desviarla.
– Entonces, Heath, ?Gary Candliss aun no ha firmado con Phoebe? Cuando hable con Kevin parecia que habian cerrado el trato.
Annabelle continuo presionando.
– Y luego, cuando doy con alguien que es perfecta para ti, ni siquiera le das una oportunidad. Es lo que paso con Julie Sherwin.
– Alla vamos -murmuro Heath.
Annabelle lo ignoro.
– Julie era guapa, lista, tenia exito, era una de las mujeres mas dulces que he conocido, pero… ?te deshiciste de ella tras solo dos citas!
– Pase de ella porque se tomaba todo lo que decia literalmente. Has de admitir, Annabelle, que es demasiado desconcertante. La ponia tan nerviosa que no era capaz de comer, y no es que comiera mucho precisamente. Dejarla fue una obra de caridad.
– Eso es lo que les haces a las mujeres. Se que intentas que no sea asi, pero es eso lo que ocurre. Es por tu aspecto. Salvo Heath, eres mi cliente mas tozudo.
– No soy tu cliente, Annabelle -replico-. No te pago.
– Celo profesional -canturreo ella, pareciendo tan complacida consigo misma que los dos, Dean y Heath, se rieron.
Dean agarro las llaves del coche de alquiler de la mesita de cafe.
– Mira, Annabelle. He regresado a la ciudad este fin de semana para empaquetar algunas cosas que queria mandar a la granja y para que tu marido me pusiera al dia de todos mis asuntos. No ha pasado nada extraordinario en mi vida.
Eso si que era una mentira. Una de las grandes.
Mientras conducia hacia el aeropuerto, penso en Blue y en su pequena jugarreta. ?Y todo para que? Vaciarle la cartera no garantizaba que se fuera a quedar alli. Si estaba decidida a dejar la granja, lo haria, incluso aunque tuviese que dormir en un banco del parque. Si se habia quedado en la granja hasta ahora, era por todo lo que habia pasado. Esperaba que April la hubiera convencido de acudir a esa subasta de Knoxville durante el fin de semana, porque no queria pensar en regresar a la granja y descubrir que Blue se habia ido.
La manana del lunes, Blue observo desde el escalon superior del porche, con la segunda taza de cafe entre las manos e intentando parecer relajada, como Dean se acercaba por el camino. Habia visto las llaves del coche en la encimera de la cocina al levantarse por la manana, pero el no habia ido a la caravana, y era la primera vez que lo veia desde que se habia largado el viernes.
Montaba una bicicleta gris plomo de alta tecnologia que podria haber llevado a Lance Armstrong a la gloria de los Campos Eliseos. Se veia magnifico, casi futurista, como si se hubiera escapado de una pelicula de ciencia ficcion de gran presupuesto. La luz del sol se reflejaba en un aerodinamico casco plateado, y los poderosos musculos de sus piernas se ondulaban bajo unos ajustadisimos pantalones cortos de ciclismo de color azul electrico. Le temblaron las piernas solo con verlo y una punzada de anhelo le atraveso el corazon.
El se acerco al final del camino adoquinado. Eran apenas las ocho, pero a juzgar por el sudor que brillaba en su cuello, y como se adheria la camiseta de malla verde a ese pecho asombroso, habia entrenado duramente. Blue se obligo a si misma a mantener la calma. Senalo la bicicleta con la cabeza.
– Muy chula. ? Cuanto hace que le has quitado los ruedines?
– Habla alguien que le gusta vivir en una casa de munecas. -Paso la pierna sobre el cuadro y camino con la bicicleta hacia ella-. Decidi que era hora de dejar de holgazanear y comenzar a entrenar en serio.
Ella no pudo evitar quedarse con la boca abierta.
– ?Acaso no estabas en forma?
– Digamos que me he estado haciendo el remolon desde que la temporada termino -Se quito el casco y lo colgo del manillar-.
– Voy a convertir el dormitorio del fondo en una sala de pesas. No quiero presentarme en el campo de entrenamiento gordo y fofo.
– No creo que tengas que preocuparte por eso.
El sonrio y se paso los dedos por el pelo sudoroso y aplastado, que al instante volvio a recuperar ese aire desalinado y sexy.
– April me envio un correo con fotos de las pinturas y antiguedades que encontrasteis en Knoxville este fin de semana. Gracias por acompanarla. Va a quedar todo fantastico con el nuevo mobiliario.
Blue habia considerado seriamente dejar a un lado el orgullo y pedirle a April un pequeno prestamo. Con todos los barrios elegantes que habia en Knoxville, no habria tenido problemas para encontrar clientes, y podria haberle devuelto el dinero a April casi de inmediato. Pero no se lo habia pedido. Igual que un nino jugando con fuego, habia regresado. Tenia que saber que pasaria a continuacion en la granja.
– ?Que tal el fin de semana? -Logro dejar la taza sobre el escalon sin derramar el cafe.
– Repleto de alcohol y sexo desenfrenado. ?Y el tuyo?
– Mas o menos igual.
El sonrio de nuevo.
– Fui a Chicago. Tenia que firmar un contrato. Y por si te interesa saberlo, Annabelle es la unica mujer con la que pase algun tiempo mientras estuve alli.
Si, estaba muy interesada. Torcio la boca molesta.
– Como si me importara.
Dean cogio la botella de agua de la bicicleta y senalo el granero con la cabeza.
– Compre dos bicicletas. La segunda es mas pequena. Usala siempre que quieras.
Ella se puso de pie para poder clavarle su mejor mirada de chica dura.
– Te daria las gracias, pero mi gratitud se esfumo cuando descubri que el dinero que habia ganado con mis artes de prostituta no estaba en la cartera. ?Tienes tu algo que ver por casualidad?
– Bueno, lo siento. -Apoyo el pie en el escalon de abajo y tomo un trago de agua-. Necesitaba cambio.
– Los billetes de cincuenta dolares no son cambio.
– En mi mundo si.-Volvio a colocar el tapon a la botella.
– ?Eres odioso! Deberia haberme quedado en Knoxville.
– ?Por que no lo hiciste?
Esperando aparentar una calma que no sentia bajo las escaleras del porche.
– Porque rezaba para que Jack regresara. Es una oportunidad unica en la vida. Estoy casi segura de que lograre sobreponerme a los nervios para pedirle un autografo.
– Me temo que estaras demasiado ocupada para eso. -Le dirigio una mirada larga y perezosa-. Mantenerme satisfecho en la cama sera un trabajo a jornada completa.
La imagen que paso por la mente de Blue fue tan ardiente que para cuando pudo recuperar el habla, el y su bicicleta ya estaban a medio camino del granero.
– Oye, Dean.
El la miro por encima del hombro. Ella se hizo sombra en los ojos.
– Si quieres intentarlo otra vez, avisame con tiempo, creo que podre revisar mi agenda y reservarte tres minutos.
