenerse de pie. Ademas, Asad le habia introducido una pierna entre los muslos y estaba terriblemente humeda. Pero sabia que se detendria en algun momento. Seguian en la tienda y habia gente por todas partes. Las ninas se habian marchado con su tia, pero todavia estaban Glenda, los dependientes y tal vez algun cliente mas.
Sin embargo, Kayleen no queria detenerse. Y lo quiso aun menos cuando el bajo una mano y empezo a masturbarla con los dedos.
– Apoyate en mi -susurro el.
Ella apoyo una pierna en el banco del vestidor. El la equilibro con la mano que tenia libre y siguio frotandole y