Skip y Scooter. ?Todo el mundo esta tan emocionado con vuestra boda! Y no dejeis que esos estupidos rumores os inquieten. -Tuvo que parar porque otros clientes habian entrado-. Si necesitais algo, llamadme y vendre enseguida.

Georgie la siguio con la mirada.

– A la hora de la cena, una lista de todo lo que compremos estara colgada en Internet. Un aceite para masaje suena seguro.

– Bueno, creo que podemos ser un poco mas atrevidos que eso.

– Nada de latigos o palmetas. Ya he superado lo del sadomasoquismo. Al principio era divertido, pero despues de un tiempo, hacer llorar a todos esos hombres maduros resultaba aburrido.

Bram sonrio.

– Y tampoco nada de consoladores -dijo-, aunque se lo mucho que deseas uno. Lo cual no es ninguna sorpresa, ya que…

– ?Quieres dejarlo de lado de una vez?

– De lado… Encima… Debajo… -Bram le acaricio la curvatura del labio superior-. Dentro…

Una rafaga de calor recorrio el cuerpo de Georgie. Estaba a punto de derretirse.

El la condujo hacia la seccion de la lenceria, donde unos expositores tenuemente iluminados mostraban unos conjuntos pervertidos de braga y sujetador, ligueros y unos bodys diminutos con corbata y agujeritos. Todos los articulos estaban muy bien confeccionados y eran ultracaros. Bram sostuvo en alto un sujetador fruncido en la parte superior de las cazoletas con sendos cordones de seda.

– ?Tu que usas, una…?

– Una noventa C -contesto ella.

Bram arqueo una ceja y cogio una noventa B, que era exactamente la talla de Georgie, lo que no le sorprendio, teniendo en cuenta su conocimiento de la anatomia femenina. Varios clientes mas habian entrado en la tienda, pero de momento los dejaban tranquilos.

– Para que lo sepas -susurro Georgie tanto para Bram como para si misma-, esto no es una cita, y la mirilla se quedara cerrada.

– Esto es definitivamente una cita. -Bram examino un body de malla negra y declaro-: Excelente fabricacion. -Toco los cordones de saten-. Mucho mas suave que el cuero.

– A mi me encanta el cuero. -Georgie cogio un tanga de piel para hombre.

– Ni en un millon de anos -replico Bram.

Ella le arrebato el body de malla negra.

– ?Lastima!

Tuvieron un reto de miradas y el fue el primero en ceder.

– De acuerdo, tu ganas. Uno por otro.

– Trato hecho.

Intercambiaron las prendas como si lo que estaban viviendo fuera real en lugar de ser dos actores que fingian habilmente. Bram anadio varios sujetadores sin copas y varias bragas sin entrepierna a las prendas que habia elegido para su esposa. Esta eligio para el unas cuantas prendas de cuero, pero cuando encontro un interesante par de perneras, Bram compuso una expresion tan lastimosa que ella las devolvio a su lugar. El le correspondio el favor dejando un corse de apariencia tortuosa. Al final, intercambiaron las prendas y la dependienta los condujo a la parte trasera de la tienda, donde estaba el probador VIP. La mujer abrio una puerta de paneles de madera con una llave antigua, colgo las prendas de Georgie en una percha de bronce y, a continuacion, acompano a Bram a su probador.

Georgie se encontro en una habitacion de estilo antiguo, con paredes pintadas de rosa, un espejo de cuerpo entero de marco dorado, una banqueta tapizada y apliques de pantalla rosada y con fleco que proporcionaban una iluminacion suave y acogedora. La peculiaridad mas intrigante de la habitacion se encontraba en la pared del fondo, a la altura de los ojos. Consistia en una ventanita cuadrada de unos treinta centimetros de lado y el pomo, sin la menor sutileza, tenia la forma de una diminuta concha de almeja parcialmente abierta con una perla encima.

Ya era suficiente. Fin del juego. De una vez por todas. A menos que…

«No. Desde luego que no.»

Alguien dio un golpecito en la pared.

– ?Abre!

Georgie tiro de la concha y abrio la ventanilla. La cara de Bram le devolvio la mirada a traves de la rejilla negra de hierro. Apenas podia considerarse una mirilla. Las paredes rosa que enmarcaban la cara deberian haber suavizado sus facciones, pero en realidad le hacian parecer mas masculino. Bram se froto la mandibula.

– Me averguenza admitirlo, pero este lugar me ha puesto a cien.

Bram no estaba avergonzado en absoluto; sin embargo, la atmosfera desinhibida del local tambien la habia excitado a ella. Georgie dio vueltas a su anillo de boda falso. Melrose Avenue podia estar a solo unas manzanas de alli, pero aquel emporio erotico le hacia sentirse como si hubiera entrado en otro mundo, un mundo extranamente seguro donde un hombre nada digno de fiar podia mirar pero no tocar, un mundo donde todo giraba alrededor del sexo y donde el sufrimiento emocional no constituia una posibilidad.

– Ojala hubieramos dado una ojeada a los articulos para atarse -declaro Bram.

Georgie no pudo resistirse a jugar con fuego.

– Solo por curiosidad… ?A cual de los dos habrias atado?

– ?Para empezar? A ti. -Su voz adquirio un tono bajo y ronco-. Pero cuando hubieras demostrado una sumision adecuada, podriamos cambiar los papeles. ?Que te parece si ahora te pruebas ese body de malla para mi?

La tentacion de jugar con el demonio en aquel antro sexual era casi irresistible.

– ?Y que conseguire a cambio?

– ?Que quieres?

Georgie reflexiono unos instantes.

– Retrocede.

El lo hizo y ella acerco la cara a la rejilla. Entonces vio que el probador de Bram, que era mas pequeno que el suyo, tenia las paredes de color ocre oscuro y unos pomos de hierro de gran tamano, de los que colgaban las prendas que ella habia elegido para el.

– Ese tanga de piel negra.

– Ni hablar.

– ?Lastima!

Georgie cerro la ventanilla.

– ?Eh!

Ella se tomo su tiempo antes de volver a abrir.

– ?Has cambiado de idea?

– Si empiezas tu, si.

– Si, como que voy a caer en esa trampa.

Volvieron a retarse con los ojos. Ella mantuvo la mirada firme, aunque su corazon se habia desbocado.

– ?Vamos, Georgie! He tenido una mala semana. Ponerte esa ropa para mi es lo menos que puedes hacer.

– Yo tambien he tenido una mala semana y esto no es ropa, son articulos para estimular el sexo. Si tanto lo deseas, empieza tu.

– ?Que tal si lo hacemos al mismo tiempo?

– Hecho.

Georgie volvio a cerrar la ventanilla. Las manos le temblaban. Se quito las manoletinas de lunares blancos y azul marino.

Transcurridos unos minutos, Bram llamo desde el otro lado.

– ?Lista?

– No; me siento como una estupida.

– ?Tu te sientes como una estupida? Esta cosa es un jodido taparrabos.

– Lo se. Lo he elegido yo, ?te acuerdas? Y soy yo la que deberia quejarse. Estas tiras estan organizadas de tal

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