ambiente no se llegaba a refrescar.
– ?Te gustaba vivir alli?
– No conocia otra cosa. Por entonces, mi padre desaparecia durante semanas enteras. Mama lo echaba de menos, pero a mi me gustaba que estuvieramos las dos solas. Me sentia mas segura. Luego el volvia, a veces con mucho dinero, otras, sin blanca y furioso. Mi madre siempre se sentia feliz, hasta que volvia a marcharse.
Pero de eso hacia mucho tiempo.
– ?Cuando murio?
– El dia de mi diecisiete cumpleanos.
Victoria no queria pensar en ello.
– Casi siempre tenia dos trabajos. Trabajaba en una peluqueria por el dia y en un bar por la noche. Le gustaba hablar de abrir un salon de belleza conmigo. Yo nunca le dije que estaba esperando a cumplir los dieciocho anos para marcharme.
– ?Adonde fuiste?
– A Dallas -sonrio al recordarlo-. Para mi era una gran ciudad. Encontre trabajo, me apunte a la facultad y me deje la piel. Empece de camarera y fui subiendo poco a poco. Gane dinero gracias a las propinas y cuando termine mis estudios, encontre trabajo como administrativa.
– ?Por que no hiciste una carrera de cuatro anos?
– Porque costaban demasiado dinero. Trabajar a tiempo completo y estudiar a la vez no es facil. Asi que consegui un trabajo en una empresa petrolera.
– Y a traves de ella, conociste a Nadim.
– Despues de un tiempo.
– ?Y tu padre?
– Durante ese tiempo, no hable mucho con el. Acudio a mi un par de veces, buscando dinero -contesto ella.
– ?Se lo diste?
– Solo la primera vez -pero tampoco queria pensar en eso-. Supongo que no hay una ducha en ninguno de esos camiones.
– No. Tendras que esperar a que estemos en el pueblo.
– Y supongo que tampoco hay una alargadera para mis tenacillas.
– No -contesto el muy serio.
– No tiene demasiado sentido del humor, ?verdad?
– ?Se supone que estabas siendo graciosa?
Ella se rio.
– Imagino que no quiere parecer humano.
– Soy muchas cosas, Victoria -contesto el mirandola fijamente. Casi como un… depredador.
No, Victoria debia de haberselo imaginado. Kateb no estaba interesado por ella ni lo mas minimo. No obstante, la idea hizo que fuese consciente de su cercania, de su dominio del espacio a pesar de estar al aire libre.
Se estremecio.
– ?Vamos a ir en coche todo el camino? -pregunto, a ver si cambiando de tema se sentia mejor.
– No -respondio el, apartando la mirada-. Llegaremos al pueblo por un camino. Yo ire en caballo. Puedes acompanarme si quieres. Si sabes montar.
– En caballo, ?verdad? No en camello.
– No, en camello, no.
– Entonces, si se montar.
Habia aprendido durante su primer ano en El Deharia. El acceso libre a los establos era una de las ventajas de su trabajo.
– Espero que hayas traido otras botas.
Ella miro sus botas de tacon.
– Son preciosas.
– No son practicas.
– Estaban de rebajas. Se moriria si le dijese cuanto dinero me ahorre -lo miro, y aparto la vista-. O tal vez no -Kateb no parecia ser de los que salian de compras, ni de los que iban de rebajas.
Victoria oyo un alarido a lo lejos. La respuesta fue otro mas cercano. Era algo parecido al aullido de un lobo.
Le entraron ganas de salir corriendo para ponerse a salvo, pero Kateb no se movio, ni sus hombres parecieron inmutarse.
– ?Es algo de lo que debieramos preocuparnos? -le pregunto.
– No si estas cerca del campamento.
De pronto. Victoria se dio cuenta de que no se habian detenido alli al azar. Tenian un precipicio a la espalda y los camiones estaban colocados en semicirculo. Era dificil que los atacasen. Aunque ella esperaba que nadie lo hiciese, si no, no seria capaz de hacer otra cosa que no fuese gritar.
?Que estaba haciendo alli, en medio del desierto con un hombre al que no conocia? ?En que habia pensado al ofrecerse para ocupar el lugar de su padre?
Se recordo a si misma que no lo habia hecho por el.
Miro a Kateb y se pregunto que esperaria de ella. ?Que querria que hiciera? Sintio miedo.
– ?Es alguna de esas tiendas la mia? -pregunto.
El senalo la que estaba en el medio.
– Disculpe -dijo, levantandose y yendo hacia ella.
En el interior encontro una cama con sabanas. Su equipaje habia sido colocado contra la otra pared de tela. Teniendo en cuenta que era solo una tienda, estaba bien.
Aunque eso le daba igual. Se dejo caer en la cama y se hizo un ovillo.
Se puso a llorar. Estaba comportandose de forma un poco melodramatica, pero tenia miedo. Estaba completamente aterrada.
Fuera, oyo hablar a los hombres. Un poco despues, la puerta de la tienda se abrio y uno de los cocineros le informo de que la cena estaba lista.
– Gracias -contesto ella, apoyandose en un codo-, pero no tengo hambre.
El dijo algo que Victoria no entendio y se marcho. Unos segundos mas tarde aparecio Kateb.
– ?Que te ocurre? -le pregunto.
– Que no tengo hambre.
– ?Estas llorando? No voy a tolerar ningun berrinche. Levantale y ven a cenar.
Su desden la hizo ponerse en pie y colocar las manos sobre las caderas.
– No tiene derecho a juzgarme -replico-. Esta siendo un dia muy duro, ?de acuerdo? Lo siento si eso le molesta, pero tendra que aguantarlo.
– No tengo ni idea de que estas hablando.
– Claro que si. Piensa que soy basura. O algo todavia peor, porque ni siquiera piensa en mi. Soy solo… no se el que. Pero me he vendido. No lo conozco absolutamente nada y no se que va a pasar. Me he vendido por un hombre que no lo merece y estoy aqui, en el desierto. Ha dicho que tengo tiempo hasta que lleguemos al pueblo. ?Que ocurrira alli? ?Que va a hacer conmigo? ?Va a… violarme?
La voz empezo a temblarle y las lagrimas inundaron sus ojos, pero se nego a bajar la mirada ni a retroceder.
Kateb tomo aire.
– Soy el principe Kateb de El Deharia. ?Como te atreves a acusarme de semejante cosa?
– Es bastante sencillo. Me ha ganado en una partida de cartas y me lleva al desierto para que sea su amante durante seis meses. ?Que se supone que debo pensar? -lo miro a los ojos-. No me diga que no me preocupe. Creo que, dadas las circunstancias, es normal que este nerviosa.
El la agarro del brazo.
– Para.
A ella se le escapo una lagrima. Se la limpio del rostro.