– ?Que estarias dispuesta a hacer para salvar a tu padre? -le pregunto el principe a Victoria.

– Lo que me pida -respondio ella.

Le brillaban los ojos. Si Kateb hubiese sido un hombre mas compasivo, habria asumido que tenia miedo, pero ya hacia muchos anos que no sentia piedad por nadie.

– Debe de ser dificil para ti, una mujer sola, abrirte paso en un mundo de hombres -comento, ignorando como iba creciendo el deseo en su cuerpo-. La igualdad que se da por descontada en Estados Unidos, es mas dificil de alcanzar aqui. No obstante, te ha ido bien. Ya llevas un tiempo de secretaria de Nadim.

– Dos anos.

– Es una pena que se haya comprometido.

– Parece muy feliz.

– Pero tu no. Todos tus planes… estropeados.

Ella se puso tensa. Lo miro a los ojos.

– Eso no tiene nada que ver con mi padre.

– ?Seguro que no? Tal vez quieras intentar conquistarme a mi en su lugar. ?Te presentas ante mi vestida de esa manera? ?Para suplicarme?

Ella se cruzo de brazos.

– Si estoy vestida asi es porque sus guardias no han permitido que me cambie.

– ?Y asi es como duermes todas las noches? No lo creo.

– En ese caso, tendra que echar un vistazo a mi armario -respondio. Estaba empezando a enfadarse-. ?Cree que estoy intentando seducirlo? ?Que cuando me desperte y vi a cinco guardias alrededor de mi cama pense que era mi dia de suerte? Por favor.

Dejo caer los brazos a ambos lados de su cuerpo.

– No, espere. La verdad es que me visto asi todas las noches con la esperanza de que mi padre, al que hace anos que no veo, se presente aqui y se ponga a jugar a las cartas con usted, y le haga trampas. Por suerte, mis planes por fin han funcionado.

El principe Kateb penso, muy a su pesar que tenia cierta razon. Aunque no iba a decirselo. Y tenia nervio, lo que lo atraia casi tanto como su cuerpo.

– ?Niegas que te hubiese gustado casarte con Nadim? -le pregunto.

– No diria que no -admitio, mirando al suelo-, pero no por el motivo que usted piensa. Sino por la seguridad. Los principes no se divorcian. Al menos, no aqui.

– Pero no sientes nada por el.

– ?Que quiere de mi? ?Van a castigarme por haber sonado casarme con un principe? Bien. Haga lo que quiera. Es el que manda aqui. Ahora mismo, lo que mas me preocupa es mi padre.

– ?Por que?

– Porque es mi padre.

– Eso no es un motivo. He visto como lo miras. Estas enfadada con el por haberte puesto en esta situacion.

– Pero sigue siendo mi padre.

Kateb guardo silencio unos segundos, la miro a los ojos sin hablar. Habia algo mas, pero Victoria no queria contarselo. Interesante.

– ?Ocuparias su lugar? -le pregunto por fin.

– Si.

– ?En la carcel?

Ella trago saliva. Era evidente que tenia miedo.

– Si.

– La vida alli es dura. Desagradable.

– Hice una promesa.

Una promesa. ?Que sabia una mujer como ella de promesas?

La miro fijamente a los ojos y vio cansancio en ellos. Su alma tenia muchos mas anos que ella.

Deseo que Cantara estuviese alli, con el. Ella habria sabido la verdad. Aunque si ella estuviese alli, el no estaria en esa situacion. No habria necesitado jugar a las cartas para pasar el tiempo. No habria tenido que enfrentarse a la oscuridad que lo rodeaba. Al vacio.

– Tu padre ha intentado robarme -dijo en tono frio-. Si no lo hubiese pillado haciendo trampas, se habria marchado de aqui con varios cientos de miles de dolares.

Victoria se quedo sin respiracion.

– Ha hecho trampas en el palacio real, rodeado de guardias. Y ahora que hay consecuencias, no le importa que ni ocupes su lugar en prision.

– Lo se.

?Que clase de padre hacia algo asi? ?Por que no se responsabilizaba de sus actos? ?Por que permitia ella que fuese tan cobarde?

Kateb decidio darles una leccion a ambos. La solucion mas obvia consistia en meter a Dean McCallan en la carcel.

– Vuelve a tu habitacion -le ordeno a Victoria-. Ya te notificaran su sentencia. Podras visitarlo antes de que empiece a cumplir la pena, pero no despues. Hay…

– ?No! -grito ella, aferrandose a su brazo con ambas manos-. Mi madre me hizo prometerle que lo cuidaria, que no permitiria que le pasase nada malo. Se murio amandolo. Por favor, se lo ruego. No lo encierre. Lleveme a mi en su lugar. El me ofrecio a mi. ?Su alteza acepto? ?Estaba yo en juego? ?Me gano?

Kateb fruncio el ceno.

– No lo dijo en serio.

– Ya ha hablado con el, sabe que me ofrecio de verdad. Lleveme en su lugar.

– ?Como que? Victoria se puso recta.

– Como lo que quiera.

Capitulo 2

Victoria se dio cuenta de que el principe estaba impaciente, tanto con ella, como con la situacion. Y ella sabia que se estaba quedando sin recursos. Desesperada, se quito la bata.

Esta cayo al suelo de piedra y se quedo a sus pies. Kateb no dejo de mirarla a la cara.

– Tal vez no seas tan tentadora como crees -le dijo con frialdad.

– Tal vez no, pero tenia que intentarlo.

– ?Te estas ofreciendo a mi? ?Por una noche? ?De verdad crees que con eso vas a pagar por lo que ha hecho tu padre?

– Es lo unico que puedo ofrecer -dijo. Tenia frio y ganas de vomitar-. No quiere mi dinero y no tengo nada mas. Dudo que mi capacidad como secretaria pueda servirle de algo en el desierto -se le hizo un nudo en la garganta, tenia miedo-. No tiene que ser solo una noche. El arqueo una ceja.

– ?Mas? ?A que fin? No estas hecha para el matrimonio.

Victoria deseo darle una buena bofetada, para que supiese que su comentario la habia herido.

– Sere su amante durante todo el tiempo que desee. Ire con su alteza al desierto y hare todo lo que me pida. Todo. A cambio de que mi padre quede en libertad.

La mirada oscura de Kateb siguio estudiandola. Por fin, alargo la mano hacia uno de los tirantes del camison. Se lo bajo. Despues hizo lo mismo con el otro y la prenda cayo al suelo.

Victoria se quedo delante de el con solo unas minusculas braguitas, desnuda. Deseo desesperadamente taparse, darse la vuelta. Sintio que la verguenza hacia que le quemasen las mejillas, pero se quedo donde estaba. Era su ultima opcion.

Kateb la miro de arriba abajo, pero ella no supo que estaba pensando, si la queria o no. Entonces, vio que se daba la vuelta.

– Cubrete.

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