Mientras se alejaban, Reyhan dijo algo en una lengua que Emma no entendio. Uno de los guardaespaldas anoto algo en un bloc que saco del bolsillo de la chaqueta.
– Alguien de palacio visitara este puesto dentro de unos dias -le explico Reyhan a Emma en voz baja-. Le comprara al viejo un cargamento de datiles, pues te ha hecho un regalo que apenas puede permitirse. El respeto de mi pueblo no debe ser a costa de que se mueran de hambre.
– Solo me ha dado unos cuantos datiles.
– No tiene otra cosa que vender.
Interesante, penso Emma, mirando a Reyhan por el rabillo del ojo. Sabia que era un hombre inteligente e inflexible, distante y severo y con una gran pasion oculta. Pero nunca habria imaginado que se compadecia de los mas necesitados. Un rasgo mas de la larga lista de cosas que ignoraba de su marido.
Dos ninos pasaron corriendo junto a ellos, gritando y riendo. Emma se giro para observarlos.
– ?Venias a jugar al zoco cuando eras nino? – pregunto-. ?Se te permitia salir?
– A veces -respondio el-. Con mi hermano Jefri. Una vez estabamos jugando con mas desenfreno de lo habitual y robamos una olla que se estaba cociendo al fuego. En nuestro apresurado esfuerzo por devolverla antes de que el dueno se diera cuenta, chocamos con un leno que estaba ardiendo y este cayo en un rincon. El puesto era de madera vieja y seca, y se prendio en cuestion de segundos.
Emma se llevo una mano a la boca.
– ?Alguien resulto herido?
– No, pero tres puestos quedaron completamente calcinados antes de que el fuego pudiera ser controlado. Jefri y yo recibimos un justo castigo. Nuestro padre se nego a que unicamente pagaramos los danos de nuestro propio bolsillo y nos obligo a reconstruir los puestos y estar varios fines de semana trabajando en ellos. Para los comerciantes fue muy ventajoso, ya que mucha gente venia a comprar solo por ver a los dos jovenes principes de cerca.
– ?No fue un castigo demasiado duro? -pregunto ella, pensando en lo cruel que le parecia exhibir a dos ninos, como si fueran animales en un zoologico.
– Mi padre queria darnos una leccion -dijo el-. Y lo consiguio. Jefri y yo tuvimos mucho mas cuidado la proxima vez que visitamos el mercado.
Se detuvieron frente a un puesto de joyeria. El vendedor asintio euforicamente y les mostro docenas de pulseras y brazaletes. Las piezas eran grandes y hermosamente labradas en plata.
– Algo para que recuerdes este dia -dijo Reyhan, seleccionando varias y ofreciendoselas.
Emma no necesitaba nada que le recordase el tiempo que pasaba con el. Pero las pulseras eran preciosas. Tomo una hecha con corazones unidos y se la puso.
– Muy bonita -dijo Reyhan, y le dio varios billetes al joyero.
– ?No es muy cara? -pregunto ella, sintiendose un poco culpable-. Puedo pagartela. Tengo el talonario de cheques en mi bolso.
Reyhan no respondio, pero su mirada lo dijo todo. Una pulsera de plata no significaba nada en su presupuesto.
– Gracias -dijo ella suavemente-. Es muy bonita.
– Eres una mujer que se merece cosas bonitas.
El nuevo cumplido la hizo tropezar, pero consiguio guardar el equilibrio. Queria preguntarle a Reyhan que la hacia merecedora de recibir cosas bonitas y si lo decia en serio cuando la miraba echando fuego por los ojos. ?Sentiria el tambien las chispas que saltaban entre ambos? ?Lo atraeria el calor? ?Se acordaria de los besos como ella?
– ?No fuiste a una escuela de la ciudad? -le pregunto, prefiriendo un tema mucho mas seguro.
– No. Solo recibia clases de mi tutor. Luego, fui a un internado ingles y despues a una universidad americana.
Le puso la mano en el trasero y la llevo hacia otro callejon atestado. Varias personas se inclinaron y sonrieron al verlo. Por lo que ella podia ver, Reyhan era muy popular entre su pueblo.
– Mi padre pensaba que sus hijos debian recibir una educacion variada y conocer Occidente. Muchos de nuestros negocios se dirigen a intereses americanos y Europeos. Conocer a los clientes ayuda en los acuerdos comerciales.
Emma penso en su propia experiencia. Aparte de su estancia actual en Bahania y de su breve luna de miel en el Caribe, nunca habia salido de Texas.
– Supongo que tanto Gran Bretana como Estados Unidos debieron de resultarte muy diferentes.
– Conocia algo de vuestro mundo a traves de las peliculas, y me crie hablando ingles tanto como arabe, asi que el idioma no supuso un problema. Aun asi tuve que aprender varias cosas importantes.
– ?Como cuales?
– Cuando llegue a la universidad, les dije a varias personas quien era. El rumor se extendio rapidamente y mi estancia se volvio bastante… dificil.
– ?Todo el mundo queria ver a un principe de verdad? -pregunto ella.
– Algo asi. Muchas jovenes pusieron demasiado entusiasmo en sus esfuerzos por conocerme -su boca se torcio en una media sonrisa-. Asi que cuando volvi a Texas, decidi no decirle a nadie quien era. Unos pocos me reconocieron por la prensa y la television, pero con casi todos pude ser yo mismo.
– Yo no tenia ni idea de quien eras -dijo ella, un poco avergonzada-. Tendria que haber prestado mas atencion a la actualidad internacional.
– En absoluto. Te interesaste por mi por lo que era como persona, no porque fuera un principe.
– De haberlo sabido, habria echado a correr -admitio ella.
– Y yo habria ido en tu busca.
– ?En serio? -pregunto, sin saber si estaba tomandole el pelo. Queria creer que le decia la verdad, pero ?era posible que Reyhan se hubiera interesado tanto por ella?
El le tomo la mano y la apreto ligeramente.
– Querias ser enfermera. Se que fuiste de las primeras en tu promocion, pero no conozco mucho de tu trabajo. Cuentame que haces en el hospital.
Era dificil concentrarse mientras el la estaba tocando. Cuando el pulgar de Reyhan se froto contra su palma, estuvo a punto de soltar un gemido. ?Por que su cuerpo tenia que reaccionar de aquella manera? ?Y por que en aquel preciso momento?
– Trabajo en la unidad de maternidad -se esforzo por responder con naturalidad.
– ?Atiendes partos? -pregunto el, aparentemente sorprendido.
– Bastantes -respondio con una sonrisa-. Es maravilloso pasarme el dia ayudando a los ninos a nacer. Son momentos de alegria y felicidad para todos los presentes.
– Mi cunada tuvo una hija hace poco. Y mis hermanas Zara y Sabrina tambien estan embarazadas.
– Si, eso me dijo Cleo.
Mientras hablaba levanto el rostro hacia el, y Reyhan vio como sus cabellos despedian reflejos cobrizos al recibir la luz del sol. Los ojos le brillaban de entusiasmo, y tambien su piel parecia despedir un aura especial.
Era muy hermosa, penso el. Siempre lo habia sido.
Pero aunque hubiese sido fea, la seguiria deseando. El sonido de su voz era como el suave murmullo de la marea. La fragancia de su cuerpo lo embriagaba.
Su espiritu bondadoso lo llamaba, al igual que su inteligencia y buen humor. Y aunque el hubiera sido ciego, sordo y mudo, habria ardido de deseo por el mas ligero roce de su tacto.
Y su deseo por ella crecia a cada segundo que pasaba en su compania. Pronto seria tan incontrolable como un animal salvaje. Tenia que alejarse de ella si no queria acabar devorandola. Pero aun no. Un dia mas, se dijo a si mismo. Entonces se retiraria a lamer sus heridas y esperaria en solitario a que ella se marchara.
– ?Que haras cuando regreses a Dallas?
– Volver al trabajo, naturalmente.
– ?Por que? ?Tienes facturas que pagar? -le pregunto en tono jocoso.
Ella se echo a reir.
– Si. El alquiler, el coche, los impuestos, el prestamo de mis estudios…
– Soy el principe Reyhan de Bahania -la interrumpio el.
– Eso ya lo se.