sus planes?

– Habia pensado volver a Estados Unidos -contesto por fin.

– Estas deseando dejar el desierto, ?verdad?

– La verdad es que no. Me gusta. Pero cuando… -se aclaro la garganta-. Cuando tenga que irme, lo hare. No me sentaria bien estando en El Deharia yo sola.

– ?No quieres seguir trabajando para Nadim?

– No.

– Bien -se acerco mas a ella-. Tienes un don, Victoria. Tienes la capacidad de ayudar a los demas a alcanzar sus suenos. ?Lo habias pensado alguna vez?

– No -no entendia adonde queria ir a parar Kateb-. He estado ahorrando desde que llegue a El Deharia. Tal vez pueda montar un negocio. Pensare en lo que me acabas de decir.

– Me gustaria que lo consideraras muy seriamente. Si tuvieses financiacion, podrias cambiar las vidas de muchas personas.

– ?Es eso lo que me estas ofreciendo?

– Si, me gustaria fundar una empresa. Tal vez una organizacion sin animo de lucro, para prestar dinero a personas que quieren montar un negocio, pero no saben como hacerlo.

– Es una oportunidad maravillosa -murmuro Victoria, dividida entre la emocion de trabajar en algo diferente, y la realidad de seguir atada a Kateb.

– Podrias establecer la oficina principal en cualquier parte de Estados Unidos. ?Donde te gustaria vivir?

– No estoy segura.

– Tienes tiempo para decidirlo. Y, hablando de tu futuro…

Kateb hizo una pausa y a Victoria le dio la sensacion de que, por primera vez desde que lo habia conocido, estaba dudando.

– ?Kateb?

El le sonrio como para tranquilizarla, lo que no la tranquilizo lo mas minimo.

– Me gustaria buscarte un marido. Me has dicho muchas veces que no te interesa el amor, pero que te gustaria estar casada por motivos de seguridad. Conozco a muchos hombres inteligentes y prosperos, que podrian ser buenos maridos. Si quieres, podria presentartelos.

Victoria volvio a dar gracias de estar sentada, si no, se habria desplomado.

?Kateb queria buscarle un marido? Le dolio sobre todo que no le importase que se casase con otro, haberse enamorado de un hombre al que no le importaba nada.

Hasta ese momento, no se habia dado cuenta de que siempre habia sonado con que Kateb se diese cuenta de lo bien que estaban juntos, de que podian ser felices. De que lo amaba.

– ?Victoria? ?Te interesa que te busque marido?

– ?Que mas tienes pensado ofrecerme? -le pregunto, fulminandolo con la mirada-. ?Un avion privado? ?Una isla? ?Poner mi cara en un sello? ?O joyas? No tienes que sobornarme.

– ?Que te pasa? No intento sobornarte. Quiero cuidar de ti.

– ?Buscandome un marido? -grito ella.

– ?Por que te sientes tan ofendida?

Ella se levanto y fue hacia la puerta.

– ?Por que te enfadas? -pregunto Kateb, confundido.

Victoria no respondio. Siguio andando. Cuando llego al haren, busco algo con lo que desahogarse y se puso a romper un almohadon del sofa, pero no se tranquilizo.

Oyo la puerta y se preparo para enfrentarse con Kateb, pero vio entrar a Yusra.

– ?Que te pasa? -le pregunto esta-. Estas palida. ?Te encuentras mal?

– Kateb es un idiota -grito Victoria, levantandose y poniendose a andar de un lado a otro.

– ?Que te ha hecho?

– Quiere buscarme marido.

A Yusra no parecio sorprenderle la noticia.

– Necesitas casarte.

– Lo que necesito es darle una patada en la cabeza. Quiere buscarme un marido. Uno al que no le importe que haya sido la amante de un principe, claro.

Noto que le quemaban los ojos, pero no iba a llorar por Kateb. No se lo merecia.

– Nuestras costumbres son diferentes -le dijo Yusra muy despacio-. Te esta demostrando que le importas.

– ?Entregandome a otro hombre? Ah, si, que bonito.

– ?Preferirias marcharte sin tener un futuro?

– No.

Queria que se diese cuenta de que lo amaba. Queria que no la dejase marchar.

– Entonces, ?cual es el problema?

Yusra no era tonta. Victoria estaba segura de que ya sabia que le pasaba.

– Vas a hacermelo decir, ?verdad? Pues no, no voy a hacerlo. Se me pasara Como un dolor de estomago.

Yusra sacudio la cabeza y fue hacia las habitaciones traseras del haren. Victoria la siguio.

– No estoy enamorada de el. Eso es lo que piensas, ?verdad? Pues no. Kateb deberia tenerme aqui seis meses, tal y como habiamos quedado al principio, para que yo pudiese pagar mi deuda.

– Puedes negar la verdad, pero no vas a cambiarla. Lo amas.

– No quiero hacerlo.

– ?Acaso eso cambia las cosas?

– No te pongas mistica conmigo.

Yusra le dio una palmadita en el hombro.

– Es bueno que lo ames.

– Quiere echarme de aqui y casarme con otro.

– Tal vez.

– No le importo. Al menos, no lo suficiente. No como para que desee que me quede.

– No sabe lo que sientes por el.

Victoria levanto ambas manos y retrocedio.

– No se lo voy a decir. De eso, nada. ?Hablas en serio? ?Conocias a Cantara? ?Me parezco a ella?

– No. Ella era muy tradicional. Su amor de juventud. Ahora que es un hombre, necesita un nuevo amor.

Aquellas palabras hicieron que a Victoria le doliese el corazon. Habria dado todo lo que pudiese por ser esa mujer. Porque quisiera pasar con ella el resto de su vida.

– No puede quererme a mi despues de haber querido a alguien como ella. Somos demasiado diferentes. Yo no aporto nada a la relacion. Kateb dijo que se casaria con la hija del jefe de alguna tribu.

– ?Que querias que te dijera? ?Que no quiere volver a amar y a perder? ?Que hombre admitiria eso? Dile lo que sientes. ?Que es lo peor que podria pasar?

– Que me rechazase.

– ?Eso es lo peor? ?No seria peor pasar el resto de tu vida sin saberlo?

Kateb sabia que Victoria estaba enfadada, pero no tenia ni idea de por que. Dos dias mas tarde, mientras iba de camino al haren, penso que era una mujer muy complicada.

La habia hecho llamar dos veces y no habia acudido. Y a el nadie lo hacia esperar.

Entro en el haren, cerrando la puerta de un portazo.

– Victoria -grito-, aparece ante mi ahora mismo.

– No soy un fantasma -respondio ella, tambien gritando-. No aparezco y desaparezco. Ahora estoy ocupada. Marchate.

Furioso, Kateb siguio el sonido de su voz. Deseo no haberlo hecho al encontrarsela desnuda en la banera del haren.

No podia retroceder, asi que ignoraria sus pechos firmes y redondos y la curva de sus caderas. No se fijaria en sus largas piernas ni en como se habia recogido el pelo. El era fuerte y poderoso. Era un jeque que gobernaba

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