mirado dentro, pero era evidente que lo estaba esperando, y que no estaba contenta.

Despues de cinco minutos, Kateb detuvo la conversacion y programo otra reunion para una semana mas tarde. Cuando el hombre salio, Victoria lo miro y el le hizo un gesto para que entrase.

– ?De que era la reunion? -pregunto enseguida.

– De la cosecha de esta temporada.

– Estupendo. Porque hay gente que tiene que comer. Dime, ?hay que estar en una lista para que te den comida?

Era evidente que estaba furiosa. Le brillaban los ojos y parecia tener ganas de lanzar algo.

A Kateb le sorprendio sentirse tan interesado por su malestar. Queria saber que habia pasado y, sobre todo, queria solucionar el problema.

Se levanto de la mesa y fue hacia ella. Tomo sus manos y la miro a los ojos.

– Cuentame que te pasa.

– No vas a creerlo -dijo ella, zafandose y empezando a andar de un lado a otro-. O tal vez si. Yo no puedo creermelo. Me gusta estar aqui. ?Lo sabias? Creo que es un lugar precioso y que la gente es carinosa y amable. Me encanta el palacio y La arquitectura y casi todo, pero esto es asqueroso.

– ?A que te refieres?

– Hay un nino, Sa’id. Al parecer, su madre ha muerto y su padre robo camellos. En vez de aceptar su castigo, el hombre ha huido, dejando a Sa’id solo. Debe de tener nueve anos y vive en la calle. Nadie se ocupa de el, no le dan comida. Y estoy segura de que no va al colegio. ?Donde se supone que duerme por las noches? ?Van a dejarlo morir de hambre?

Los ojos se le llenaron de lagrimas.

– No lo entiendo. Me caia muy bien Rasha, pero lo ha tratado como si no valiese nada. Yusra me ha dicho que no es asunto mio, pero no puedo dejar que un nino sufra y muera, sobre todo, delante de mis ojos. Lo odio y odio a las personas que permiten que esto pase.

Una lagrima corrio por su mejilla, se la limpio con impaciencia.

– Te juro por Dios. Kateb, que si me dices que no es asunto mio, te matare cuando estes dormido.

El la abrazo.

– No, no lo haras.

– Pues deseare hacerlo.

– No es lo mismo.

Ella lo miro, pero no sonrio.

– Hay un nino muriendose de hambre en tu pueblo. Tienes que solucionarlo.

– No entiendes nuestras costumbres. Parecen duras…

Ella retrocedio.

– Son duras. Si, el padre de Sa’id es un cretino, pero eso no es culpa del nino. No puede cambiar a su padre. No puede hacer nada para solucionar las cosas.

– Las normas son duras -repitio Kateb-, pero tienen una finalidad. Otros adultos ven sufrir al nino y saben que su comportamiento tiene consecuencias.

– No puedo creer que vayais a dejarlo morir en la calle. ?Que pasara luego? ?Quien se llevara su cuerpo? ?O dejareis que se lo coman los perros? -siguio llorando-. No puedo aceptarlo. No lo hare.

El volvio a abrazarla. Victoria se apoyo en el y lloro como si se le estuviese rompiendo el corazon.

– No puedes permitirlo -le susurro.

El le acaricio la espalda y murmuro su nombre.

«Tanto dolor por un nino al que casi no conoce», penso. Victoria tenia una dulzura, una ternura que el no habia conocido hasta entonces. Necesitaba ser protegida de la dureza del mundo. Y, al mismo tiempo, tenia una fuerza digna de admiracion. Veia las cosas claras en ocasiones en los que los demas solo ponian excusas.

Por fin dejo de llorar. El tomo su rostro y se lo limpio.

– ?Donde esta ahora? -le pregunto.

– Con una de las sirvientas. Es una pariente lejana. Al menos, eso pienso.

– Haz que traigan al nino. Hablare con el.

Victoria corrio a llamar por telefono a la zona de servicio. En menos de diez minutos, el nino estaba alli acompanado de una joven.

– Principe Kateb -dijo la chica-. Este es Sa’id.

El nino se agacho. Parecia aterrado, pero no se movio del centro de la habitacion.

– ?Sabes quien soy? -le pregunto Kateb. Sa’id asintio.

– El principe. Y tal vez el nuevo lider, pero no estoy seguro. He oido hablar a la gente, aunque nadie quiere que me acerque.

Victoria dio un paso hacia el, pero Kateb la detuvo con una mirada.

– Me han dicho que estas viviendo en la calle.

– Mi madre murio y mi padre… -levanto la barbilla-. Mi padre es un hombre malo y un cobarde. Robo camellos y luego huyo -trago saliva-. Ahora estoy solo. A veces es duro tener hambre, pero intento ser valiente.

Kateb se dio cuenta de que Victoria queria que hiciese algo, que se compadeciese de el a pesar de las tradiciones. Sabia que le rogaria por el, como habia rogado por su padre. Miro a la sirvienta.

– Haremos un lugar para el nino, aqui en palacio -volvio a mirar al nino-. ?Te asusta el trabajo duro?

– No, senor siempre ayudaba a mi padre. Soy fuerte y no como mucho -parecia esperanzado y resignado al mismo tiempo.

– Comeras todo lo que quieras -le dijo Kateb-. Necesito que me sirvan hombres fuertes y para eso, tienes que crecer. Asi que comeras, dormiras bien y trabajaras. Cuando hayas terminado, jugaras, como todos los ninos. ?Lo has entendido?

Sa’id asintio y sonrio por primera vez desde que habia entrado en la habitacion.

La sirvienta se aclaro la garganta.

– Senor, ?puedo responsabilizarme de Sa’id? Lo conozco de toda la vida. Es un buen chico y nos haremos compania.

– Gracias -le dijo Kateb-. Hablare con Yusra para que tengas tiempo libre para estar con el.

La chica tomo a Sa’id de la mano y lo saco de la habitacion. El nino se detuvo en la puerta para despedirse de Victoria con un ademan.

En cuanto se hubieron marchado, esta fue hasta donde estaba Kateb.

– ?Lo has convertido en un sirviente? ?Tiene nueve anos y va a tener que fregar suelos? ?Que hay de la escuela? ?Que hay de su educacion?

– Deberias darme las gracias por haberlo sacado de la calle. Ahora tiene la proteccion del principe. Eso significa que estara a salvo.

– Y sera un sirviente.

– Por ahora -dijo el con paciencia-. Hasta que me proclamen lider, el poder que tengo aqui es minimo. En cuanto tenga el liderazgo, perdonare a Sa’id y permitire que vuelva a vivir como cualquier nino del pueblo.

– Ah -dijo ella mas tranquila-. Eso no lo habias dicho.

– No me habias dado oportunidad. Enseguida me juzgas.

– No a ti -admitio-, pero sigo enfadada con Yusra y Rasha.

– Nuestras costumbres son diferentes.

Ella se puso en jarras.

– No quiero volver a oir eso. No hay excusa para lo que le habia pasado a Sa’id.

– Yusra es tu amiga. ?Y acaso ya no vas a apoyar el proyecto de Rasha?

– ?Quieres decir que las estoy juzgando con demasiada dureza?

– Estoy diciendo que nuestras costumbres son diferentes. Los ninos suelen ilustrar lo mejor y lo peor de nuestra cultura. La prueba es Sa’id.

– ?Hay mas ninos como el?

– No, que yo sepa.

– Cuando seas lider, ?cambiaras la ley para que no se vuelva a abandonar a ningun nino?

– Me pides demasiado.

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