Ella quiso protestar, pero no podia formar las palabras. La idea de dormir era demasiado tentadora.
– ?Estas seguro de que no es una de ellos? -le pregunto.
– Si. No tienes de que preocuparte. Yo tengo que volver a la oficina durante unas horas, pero estare aqui a las siete. ?Estaras bien?
Liz asintio.
– Bien. Voy a avisar a la senora P. para que la conozcas.
Cuarenta minutos despues, David entro de nuevo en su despacho. Alli tenia un recado de Ainsley: una de sus fuentes habia averiguado que la policia moscovita habia encontrado el cuerpo de una prostituta adolescente flotando en el rio. La agente lo estaba esperando en la morgue.
David bajo al aparcamiento y tomo su coche para dirigirse al deposito de cadaveres, un edificio viejo situado en una calle llena de edificios viejos. El interior se habia modernizado, pero ninguna remodelacion conseguiria nunca borrar el olor de decadas de muerte.
David se encontro con Ainsley en la recepcion.
– ?Que has averiguado? -le pregunto.
– No mucho. La chica tiene entre quince y diecisiete anos. No tiene familia. Encontraron el cuerpo esta manana. La habian apunalado. Puede que fuera un cliente enfadado. Manana le haran la autopsia.
El la siguio hacia la sala donde se guardaban los cuerpos para reconocer el cadaver. David no habia pasado mucho tiempo con Sophia, pero Liz le habia hablado con carino de ella y de como la muchacha habia cuidado a Natasha en el orfanato. ?Habria sido aquello algo mas que la preocupacion de una voluntaria entregada? ?Era Sophia la madre de la nina y habia sido asesinada por aquella relacion?
– Ya estan preparados -le dijo Ainsley.
Los dos entraron en la sala del deposito. Era una estancia blanca, con una fila de armarios de metal donde se conservaban los cuerpos. Un tecnico, un hombre de baja estatura con gafas, miro a su alrededor nerviosamente. Despues abrio uno de los armarios y aparto la sabana que cubria el cadaver. La doblo hasta los hombros de la victima para que su rostro quedara perfectamente al descubierto.
La cara estaba hinchada y los rasgos distorsionados, pero David supo que nunca habia visto a aquella chica. Tenia la cara redonda, el pelo rubio y rizado y en su mejilla habia una antigua cicatriz.
– No es Sophia -dijo con rotundidad.
Lo cual significaba que posiblemente nunca supieran quien era, ni quien la habia asesinado.
Ainsley y el salieron juntos de la morgue. Mientras iban hacia sus coches, ella suspiro.
– ?Y ahora que?
– Veamos si podemos encontrar a Sophia. Quiza ella tenga algunas respuestas. Envia a alguien al orfanato para pedirles informacion sobre la chica y empezaremos a buscar.
– Si es una prostituta adolescente, lo mas seguro es que no la encontremos.
– Quiza tengamos suerte.
– ?Crees que tiene algo que ver? -pregunto Ainsley.
– Creo que si.
– Esta bien. Me pondre a indagar y te avisare en cuanto sepa algo.
David abrio la puerta de su coche. Volveria a la oficina durante un rato y despues se iria a casa, donde lo estaba esperando Liz.
Liz. Habia pasado por un infierno y todavia quedaba mas. El estaba decidido a mantenerla a salvo de todo. Incluso de el mismo.
Liz se desperto al oir el sonido de una voz suave cantando en un lenguaje que no reconocia. Se sento en el borde de la cama y bajo los pies al suelo. Miro el reloj de la mesilla: eran las seis. Habia dormido durante dos horas. Lo unico que queria era volver a tumbarse y descansar hasta el dia siguiente, pero no podia hacerlo.
Se puso en pie y entro en el bano. Despues de lavarse la cara y los dientes, se peino y entro al salon.
La senora P, una mujer diminuta con el pelo gris y los ojos brillantes, estaba sentada en una mecedora, cantandole a Natasha mientras la nina se terminaba el biberon.
La senora P. miro a Liz y sonrio.
– Le he estado contando cuentos de hadas rusos. Son diferentes de los que te contaron a ti. Mas oscuros, pero con buenas lecciones para la vida.
Murmuro algo en ruso y dejo el biberon en la mesilla que habia junto a la mecedora.
– Que nina mas buena -dijo mientras se ponia a Natasha contra el hombro y le daba unas palmaditas en la espalda-. Es muy lista.
Liz sonrio.
– ?Y como lo sabe?
– Esas cosas se saben, si.
Natasha dejo escapar los gases de una manera muy poco refinada.
– La pequena esta de acuerdo -dijo la senora P.-. ?Lo ves? Es muy lista.
La mujer se levanto y le entrego el bebe a Liz.
– He dejado comida en la nevera. El senor Logan no se preocupa mucho de hacer la compra -dijo y sacudio la cabeza con una expresion afectuosa-. Un hombre como el, soltero, necesita una esposa.
No era exactamente algo de lo que Liz quisiera hablar.
– Muchas gracias por cuidar de Natasha. Es usted muy amable.
La senora P. sonrio.
– No es nada. Estoy en el piso de enfrente. Si necesita algo, llame a la puerta. Salvo mis salidas al mercado, siempre estoy en casa.
Se despidio de la nina y de ella y se marcho.
Liz entro en la cocina.
Habia un cuenco con manzanas sobre la mesa. En la nevera encontro patatas, carne picada, zanahorias, remolacha, queso y leche. En la panera habia una barra de pan.
Liz penso en los ingredientes que tenia a mano para hacer la cena.
– Evidentemente, no es ocasion para hacer un sufle -le dijo a Natasha-. Tu abuela era rusa, pero mi companera de habitacion durante la universidad era inglesa. Creo que tenemos todos los ingredientes para hacer un pastel de carne.
Una hora despues, habia elaborado el plato. Lo unico que necesitaba era ponerlo en el horno durante una media hora y un par de segundos bajo el gratinador para que el pure de patatas se dorara.
Liz bano a Natasha y despues se sento en la mecedora con la nina en el regazo. El libro de cuentos de hadas estaba en ruso, pero Liz le enseno a la nina los dibujos e invento sus propias historias basandose en las ilustraciones. A las siete y media, el bebe se habia dormido.
Liz tenia intencion de ponerla en la cuna, pero debio de quedarse dormida tambien, porque lo siguiente que sintio fue que alguien le estaba acariciando suavemente la mejilla y murmurando su nombre.
A ella le gustaron tanto el roce como la voz y volvio la cabeza hacia la caricia justo cuando un dedo le pasaba por los labios. Aquella caricia sensual hizo que abriera los ojos.
David estaba inclinado sobre ella.
– ?Que tal estas? -le pregunto.
– Bien. Mejor -respondio Liz. Se incorporo ligeramente y se dio cuenta de que Natasha estaba dormida sobre sus piernas.
– Yo la llevare a la cuna -dijo David, mientras tomaba en brazos cuidadosamente a la nina.
Liz se levanto y se estiro. Despues entro en la cocina, encendio el horno y se lavo las manos. David llego unos minutos mas tarde. Habia dejado su maletin en el salon, pero llevaba una botella de vino.
– Espanol -dijo-. Uno de mis favoritos. Pense que podriamos pedir comida a un restaurante y… -se interrumpio al ver como ella sacaba la fuente de pastel de carne de la nevera y la metia en el horno.
– No tienes por que hacerme la cena -le dijo el.
– Tu no has hecho otra cosa que cuidarme desde que llegue a Moscu. Ahora he invadido tu casa. Cocinar es lo menos que puedo hacer.
– Nadie ha cocinado para mi desde hace mucho. No voy a decir que no.