– Tienes mucho que dar.
Kateb penso que Cantara no le habria pedido aquello. Habria aceptado el destino de Sa’id. Victoria no era asi. Ella luchaba hasta que conseguia cambiar lo que creia que estaba mal.
Las dos mujeres eran muy diferentes y a pesar de que siempre amaria a Cantara, ya no formaba parte de el. Sin darse cuenta, la habia perdido, o el tiempo le habia curado la herida.
Sintio pesar y, por extrano que fuese, tambien esperanza.
Victoria estaba completamente fuera de lugar con sus vaqueros, la camisa de seda, las ridiculas botas de tacon y los pendientes largos. Parecia preparada para ir de compras en Nueva York o Los Angeles. El pelo rubio y los ojos azules la diferenciaban. Y con su forma de ver el mundo y su actitud siempre encontraria injusticias donde los demas no veian nada fuera de lo normal.
– Sabes como agotar a un hombre -le dijo.
– Vete a echar una siesta.
– ?No vas a enfadarte?
– No por algo asi.
Kateb penso que no queria nada para ella.
– Eres una mujer complicada.
– Gracias.
– No era un cumplido.
– ?Estas intentando distraerme?
– No -suspiro-. Cuando sea lider, cambiare la ley.
Victoria se acerco a el y le dio un beso. El la deseo al instante, a pesar de que habia sido un beso casto.
– Sabia que lo harias -le dijo emocionada-. Gracias.
Volvio a besarlo y se marcho. El la observo y se quedo solo, en silencio.
Se sintio como si le acabasen de dar algo importante. Algo precioso, aunque no sabia el que. Sin querer, miro el calendario que tenia encima del escritorio. ?Cuantos dias faltarian para saber si iba a quedarse o no?
Habia deseado sacarla de su vida, pero en ese momento se pregunto como serian las cosas si se quedaba.
Durante los siguientes dias, aparte de ir a ver a Sa’id de vez en cuando, Victoria estuvo casi todo el tiempo en el haren. Seguia enfadada con las mujeres por haber permitido que el nino viviese en la calle.
Aunque le caian bien Rasha y Yusra, no podia considerarlas sus amigas despues de aquello.
Al tercer dia estaba cansada del haren, asi que bajo a la cocina a comer. Por el camino, se encontro con Yusra. Las dos mujeres se miraron.
– Estas enfadada -le dijo Yusra.
– Si.
– Me equivoque -admitio Yusra suspirando-. He necesitado que alguien de fuera me recuerde quienes somos, que valoramos la familia y la bondad.
Victoria tardo un segundo en darse cuenta de que ya no tenia que seguir estando enfadada.
– No se que decir -contesto-. Me alegro de que te hayas dado cuenta de que Sa’id es solo un nino.
– Por supuesto. Es un nino maravilloso. He estado hablando con Rasha. En cuanto el principe sea lider, vamos a pedirle que cambie la ley. A Rasha le gustaria llevarse a Sa’id a su casa.
Victoria se sintio aliviada.
– Kateb ya tiene planeado cambiar la ley, pero seguro que le alegra saber que hay mas personas que apoyan la idea.
– Bien. Entonces, ?volvemos a ser amigas? – pregunto Yusra.
– Si, por supuesto -dijo Victoria sonriendo-. Siento haberme enfadado.
– La culpa ha sido mia. Me he acostumbrado a que las cosas sean como han sido siempre.
– Todos lo hacemos.
– Ven. Vamos a comer juntas y hablemos de que otras leyes podriamos cambiar.
– A Kateb no le gustara -rio Victoria.
La cocina estaba llena de personas del servicio. Cuando Yusra y Victoria entraron, la habitacion se quedo en silencio. Victoria sintio que todo el mundo la miraba.
– No te preocupes, se acostumbraran a ti. Tardaran. Se esta corriendo la voz de lo que has hecho para ayudar a Sa’id.
– Habra a quien no le guste que me entrometa.
– Tal vez, pero no se atreveran a decir nada. Al menos, no te lo diran a ti.
Despues de comer, Victoria fue a la biblioteca. Queria ver si habia algun catalogo de las obras de arte del palacio. Habia que saber que habia e intentar asegurarlo todo, si es que era posible.
Entro en la biblioteca y se dio cuenta de que no estaba sola.
– Kateb -dijo, casi sin aliento, y se aclaro la garganta.
Ultimamente se ponia nerviosa cuando estaban juntos, sentia un cosquilleo en el vientre. Era algo mas que el deseo de estar con el. Era algo que no podia definir, y que no queria pararse a analizar.
– Yusra me ha dicho que querias hablar conmigo. Al parecer, piensa que tienes mucho poder de convocatoria.
– Y tiene razon. Has venido.
– ?Que quieres ahora? ?La emancipacion para los gatos? ?Una escuela para las ovejas?
– No le burles de mi. Yusra me ha dicho que tenia razon con respecto a Sa’id.
– Y a ti te ha encantado oirlo.
– Eso es verdad.
– ?Que les has prometido durante la comida? ?Van a pedirme un aumento de sueldo? ?Que mejore el tiempo?
Ella dudo.
– Todavia no he tenido tiempo de organizar mis ideas, pero se trata de los horarios del personal de servicio. Mas de la mitad son mujeres con hijos. Todas empiezan y terminan de trabajar a la misma hora, y les seria de gran ayuda empezar y terminar a distintas horas. A mi me parece razonable.
– ?Hablas en serio? -le pregunto Kateb divertido.
– Por supuesto.
– ?Que mas?
– Los textiles. No se como meterlos en el mercado. Me preguntaba si podria escribir a alguna princesa de la zona. Ellas llevan mas tiempo en este mundo y tal vez tengan alguna sugerencia. Tengo entendido que estaria bien empezar por la princesa Dora, de El Bahar, pero necesito tu permiso.
– Ya lo tienes.
– ?Y el resto?
– Me ocupare de ello cuando sea lider.
– ?La primera semana?
– O tal vez la segunda. La primera tendre muchas cosas que hacer.
Victoria deseo presionarlo, pero se contuvo. Habia sido mas que razonable con Sa’id.
– ?Que cosas?
– Como lider, me otorgaran doce chicas virgenes. Podre elegir a una como esposa si quiero. El resto se quedara en el haren. Asi que los primeros dias estare muy ocupado.
– ?Doce virgenes? ?De verdad? ?Tienes cosas serias de las que ocuparte y vas a entretenerte con doce virgenes?
Kateb rio, se acerco a ella, le puso las manos en los hombros y la beso.
– Me alegro de que Nadim nunca se fijase en ti.
Volvio a besarla, alargando el momento un poco mas que el anterior.
Victoria no entendia nada.
– ?No vas a casarte con una de las virgenes?
– No. Ni las llevare al haren.