pareciese siempre desdenoso. Aunque tal vez eso no fuese solo culpa de la cicatriz.

Iba vestido con pantalones oscuros y una camisa blanca. Era ropa informal, pero en el parecia la ropa de un rey. Sin la cicatriz, habria sido guapo. Con ella, era la pesadilla de un nino hecha realidad. Victoria tuvo que hacer un esfuerzo por no estremecerse en su presencia.

– ?Es este tu padre? -le pregunto Kateb a Victoria.

– Si.

– ?Le has invitado tu a venir?

Ella penso en decir que lo sentia. Que hacia anos que no lo habia visto, que el le habia jurado que habia cambiado y lo habia creido.

– Si.

La mirada de Kateb parecio atravesarle el alma.

Victoria se cruzo la bata todavia mas, deseando que no fuese de seda, sino de una tela mas gruesa. Tambien deseo llevar debajo un pijama en condiciones, y no un ligero salto de cama. Aunque a Kateb no le importase lo que llevase puesto.

– Ha hecho trampas con las cartas -anuncio Kateb.

A Victoria ni siquiera le sorprendio la noticia. No se molesto en mirar a su padre. Si lo hacia, el diria o haria algo para intentar arreglar la situacion.

– Lo siento, senor -dijo ella, levantando la barbilla-. Doy por hecho que va a tener que deportarlo de inmediato. ?Puedo devolverle el dinero que haya intentado ganar?

Kateb dio un paso al Frente.

– La deportacion no es una pena suficiente para este delito, senorita McCallan. Me ha deshonrado y, al hacerlo, ha deshonrado a la Familia real de El Deharia.

– ?Que, que significa eso? -pregunto Dean con voz temblorosa-. Vi, no puedes permitir que me hagan dano.

Victoria hizo caso omiso de las palabras de su padre. Su mente no paraba de funcionar. Contratar a un abogado no seria la opcion mas rapida. Y no seria Facil, siendo un caso contra la familia real. Siempre podian recurrir a la embajada estadounidense, pero no les gustaba que sus ciudadanos violasen las leyes locales.

– Cuando se descubrio el engano -continuo Kateb mirando a Victoria a los ojos-, no tenia dinero suficiente para cubrir sus deudas.

– Como ya le he dicho, senor, yo pagare sus deudas.

Al principe no parecio impresionarlo aquello.

– Tu padre habia ofrecido otra cosa. Victoria no lo entendio.

– ?Que podria tener mi padre que pudiese interesarle? No se que le ha contado, pero no es un hombre rico. Por favor, permita que yo pague el dinero que le deba. Lo tengo en el Banco Central. Puedo ir ahora mismo por el numero de cuenta para que lo confirme y…

– Te ofrecio a ti.

Victoria tuvo la sensacion de que la habitacion empezaba a girar a su alrededor y se apoyo en la pared.

– No lo entiendo -susurro.

Kateb se encogio de hombros.

– Cuando descubri el engano de tu padre, el me rogo que tuviese piedad. Me ofrecio dinero, que yo ya sabia que no tenia. Como no funciono, me dijo que tenia una hija muy bella que vivia en palacio y que haria cualquier cosa por salvarlo. Dijo que podria tenerte todo el tiempo que quisiera.

Victoria se puso muy recta. Luego, se giro a mirar a Dean.

– Cielo -empezo este-. No tenia eleccion.

– Siempre se tiene eleccion -replico ella en tono frio-. Podias no haber jugado a las cartas.

Se sintio traicionada y decepcionada, como siempre que se daba cuenta de que Dean no era como los otros padres. Nada le importaba mas que la emocion de apostar. Por mucho que prometiese que iba a dejarlo, al final siempre ganaban las cartas.

Victoria se obligo a seguir erguida y miro al principe.

– ?Y ahora que va a pasar?

– Tu padre va a ir a la carcel hasta que el juez determine la sentencia. Ocho o diez dias seran suficientes.

– ?No, Dios mio! -gimio Dean cayendo al suelo de piedra y tapandose la cara con las manos.

Parecia roto, vencido. Ella quiso creer que por fin habia entendido que sus acciones tenian consecuencias, que habia aprendido la leccion, que iba a cambiar. Pero lo conocia demasiado bien. Tal vez fuese incapaz de cambiar. Era el momento de darle la espalda.

El unico problema era que ella habia hecho una promesa diez anos antes. Su madre le habia hecho jurar en el lecho de muerte que protegeria a Dean, a cualquier precio. Y Victoria se lo habia prometido. Su madre siempre la habia querido y apoyado. Dean habia sido su unica debilidad, su unico error.

– Castigueme a mi en su lugar -sugirio-. Permita que se marche y lleveme a mi.

Dean se puso en pie a duras penas.

– Victoria -dijo, habia esperanza en su voz-. ?Harias eso por mi?

– No. Lo haria por mama -miro al principe-. Yo ire a la carcel. Tambien soy una McCallan.

– No tengo ningun deseo de encarcelarte a ti -respondio Kateb.

Deseo estar en el desierto, donde la vida era mas sencilla y las reglas se respetaban con facilidad. Si a Dean McCallan lo hubiesen pillado haciendo trampas alli, alguien le habria cortado la mano… o la cabeza.

?Mandar a una mujer a prision por los delitos cometidos por su padre? Imposible. Ni siquiera a aquella mujer, que no servia para nada mas que para ocupar espacio.

Conocia a Victoria McCallan, al menos lo necesario para entender su caracter. Era muy guapa, tenia unas curvas impresionantes y era rubia. Era la secretaria del principe Nadim y llevaba dos anos intentando que este se fijase en ella. Queria casarse con un principe. No le importaba Nadim lo mas minimo. No obstante, no la culpaba por ello. Nadim era tan profundo como un grano de arena y tenia la personalidad de una pintura gris.

El reciente compromiso de Nadim con una mujer elegida por el rey le habia estropeado los planes a Victoria. Kateb estaba seguro de que no tardaria en marcharse del pais para buscar un marido rico en otro sitio. Mientras tanto, tenian el problema de que hacer con su padre.

Miro al jefe de los guardias.

– Llevatelo.

Victoria agarro a Kateb del brazo. Este ignoro la reaccion de su cuerpo, era normal. Ella era una mujer, el un hombre… no significaba nada mas.

– No. No puede -lo miro Fijamente-. Por favor. Hare lo que haga falta.

– Estas agotando mi paciencia -le dijo Kateb, zafandose de ella.

– Es mi padre.

El principe la miro a ella y miro a su padre. Habria jurado que ella solo sentia desden por el. ?Por que le preocupaba tanto que fuese a la carcel? A no ser que no estuviese pensando en Dean al ofrecerse, sino en conseguir a otro principe.

Dio un paso atras y observo a la mujer que tenia delante.

Iba vestida de seda y encaje y llevaba unas ridiculas zapatillas de tacon. Su pelo largo y rizado, sus grandes ojos azules y sus rojos labios estaban hechos para seducir. Debajo de la bata se intuian, ademas, unos pechos generosos que temblaban con su respiracion.

Aquella mujer haria lo que fuese necesario para conseguir lo que queria. ?De verdad pensaba que era tan tonto como para dejarse convencer por aquella belleza superficial? ?Hasta donde seria capaz de llegar para casarse con un principe?

Miro a su padre, que esperaba nervioso a que alguien moviese ficha. Tenia que haber defendido a su hija, pero no lo hizo. ?Iba a permitir que se sacrificase en su nombre? ?O formaria parte de la misma conspiracion?

En el fondo, Kateb sabia que no era asi, pero hasta que estuviese completamente seguro, preferia seguir pensando lo peor.

– Llevaoslo al pasillo -les dijo a los guardias.

Los guardias lo agarraron y Dean gimoteo y suplico. La puerta se cerro tras de el.

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