cual seria su sabor, como serian sus movimientos y…
El se hundio en su boca y la fantasia se convirtio en realidad. Liz no habia besado a aquel hombre en cinco anos, pero recordaba perfectamente como era estar junto a el. Parecia que sus cuerpos estaban hechos el uno para el otro. Se abrazaron con fuerza. El dejo caer la mano desde la barbilla de Liz hasta su cadera y despues le agarro las nalgas. Ella se arqueo hacia delante y su vientre entro en contacto con la ereccion de David. Liz noto que el deseo le encogia las entranas cuando sintio su excitacion.
– Liz… -susurro el y comenzo a besarle la mandibula y el cuello.
Liz dejo caer la cabeza hacia atras para dejarle mas espacio. Sintio un escalofrio cuando el comenzo a mordisquearle el lobulo de la oreja y a lamerselo despues. Le dolian los pechos y tenia los pezones duros. Estaba ardiendo de pasion.
Cuando el le puso las manos sobre las costillas, ella contuvo la respiracion. Entonces, David comenzo a moverse hacia arriba, hacia sus pechos y ella estuvo a punto de rogarle que continuara. Por fin, David cerro la mano sobre sus curvas y a Liz le fallaron las rodillas. Las cosas mejoraron mas aun cuando el comenzo a acariciarle ligeramente los pezones. Volvio a besarla y ella abrio la boca al instante, para recibirlo.
Se besaron profundamente, siguiendo con sus lenguas el ritmo erotico de las caricias de David. Era demasiado, pero nunca seria suficiente. Liz lo deseaba como nunca jamas habia deseado a un hombre.
El alzo la cabeza. Al sentir el movimiento, Liz abrio los ojos y lo encontro mirandola. David tenia los ojos oscurecidos por la pasion y sus iris parecian del color de la medianoche. La necesidad hacia que sus rasgos estuvieran tensos.
– Estamos yendo demasiado deprisa -murmuro comenzo a apartarse de ella.
Racionalmente, Liz sabia que deberian detener aquello. Pese a la atraccion que sentian, apenas se conocian.
El comenzo a apartarse. Instintivamente, sin poder evitarlo, Liz lo agarro para que no se separara de ella.
– No pares -le susurro al oido.
– ?Estas segura?
Ella sonrio y comenzo a desabotonarse la blusa.
– Completamente.
Liz no tuvo ocasion de desabrocharse ni siquiera el primer boton. El la abrazo, la beso apasionadamente y comenzo a empujarla hacia la cama. Besandose y caminando a la vez, tropezaron contra la mesa, el marco de la puerta y el pequeno escritorio del pasillo. Liz tuvo una breve vision de un espacio abierto y de una enorme cama mientras entraban a la habitacion. Segundos despues, el ya estaba sacandole la blusa de los pantalones y desabotonandosela.
Mientras David le deslizaba la blusa por los hombros, le beso el cuello y la clavicula, de camino hacia sus senos. A ella se le puso la carne de gallina. Mientras se desabrochaba el sujetador, el siguio besandola y cuando la prenda cayo al suelo, el hundio el rostro entre sus pechos.
El primer roce de su lengua en la piel desnuda hizo que a Liz se le cortara la respiracion. El segundo hizo que gimiera. Y cuando el atrapo su pezon entre los labios y succiono, ella tuvo que hacer un esfuerzo por no gritar.
Se colgo de el, incapaz de hacer otra cosa que no fuera perderse en aquel momento. Tenia el cuerpo hinchado de impaciencia y de repente, quiso estar en la cama, con David dentro de ella.
Parecia que el le leia el pensamiento. La empujo suavemente hacia atras y comenzo a quitarle el cinturon.
– Yo me encargare de eso -dijo Liz, con una carcajada ahogada-. ?Por que no te ocupas de ti mismo?
En menos de un minuto, ambos estaban desnudos. Se acercaron a la cama con movimientos sincronizados, como si lo hubieran hecho cientos de veces. Liz se dejo caer en el colchon y David se tumbo a su lado. El comenzo a acariciarle los pechos, el vientre y despues mas abajo, entre las piernas. Estaba tan caliente y humeda que el dejo escapar un grunido de excitacion. La beso mientras exploraba sus secretos. En menos de cinco segundos, encontro el punto del placer y comenzo a juguetear con el. Y en menos de dos minutos, ella estaba tensa y jadeante.
Liz notaba que se acercaba al climax y se obligo a abrir los ojos.
– Entra en mi -le susurro.
David asintio. Saco un preservativo del cajon de la mesilla, se lo puso y se coloco entre sus muslos.
Ella lo guio hacia su interior.
David la lleno hasta que ella dejo escapar un jadeo. Entro y salio hasta que sus cuerpos se adaptaron. En instantes encontraron el ritmo perfecto y los dos comenzaron a respirar entrecortadamente.
Liz se agarro a sus caderas para clavarlo mas y mas en su cuerpo. El orgasmo la tomo por sorpresa. En un segundo, lo estaba alcanzando y al segundo siguiente no podia hacer otra cosa que sentir las ondas y contracciones interminables del placer mientras su cuerpo se rendia. David se quedo sin aliento y despues solto un grunido. Comenzo a embestir con mas y mas fuerza, haciendo que el goce de Liz se prolongara hasta que el mismo se estremecio y se quedo inmovil.
Las dudas llegaron al poco tiempo. En cuanto David se retiro y se tumbo boca arriba, a su lado, Liz tuvo la sensacion de que acababa de cometer un gran error.
Apenas conocia a aquel hombre y se habia ido a la cama con el. ?Que le ocurria? Se sentia expuesta y vulnerable.
– ?Estas bien? -le pregunto el.
Ella lo miro y vio la preocupacion reflejada en sus ojos. Sin embargo, no penso en decirle la verdad.
– Claro, muy bien, ?y tu?
– Yo tambien.
Siguio un silencio embarazoso. Liz se sento en la cama y miro a su alrededor.
– Deberia vestirme…
Lo que queria hacer era irse de alli, pero no sabia como decirlo sin que sonara demasiado mal. Recogio su ropa y se la puso. El se vistio tambien. Cuando terminaron, se miraron a la luz del atardecer.
– Voy a hacer la cena -dijo David.
Liz trago saliva.
– No tengo demasiada hambre. Ha sido un dia muy largo y creo que todavia estoy agotada por el desfase horario.
El siguio mirandola, pero no dijo nada.
Ella se cruzo de brazos.
– Lo he pasado muy bien. Quiero decir que… es evidente que nos compenetramos bien en la cama. Es solo que…
– ?Demasiado deprisa?
Liz asintio.
– Mas o menos. Creo que nos hemos dejado llevar.
Era mas que eso. Tenia miedo. Sabia que queria huir porque si se quedaba, existia el riesgo de que conectaran aun mas y ella no queria. No queria enamorarse. Sabia lo que ocurriria despues. El amor significaba muerte y ella tenia una nina por la que vivir.
– Vamos -le dijo el, tomandola de la mano-. Te llevare a casa.
No hablaron durante el trayecto. Liz no sabia si disculparse y decirle que seria mejor que no volvieran a verse, o preguntarle si tenia planes para la noche siguiente. Estaba cansada, confusa y aun sentia el cosquilleo de las relaciones sexuales en el cuerpo. Nunca se habia encontrado en una situacion asi.
Cuando David detuvo el coche frente al hotel, ella agarro la manilla de la puerta.
– No tienes que salir -le dijo.
– ?Estas bien? -le pregunto David.
Ella sonrio.
– Si.
David estudio su rostro con atencion.
– No deberia haber precipitado las cosas.
– No lo has hecho. He sido yo la que te lo ha suplicado, practicamente. Los dos estabamos… supongo que ha