– Ningun hombre desea eso. Muy bien. Se como lo puedo arreglar. Me presentare en su casa completamente desnuda. Tendra que dejarme entrar. Cuando haya conseguido meterlo en la cama, podre convencerlo de cualquier cosa. Si. Es un buen plan. Todo va a salir bien -afirmo con una sonrisa-. Tengo que prepararme. Gracias por escucharme. Ya veras como Tom accede a casarse conmigo.
Vivian se marcho rapidamente de la casa. Gracie cerro la puerta y se apoyo contra el marco. ?De verdad creia su hermana que podia convencer tan facilmente a Tom para que se casara con ella? Tom era un buen muchacho y Gracie esperaba que fuera lo suficientemente fuerte como para obligar a `Vivian a madurar un poco. No tenia muchas esperanzas al respecto. Si cedia ante Vivian, se merecia todo lo que se le viniera encima.
– No es problema mio -dijo.
Regreso al dormitorio. Al ver la hora que era, lanzo un grito. Eran mas de las seis y media y se tardaba mas de media hora en estar fabulosa.
Riley se detuvo a la puerta del restaurante y apreto la mano de Gracie.
– Si sigues respirando asi de rapido, vas a asfixiarte. No tenemos por que hacer esto. Nos podemos marchar ahora y yo puedo llamar a Mac desde el coche y decirle que vamos a cenar en mi casa.
Gracie nego con la cabeza. Su melena rubia, que habitualmente llevaba lisa, se agito en una cascada de rizos que Riley se moria por acariciar. El maquillaje enfatizaba sus enormes ojos y hermosa boca. Estaba preciosa.
La ropa era igual de bonita La falda enfatizaba sus largas y bronceadas piernas. El sueter se le cenia a unos pechos que Riley sabia eran suaves y maravillosos. Era la viva imagen del deseo.
– Puedo hacerlo -afirmo ella-. Te aseguro que tengo nervios de acero. Soy invencible. ?Estoy bien?
– Estas preciosa -replico el con una sonrisa-. Me impresionaste desde el primer momento, pero ahora estoy atonito.
– Vaya. Bueno, prometeme que, pase lo que pase, no te apartaras de mi lado.
– Palabra de honor. ?Lista?
Gracie asintio, por lo que Riley abrio la puerta. Las voces y la musica de mariachi salieron a recibirlos. Mac y Jill los estaban esperando en la parte trasera del restaurante, que era mucho mas tranquila. Una joven camarera se les acerco para acompanarles a su mesa.
– La gente nos esta mirando -susurro Gracie-. Lo siento. Oh, Dios… Esto ha sido una pesima idea.
– Todo va bien. Todo el mundo nos esta mirando porque tu estas guapisima. Todos los hombres desearian estar contigo.
– Por favor -comento ella riendo.
– Hablo en serio. Si yo hubiera sabido lo guapa que te ibas a poner con los anos, te habria prestado mas atencion hace catorce anos.
– Te recuerdo que yo era una nina. Aunque hubiera sido una diosa tu no me habrias hecho ni caso.
– Hola -dijo Jill cuando por fin llegaron a la mesa-. Vimos esta mesa y nos parecio bien. Esta en un lugar mucho mas tranquilo y apartado.
– Dices eso porque todo el mundo va a hablar, ?verdad? -observo Gracie-. Lo sabia. Creo que me voy a poner enferma.
– ?De verdad? -pregunto Mac:
– No lo se… -admitio Gracie, colocandose una mano en el estomago.
– Es mentira -dijo Riley-. Venga, sientate. Unas patatas con salsa te haran sentirte mejor.
– Me gustan las patatas -afirmo Gracie, mas alegre-. No son peligrosas.
– ?Como el pan? -pregunto el.
– Exactamente.
Gracie y Riley se sentaron.
– Bueno, ?como va todo? -le pregunto Mac a Riley.
– Bien. Las encuestas han bajado desde el debate, lo que no es de extranar. Zeke, mi jefe de campana, esta tratando de idear una nueva estrategia.
– Nunca me ha gustado el alcalde -dijo Jill-. Es repugnante. Quiero que le des una buena patada en el trasero, en las elecciones, por supuesto. No literalmente, aunque tampoco me importaria.
– Y yo que creia que habias jurado defender la ley – comento su marido.
– No, cielo. Ese eres tu.
Se sonrieron con mucha dulzura.
– Noto algo diferente -afirmo Gracie-. ?De que se trata?,
– No se -respondio Jill, encogiendose de hombros.
– Si, hay algo… Tu estas diferente. No se trata de tu cabello. ?Te has blanqueado los dientes?
– No.
De repente, Gracie lanzo un grito de alegria.
– ?Estas? -le pregunto a su amiga, agarrandole la mano-. Lo estas. Lo se.
Jill se sonrojo y asintio.
– Acabo de enterarme esta manana. Jamas crei que ocurriria tan rapidamente. Acababamos de empezar a intentarlo… Si, estoy embarazada.
– ?Es genial!
Gracie se levanto del asiento y abrazo con fuerza a su amiga. Riley se inclino sobre Mac y le ofrecio la mano.
– Enhorabuena.
– Gracias. Los dos estamos muy contentos. Todo ha ocurrido muy deprisa -dijo Mac-. Yo creia que, al menos, tendriamos un par de meses, pero supongo que hemos acertado a la primera.
– ?Estas contenta? -le pregunto Gracie a su amiga.
– Si. Todavia no me he comprado ningun libro.
Riley observo a las dos amigas. ?Estaria Gracie tambien embarazada? Aun faltaban unos cuantos dias para saberlo.
– Vaya, vaya… Esto si que es bueno.
Riley se dio la vuelta y vio a dos mujeres de pie al lado de su mesa. Trato de levantarse, pero una de ellas se lo impidio colocandole una mano en el hombro.
– No te levantes, aunque agradezco los buenos modales.
– Riley, creo que no conoces a Wilma -dijo Mac, algo incomodo-. Dirige la oficina del sheriff.
– Hola -dijo la aludida-. Esta es mi amiga Eunice Baxter:
– Mi vecina -susurro Gracie-. Hola, senora Baxter.
– Hola, Gracie. ?Que buen aspecto teneis todos! Me alegro de ver que has recuperado el sentido comun - comento la senora Baxter, dirigiendose a Riley-. Gracie siempre ha sabido como amar a un hombre. Cuando pienso en todo lo que hizo para llamar tu atencion… Me alegra verte a su lado.
– Si, senora -replico Riley, sin saber que decir.
– ?Que buenos modales! -exclamo Eunice-. Tu madre me caia muy bien. Siento que no este viva para ver esto. Le habrias hecho sentirse muy orgullosa.
– Ahora tenemos que irnos -dijo Wilma-. Que ceneis bien.
Las mujeres se marcharon. Gracie empezo a frotarse las sienes.
– Ya lo sabia yo -susurro-. Sabia que era una mala idea venir aqui.
Jill le golpeo suavemente el brazo.
– Eres una leyenda y vas a tener que aceptarlo.
– ?Puedo ser otra cosa? Me encantaria.
Mac sonrio.
– Tal vez el hecho de que vean a Riley contigo conseguira que lo elijan como alcalde.
– Lo dudo -repuso Gracie-. Seguramente le quito puntos.
– No importa -afirmo Riley-. Te aseguro que no he ido tan lejos para perder las elecciones. No te preocupes.
– Lo siento. Preocuparme es algo intrinseco.
– Entonces hazlo manana. Esta noche estamos aqui para divertirnos.
Gracie asintio.