ceno-. No te pondras sentimental ahora, ?verdad?
– No. No quiero saber nada mas de ti.
Kayleen se giro y se marcho.
Cuando entro en su suite, la ninera la saludo.
– Se han portado muy bien -dijo la joven.
– Me alegro. Muchas gracias por todo.
La ninera se marcho y ella se quedo a solas.
A pesar de todo su dolor, se sentia en paz. Saber la verdad era mejor que vivir enganada. Su madre no la queria y Asad no estaba enamorado de ella; le habia propuesto que se casaran porque se sentia obligado, pero ni siquiera podia enfadarse con el. El principe le habia dicho que no creia en el amor y ella habia preferido no escuchar. Se habia inventado una historia romantica porque necesitaba creer.
Entro en la habitacion de las ninas para ver si estaban bien y se dirigio a su dormitorio. Ella no era como las palomas de la jaula. Ella conocia la libertad y podia marcharse cuando quisiera.
Sabia que seria muy doloroso. Amaba a Asad con todo su corazon, pero ahora era mas fuerte que antes y ni siquiera tenia ninguna intencion de volver al convento y encerrarse en vida. Se marcharia y lo superaria sola.
Asad encontro a Kayleen en la suite. Se habia quitado el vestido y llevaba una bata. Estaba sentada en el salon, con una libreta en el regazo.
– Te he estado buscando por todas partes, pero te habias ido…
Ella lo miro.
– No me apetecia quedarme en la fiesta -dijo.
– ?Estas bien? -pregunto.
– Si.
– ?Has vuelto para tomar notas?
Kayleen dejo la libreta y el boligrafo en la mesita de cafe y se levanto.
– Ya lo ves. ?Has transferido el dinero a mi madre?
– ?Es que has hablado con ella?
– No hemos hablado de eso, no te preocupes. Ella no me ha dicho nada, asi que podra llevarse hasta el vestido y las joyas, ?verdad? Al fin y al cabo es lo que habeis pactado. Cuatro millones y un regalo de buena voluntad. Yo ya le habia ordenado que se marchara, pero tu no lo sabias. Le ha salido bien…
– El dinero no me importa.
– Lo se. Pero a ella si, asi que los dos salis ganando.
Asad no entendia lo que pasaba. Era evidente que Kayleen habia escuchado su conversacion e intento recordar cada palabra.
– Bueno, bien esta lo que bien acaba…
– Yo no estoy tan segura de eso -afirmo, mirandolo a los ojos-. Para ti, lo nuestro sera un matrimonio de conveniencia. Pero me sorprende que me eligieras a mi. Se que podrias haber encontrado a una mujer mas adecuada… a una mujer que entienda lo que significa ser princesa y que no se haga ilusiones falsas.
– No te entiendo. Yo quiero casarme contigo. Quiero que seas la madre de mis hijos, Kayleen. ?No te parece que el respeto y la admiracion son sentimientos mas importantes y duraderos que el amor? Te honrare y estare siempre a tu lado. Eso es algo valioso.
– Lo es, pero tambien el amor -dijo ella-. Se que lo que ha pasado es responsabilidad mia en gran parte. Elegi la salida mas facil… ardia en deseos de tener una familia y me engane. Solo queria sentirme segura. Incluso cuando vine a tu pais, me encerre en aquel colegio porque tenia miedo de vivir.
– Pero ahora has elegido otro camino. Has cambiado muchas cosas.
– Y voy a cambiar muchas mas.
Kayleen se quito el anillo de compromiso.
– No, no puedes hacer eso. Dijiste que te casarias conmigo… no puedes cambiar de opinion…
– No es decision tuya. No me casare con un hombre que no me ama. Merezco algo mas. Y tu tambien… aunque creas que el amor es una debilidad, estas equivocado. El amor es lo que nos hace fuertes. Amar y ser amados. Y tu tambien lo necesitas, Asad. Lamento no ser la mujer que buscas.
Kayleen intento sonreir.
– Me duele mucho decirlo. Me duele pensar que puedas estar con otra -continuo-. Pero se que nunca me amaras.
– No digas eso. No aceptare que me devuelvas el anillo.
– Haz lo que quieras -dijo, dejandolo en la mesita-. Me voy de todas formas.
– No, no puedes irte, no lo permitire. Ademas… te necesito.
Ella asintio lentamente.
– Es cierto, mas de lo que crees. Pero eso no es suficiente.
El fruncio el ceno. No entendia nada. Lina le habia dicho que Kayleen queria sentirse necesitada, por encima de todo lo demas.
– Te necesito -repitio.
– Tal vez, pero no puedes tenerme. Es tarde, Asad. Deberias irte.
Asad salio de la suite, avanzo por el pasillo y se detuvo; tenia la sensacion de haber perdido algo precioso. Pero no iba a permitir que Kayleen lo abandonara. No podia marcharse. Aquel era su hogar. Tenia que quedarse con el y con las ninas.
Decidio que hablarian otra vez a la manana siguiente y que la convenceria de que permaneciera a su lado. Era su deseo. El deseo del principe Asad. Y el siempre se salia con la suya.
Asad decidio dar tiempo a Kayleen para que reconsiderara su actitud. Pero cometio un grave error, porque cuando entro en su suite unos minutos antes del mediodia, las ninas y ella se habian marchado.
Los armarios estaban vacios, los juguetes habian desaparecido y no quedaba nada salvo el anillo de compromiso. Asad esperaba enfrentarse a sus lagrimas y ofrecerle una disculpa, pero no imaginaba que solo encontraria silencio, ausencia de vida, como si nunca hubiera estado alli.
Entro en todas las habitaciones sin poder creer lo que habia sucedido. Por fin, desesperado, se dirigio al despacho de su tia y le espeto:
– Todo esto es culpa tuya. Tu lo organizaste y ahora lo vas a arreglar.
– No se de que me estas hablando.
– Claro que lo sabes. Kayleen se ha ido. Se ha marchado con las ninas, con mis hijas… Y unas princesas de la Familia Real no pueden salir del pais sin el permiso de un familiar.
– Tu todavia no eres el padre, Asad. El proceso de adopcion no ha concluido -le recordo-. Kayleen hablo con tu padre y el le concedio la custodia.
– Eso no es posible.
– Es muy posible. Solo aceptaste a las ninas porque te sugeri que era la mejor solucion para el problema de Tahir. Nunca las quisiste.
– Porque entonces no las conocia… Ahora las conozco bien y son mis hijas.
– No. Kayleen es quien las quiere de verdad.
– Pero si fui yo quien organizo lo de la nieve en su colegio…
– Y a todo el mundo le encanto. Asad, yo no estoy diciendo que no te importen. ?Pero amarlas? Tu no crees en el amor. Me lo has dicho muchas veces… y no te preocupes por tu padre; el lo entiende de sobra -declaro Lina-. Esas ninas no han recibido la misma educacion que tu. Ellas necesitan carino y Kayleen se lo puede dar. Se marchan de El Deharia. Las cuatro.
– No lo permitire -espeto-. Insisto en que se queden.
– Se quedaran a pasar las vacaciones y luego se marcharan a Estados Unidos. Es lo mejor para ellas. Tu padre se ha ofrecido a ayudarlas economicamente… pero claro, Kayleen es como es y solo ha aceptado su ayuda hasta que encuentre trabajo y se establezca -le explico-. Solo ha permitido que el rey pague los estudios universitarios de Dana. Quiere ser medico.
– Si, ya lo sabia -dijo, apretando los dientes-. Pero todo esto es ridiculo… mi padre no va a pagar los estudios de mis hijas. Es mi responsabilidad y mi derecho. Te has entrometido en mis asuntos, Lina. Lo has estropeado